En los últimos años, ha habido una cantidad de crímenes producidos por empresas de transporte y de todo tipo, que han evidenciado claramente el entramado mafioso entre los monopolios, el Estado y los sindicatos del sector. Porque detrás de aparentes accidentes a los que nos referimos existe una trama de ocultamientos, mentiras, negocios y achicamientos de costos (diminución de salarios, aumento de tiempos de trabajo, precarización de condiciones de labor, falta de mantenimientos y de medidas de seguridad que deberían haberse tomado y otras acciones igualmente delictivas en contra del pueblo).
Esta vez, el hecho ocurrió en la Ruta 33, Pérez, Pcia. de Santa Fe, entre dos colectivos de la empresa Monticas (*). Ambos chocaron de frente y, a consecuencia del impacto, murieron doce personas (ambos choferes de sendas unidades y diez pasajeros) y quedaron heridas treinta y cuatro (cuatro de ellas, aún graves).
Múltiples y repetidas fueron las denuncias previas de choferes y pasajeros efectuadas durante años sobre las condiciones de las unidades. Sólo por citar algunos ejemplos, hace más o menos un mes, un colectivo de la misma empresa se incendió pudiendo el pasaje retirarse del mismo con sus equipajes sin sufrir lesiones ni pérdidas materiales.
Nada hicieron al respecto el Estado, que es la institución de control, la empresa y, menos, el sindicato. ¡Pero nada han hecho desde hace años! Al igual que ocurrió con la masacre de Once y como ha ocurrido en otros ámbitos de negocios tales como el incendio en Cromañón, el escape de gas en la calle Salta de Rosario que produjo veintitrés muertes y más de sesenta heridos, y la destrucción total de un edificio de tres cuerpos, y otros muchos hechos graves.
Todos tienen un común denominador: La baja de costos de la empresa a expensas de los trabajadores y el público usuario, a fin de aumentar sus ganancias, la complicidad del Estado que facilita y promueve dicha actitud, y la del sindicato que oculta el problema a pesar de la denuncia de sus trabajadores y usuarios.
Cuando hablamos de que el sistema capitalista no puede seguir rigiendo nuestras vidas, nos referimos a esto y a miles de ejemplos que tienen que ver con las condiciones de vida e inseguridad a la que somos sometidos los trabajadores y pueblo de nuestro país.
Cuando decimos que es necesaria la revolución, nos referimos al ejemplo que en todos estos casos cumplieron las masas organizadas a partir de la autoconvocatoria para no dejar impune estos hechos y las consecuencias que generaron a partir de su movilización y lucha.
Ahora vuelve a repetirse el tema con el asesinato de Monticas. El pueblo de Casilda, efectuó una asamblea que obligó a que el gobierno provincial, en un claro acto de retroceso que muestra su complicidad indelegable y la cobardía que caracteriza a los hombres de gobierno, le quitara la concesión a la empresa Monticas.
Una vez más la asamblea popular, nueva institución germinal que regirá el futuro Estado socialista, es la que acorrala al Estado al servicio de los monopolios y lo obliga a dar marcha atrás, poniéndolo una vez más en evidencia ante la población, al lado del sindicato cómplice. Una vez más, uno de los monopolios que atenta contra nuestras vidas debe abandonar un negocio que le daba superganancias a costa de las vidas e integridad de los pobladores.
Pero esto no termina así. Porque el mismo monopolio* con otro nombre, u otro que compite en contra de éste para ganarse el mismo negocio, ocupará su lugar y nuevamente la suerte de los pobladores penderá de un hilo. Y esto será así mientras subsista el sistema capitalista el cual no tiene remedio por ninguna de las aristas que muestran su hedor nauseabundo y la pudrición mafiosa en todas sus líneas.
Pero también, una vez más, el pueblo experimenta, que la única solución a sus problemas, aunque ésta sea momentánea, por ahora, es su movilización y las decisiones que se toma en las asambleas populares, única metodología de acción y democracia directa que le permite arrinconar a la maquinaria del sistema, obligar a su retroceso, corroer más a sus perimidas instituciones, desgastar políticamente a sus personajes poniéndolos en evidencia como esbirros contra el pueblo y afianzar la unidad y el protagonismo en la cosa pública que debe ir tomando el pueblo.
La revolución está más cerca de lo que se pudiera pensar, porque la acción ejercida por el pueblo es un hecho revolucionario. Es nuestro deber como revolucionarios y como pueblo en general, afianzar y desarrollar esta metodología de acción y esta nueva institución popular como herramientas indispensables para avanzar en contra del gobierno de turno en todos sus niveles (nacional, provincial y comunal), cómplice de los monopolios y su poder que, como el queso gruyere, está agujereado por todos lados. Pero, como ocurre con el mencionado alimento, es necesario ejercer una fuerza activa sobre el mismo, para partirlo y desintegrarlo.
* Monticas es parte de Flecha Bus y tiene como subsidiarias a empresas como Las Rosas, Arito y otras.