La profunda crisis del sistema capitalista es una realidad que no pueden tapar, ni con desinformación, ni con maniobras distractivas, ni con promesas de desarrollo, ni con extorsiones, ni blandiendo la ilusión que “esto” es el único sistema posible…
Día tras día, millones de seres humanos vemos que en cada uno de nuestros países, más o menos “desarrollados”, “subdesarrollados”, “pobres” o como quieran calificarnos, la institucionalidad burguesa se cae a pedazos y ninguno de los problemas acuciantes de los pueblos del mundo se resuelve.
Es más, las condiciones de vida de los trabajadores empeoran cada día por la voracidad de los monopolios, que necesitan profundizar la explotación del hombre por el hombre y el saqueo de los recursos naturales.
Esta crisis, se profundiza en términos políticos por la movilización y la confrontación de los pueblos a las políticas de la clase dominante.
Y esto no es una situación “del momento”, algo pasajero o cíclico. Es una verdadera grieta que se ha abierto durante todos estos años, y que no es producto de las miserias de las disputas interburguesas sino de lucha del pueblo. En este marco de profunda confrontación, la intervención de fuerzas revolucionarias, las ideas revolucionarias y la acción directa, la movilización, la organización colectiva, el estado deliberativo y asambleario del movimiento de masas, es lo que pone y pondrá en el centro de la escena la lucha por el poder, o sea, la destrucción del Estado Burgués para la construcción de una sociedad más justa.
Como decíamos ayer, en pocos días y con el marco de la crisis estructural que atraviesa el capitalismo, China y EEUU llevarán a cabo una discusión entre representantes de distintas facciones de la oligarquía financiera mundial. Ambos son parte del sistema imperialista que está llevando al mundo a niveles de explotación, desigualdad y pobreza nunca antes conocidos.
Acá no hay ni “nuevo orden mundial” ni “desarrollo sostenido”. La realidad objetiva demuestra el desmembramiento de un sistema a escala mundial y el alto desarrollo de las fuerzas populares en la disputa por las reivindicaciones económicas y políticas.
Argentina no es ajena a todo esto y la crisis política es cada vez más evidente. Reaparecen prematuramente los primeros destellos de una nueva campaña electoral, con todo el arco político burgués buscando su candidato “menos peor”… porque saben que el pueblo los detesta a todos. Eso es lo que les queda: meterle y meterle al circo electoral, al “juego de la democracia”, porque si hay algo de lo que carecen es de legitimidad y confianza en el pueblo.
Se percibe, se sabe, se siente que más allá de en qué manos burguesas quede el gobierno, siempre su objetivo será continuar beneficiando con sus políticas a lo más concentrado de la oligarquía financiera. El Estado es de clase, no es “imparcial”, es de las transnacionales y está al servicio de sus intereses.
Desde esa concepción de clase, la pata fundamental para que su crisis política se profundice es la movilización de la clase obrera y el pueblo. Eso es lo que cada día los sofoca, traba sus intenciones, a la vez que fortalece al conjunto de las fuerzas populares.
Ese verdadero torrente de fuerzas que se oponen al poder de los monopolios y expresan el contenido revolucionario de las acciones al enfrentarse cara a cara con los verdaderos dueños del poder, es el que debe trascender a la escena política nacional y ser el sustento de una verdadera alternativa de cambio.
Todo ese cúmulo de fuerzas que (muchas veces sin saberlo aún) golpean al mismo enemigo son las que empiezan a tejer la unidad política en lo local, y empujan hacía una salida política revolucionaria de alcance nacional.