La lucha salarial en nuestro país ha comenzado un nuevo capítulo donde el actual gobierno intenta montar una estrategia tratando de romper el supuesto “eslabón más débil” que es el conflicto docente, dado que ahí los intereses estrictamente económicos de los monopolios no se verían entorpecidos, lo cual (evalúan ellos) les permitiría llevar la confrontación a alargarla en el tiempo con idas y vueltas. A esto si le agregamos el condimento de un sindicalismo absolutamente burócrata donde su conducta, en lo esencial, no va más allá de ladridos para que nada pase, con más especulación mediática y electoral que la preocupación real de los derechos y las conquistas de los trabajadores. Así las cosas, la confrontación pinta solo en el terreno súper estructural, en lo aparente.
Y es ahí donde el gobierno se envalentona y lanza a los cuatro vientos que no están dispuestos a moverse ni un centímetro más allá de un 18%, y menos aún una discusión nacional de la paritaria docente, atreviéndose algunos funcionarios a afirmar públicamente que no va a haber discusiones paritarias en el sector. Claro está que de aparato (el gobierno) contra aparato (los sindicatos), el macrismo siente que puede derrotarlos. Pero las cosas no son ni tan formales ni tan simples como parecen.
En primer lugar lo que no puede ver, y subestima, este gobierno es que la actual lucha salarial está preñada en sí de una característica esencialmente política donde los trabajadores no solo tienen en la mira al gobierno sino también al sindicalismo. La lucha de clases divide aguas.
Hoy tenemos un sindicalismo casi en su totalidad desprestigiado y a contrapelo de los intereses y protagonismo, en este caso de la comunidad educativa. Situación que ha generado un mar de fondo que ni bien comience el ciclo escolar va a saltar a la luz rompiendo todos los muros. En segundo término, la situación económica se ha tornado asfixiante no solo para los docentes sino para todo el pueblo trabajador. Este es el marco en que se desarrollará tal conflicto docente, donde a la corta o a la larga encontrará el acompañamiento y solidaridad de todo el pueblo argentino, y ahí la estrategia del gobierno, en su tozudez, como la pusilanimidad del sindicalismo, se va todo al carajo.
No hacen falta decir ciertas cosas que se terminan dando de hecho, y que ya sucedieron en años anteriores. Las luchas autoconvocadas de los docentes, que se lograron por escuelas, en unidad, es decir: toda la comunidad educativa (docentes, padres y alumnos) aunque no lograron alcanzar una expresión nacional, fueron un bombardeo letal para las luchas paritarias. Los gobiernos se vieron obligados a dar más de lo que pretendían, y los sindicatos eso no lo pudieron frenar como se los exigía el poder.
Hoy esto adquiere otra dimensión, pues el desgaste, tanto del gobierno como de los sindicatos, se profundizó de forma exponencial y no van a poder contener la avanzada de la lucha de las masas.
Si las vanguardias auténticas, verdaderas, que estén pensando en las grandes gestas y no en las especulaciones partidistas y electorales, se ponen como método que la lucha salarial es de toda la comunidad educativa, que no solo se trata de un paro hoy y otro mañana, sino, por el contrario, aspirar a un ininterrumpido estado de huelga y movilización junto a otras escuelas y a todo el pueblo de la zona de dichas escuelas, esta lucha se ganará, al tiempo que el conflicto docente puede constituirse en una avanzada de lo que viene atrás, y entonces veremos si las bases se rebelan dónde van a ir a parar las maniobras de la burguesía.
El piso en estas paritarias lo deben poner los trabajadores, y las condiciones y el terreno de la lucha también.