En la nota de ayer decíamos que las paritarias son un problema político.
Hoy se difunde la noticia de que el gobierno está frenando los acuerdos logrados y firmados por los banqueros y la asociación bancaria que es el gremio de los trabajadores del sector.
Con esta resolución, el gobierno está dando por sepultada a las paritarias como herramienta institucional y hace desaparecer la negociación, como vía única de la que, muchas veces, se han valido los popes sindicales para frenar, crear expectativas falsas, echar agua fría a la calentura popular, y ganar tiempo para maniobrar y terminar engañando.
El gobierno juega con fuego, porque con esta resolución, se presenta ante los trabajadores, como única herramienta, la confrontación abierta, fuerza contra fuerza, para obtener mejoras en su situación. Ahora, los banqueros y el gobierno contribuyen a mostrar la verdadera cara de la contradicción entre el capital y el trabajo: la burguesía como clase con su gobierno al frente, contra todos los trabajadores del país. No es que antes no haya sido así, pero ahora aparece más nítido.
Hoy más que nunca se hace indispensable saltar la cerca de la estrechez gremial y reconocerse como trabajadores en conjunto, nacionalmente, con un interés común que es el del mejoramiento urgente de nuestras condiciones de vida.
Está claro que el gobierno actual va más allá de lo que había hecho el gobierno anterior que forzaba para que no se superasen los techos que insistía en imponer como límite para los aumentos de cada rama o gremio, a pesar de que la lucha de los trabajadores, en muchos casos, lograba perforar dicho límite y ello servía de ejemplo para que otros hicieran lo mismo, siempre bajo la presión y movilización de las bases.
El gobierno, como vocero de los sectores monopolistas en el poder, pretende engañar con la zanahoria de que los salarios deben permanecer planchados o disminuidos para que haya más trabajo. «Si todos (debe leerse sólo los trabajadores y el pueblo) nos sacrificamos, daremos más trabajo».
Pero, ¿quién da trabajo? Sólo los trabajadores damos trabajo, o mejor dicho la burguesía se apropia de nuestro trabajo. Ya que del total de las horas diarias que laboramos sólo nos retribuyen una mínima parte como salario, y pretenden con esta medida, apropiarse de más cantidad de tiempo de trabajo gratuitamente.
Trabajo por dos pesos hay de sobra. Pero el esclavo también tenía trabajo de sobra. Trabajo, nunca le faltaba.
Esta decisión de matar, de hecho, a la institución de la paritaria, está directamente relacionada con los proyectos de negocio que se informan por doquier a saber: planes de construcción de infraestructura por 14.000 millones de dólares, inversiones en la rama automotriz de 5.000 millones de dólares, sólo por dar algún ejemplo.
En la situación actual mundial, a los monopolios, los negocios sólo le cierran con salarios «esclavos» y están decididos a ir por ello, ofreciendo puestos de trabajo que es en realidad lo que ellos necesitan cubrir, pues capital sin trabajadores no produce ganancias (plusvalía).
Los trabajadores, junto a los sufridos sectores populares, iremos por mayores ingresos, por mejores condiciones de vida y por un proyecto de país en el que sea posible vivir con dignidad para nosotros y para las generaciones que nos sucedan.
Veremos entonces cómo se desarrolla la lucha de clases en esta nueva situación en la que la confrontación a pelo, es decir, sin montura que amortigüe, será el terreno en el que se libren las batallas entre las clases antagónicas.