En la provincia de Entre Ríos hay 40.000 hectáreas dedicadas a la citricultura. Son quintas con aproximadamente 1.500 y 1.600 pequeños productores.
En el mes de diciembre, se le pagó a ese productor 1 peso por kilo de naranja para ir al frío. Solo dos o tres acopiadores concentran esa producción y vuelcan hoy al mercado en el centro de Paraná a $30 el kilo de naranja.
Este pequeño ejemplo en una ciudad de nuestro país se reproduce nacionalmente en 25 productos de alimentos básicos: carnes, leche, verduras y frutas. En la última semana, se reconoció oficialmente que cada producto promedia un incremento de cinco veces más desde lo que se le paga al productor directo hasta que llega el precio a góndola.
Esto es capitalismo
Detrás de todo esto hay fuerza de trabajo, obreros, peones, técnicos, administrativos etc., con salarios de hambre que apenas pueden consumir lo producido con sus propias manos. ¡Estamos hablando sólo de alimentos!
El gobierno quiere “controlar” la inflación y para ello ataca con furia la productividad, ataca el bolsillo del trabajador y mira para abajo. Extorsiona a la mayoría explotada y oprimida y facilita desde el Parlamento este proceso de concentración.
Con la democracia representativa manejada a su antojo, la burguesía monopolista legaliza cotidianamente el robo que se le hace al pueblo trabajador. ¿Cómo puede ser que en nuestro país haya pobreza, o lo que es peor, miseria?
Estamos hablando de estadísticas oficiales, imaginemos entonces la realidad.
No está bien que por un producto hecho por una cadena de fuerza de trabajo humana -que concentra capacidades técnicas y científicas- se pague monedas. Es injusto. Y es injusto que quienes lo consumimos paguemos tantas veces más un producto hecho por nosotros mismos.
El gobierno no va a solucionar ningún problema de la vida de nuestro pueblo. Si no ¿porqué no ataca a las madrigueras que concentran el esfuerzo de las mayorías? ¿Acaso no sabe quiénes compraron las naranjas en diciembre para acopiar y especular y sacarlas en éstos días a $30 en las góndolas? ¿Por qué no va a los Hipermercados?, que cada vez concentran más la economía y centralizan capitales que les permiten especular financieramente incrementando sus ganancias.
Mienten cuando dicen que quieren atacar la inflación, lo que están haciendo es aplastar el consumo de la población en una economía capitalista anárquica, en donde -por ejemplo- el cítrico paradójicamente se lo usa como energía.
Esta situación de concentración de la economía que se produce en los principales 25 alimentos, acelerándose en los últimos tiempos. Es sólo una parte de todo el resto del funcionamiento del capitalismo monopolista en nuestro país.
La historia no vuelve para atrás. No hay una sola posibilidad histórica que se vuelva al capitalismo de libre cambio o se piense que se pueda desconcentrar lo concentrado.
Este proceso de concentración está a la vista de todos: 68.000 despidos, 4.000 empresas que cerraron sus puertas, décadas tras décadas, administración del Estado tras administración del Estado, la clase dominante actuó para facilitar este proceso objetivo a favor de los cada vez menos que cada vez ganan más.
Es por ello (y por otras tantas razones) que la lucha política central es para cambiar este estado de cosas. Esta lucha política es compleja porque la clase dominante está abroquelada en la defensa del sistema capitalista y quiere embretar a todo el pueblo, en este caso, con el bipartidismo. O sos macrista o sos kirchnerista.
Hay grandes condiciones para llevar adelante una política independiente de la clase obrera y el pueblo; para ello hay que quebrar con la lucha, la movilización y principalmente con las metodologías, las imposiciones de verdades absolutas que impera en la sociedad.
Volvamos al ejemplo del actual precio de las naranjas
Miles y miles de familias de trabajadores están siendo desplazadas a la pobreza y a la miseria, hay que pelearla como lo estamos haciendo. Pero desde esa trinchera, las avanzadas deben preocuparse por instalar las políticas que quiebren las políticas del Estado monopólico y no dar tregua a la necesidad de ir creando las organizaciones políticas que contemplen los intereses de las mayorías explotadas y oprimidas, en dirección hacia la lucha por el poder político y la construcción de un nuevo Estado Revolucionario.
Una revolución de éstas características implicaría para el pueblo que de un día para otro, con decretos de interés de la nueva clase dominante (proletariado y pueblo), el precio de la naranja comenzaría un proceso de reducción de precios inmediato, ya que una revolución eliminaría de un plumazo la especulación y por sobre todas las cosas con los alimentos.
No se trata de desconcentrar laproducción y la distribución, por el contrario se trataría de avanzar en ello. Pero la clave del nuevo proceso es en qué manos recaerá el peso de la concentración, es decir, en la gran mayoría antes explotada y oprimida. En definitiva, comenzar a ver al país, como decía el Che, como una gran fábrica.
Es por ello que la lucha tiene que elevarse permanentemente al plano de la disputa por el poder, no hay lucha chica o grande, si hay lucha que desemboca en más capitalismo o lucha que desemboca hacia una revolución.
Hay que romper con el oportunismo que niega la posibilidad de un cambio porque “la gente no entiende”. Con ese argumento, la burguesía ha cabalgado hasta el día de hoy y nos impuso que un kilo de naranjas se pague a $1 y que una parte mínima de ese $1 sea retribuida a los que verdaderamente producen: los trabajadores. Por cada hora que pasa son arrojados al vacío seres humanos que no encuentran una vía de salida a tal crisis estructural. Es aquí en donde no hay tregua con la política independiente y todo lo que ello implica con las metodologías a desarrollar.
Para la burguesía, la única salida es más capitalismo, una verdad absoluta que exige disciplinar en un pensamiento único la inviabilidad de una revolución social.