Un barra brava corre una picada, mata a un joven y queda libre. El hermano de ese joven encuentra al sujeto en la tribuna, lo increpa y el barra (tan “valiente” como todos los barras) en vez de hacerle frente agita que es un infiltrado y provoca que lo tiren de la tribuna.
La muerte del joven hincha de Belgrano de Córdoba, Emanuel Balbo, parece una sucesión de casualidades pero nada más lejos de la realidad. Porque seguramente el barra descubierto en la tribuna que había matado al hermano de Emanuel, estaba libre gracias a la complicidad de dirigencias del fútbol, policías, fiscales y jueces. Y así seguía impune yendo a la cancha. Y así fue el artífice, junto a otros “valientes” de su calaña, del asesinato cometido.
La muerte del joven en Córdoba es producto de las mismas causas de tantas muertes de nuestros jóvenes en distintos ámbitos sociales. El entramado de corrupción, impunidad, complicidades varias y desamparo al que se ve expuesto nuestro pueblo cotidianamente se cobra vidas todos los días. Como ayer decíamos, los promotores de la “grieta”, que no es otra cosa más que una maniobra de la burguesía que busca enfrentar y dividir a nuestro pueblo, recuerdan a la ex presidenta Kirchner alabando en un discurso a los barras bravas. Lo cual es cierto. Pero olvidan mencionar las complicidades del presidente Macri que, en su paso por la dirigencia del fútbol, transó y fue cómplice de la barra de Boca Juniors, con Di Zeo a la cabeza.
Todas las facciones de la burguesía echan mano a estas verdaderas fuerzas de choque que, bajo el ala de la protección estatal, son utilizadas para servir a sus patrones. Hoy de un color, mañana de otro. Pero todos bajo el mismo manto de impunidad que les garantiza la clase dominante.
Este ejército de lúmpenes puede servir tanto para distribuir la droga y manejar los distintos negocios paralelos que se mueven alrededor del fútbol, como para romper una huelga o hacer de patota en una asamblea de trabajadores. Su presencia en sindicatos y partidos políticos es pública y en más de un caso quedó demostrado el vínculo que los une a las dirigencias del fútbol y de la política, que son los mismos. Pero nunca se llega a nada y entonces pasa lo que pasó el domingo con el joven Balbo; y lo que, lamentablemente, seguirá pasando mientras la clase dominante llora lágrimas de cocodrilo.
Mientras los Macri eran dueños de la fábrica de automóviles SEVEL, los barras de Estudiantes de Buenos Aires paseaban por la empresa como uno más. Mientras en el gobierno anterior decían que el asesinato de Mariano Ferreyra, a manos de una patota de la Unión Ferroviaria integrada por barras de Defensa y Justicia, había golpeado duramente a Néstor Kirchner, en un partido River-Boca ambas barras lucieron banderas contra Clarín y a favor del gobierno kirchnerista. Mientras en Clarín y sus publicaciones escriben “denunciando” a las barras bravas, hubo intentos de desalojar a los trabajadores que mantenían tomada la planta de AGR (del grupo Clarín) reclutando barras de distintos clubes.
Y así podríamos seguir con infinidad de ejemplos. Todos para confirmar que la violencia en el fútbol es el correlato de la acción deliberada de la burguesía monopolista que creó un monstruo de mil cabezas y para todo servicio. Mientras tanto los muertos los sigue poniendo el pueblo. Otra más que éste se cobrará cuando llegue el día que la burguesía sufra el escarmiento.