Los “bien pensantes” de los medios burgueses (llámense columnistas, economistas, sociólogos o mercachifles sin título), que se aferran al éxito del gobierno actual como los que se saben arriba de un barco que si naufraga no tendrá rescate, han encontrado la causa de todos los males en el llamado populismo; y en pos de superar ese mal, intentan justificar la política del macrismo. Eso sí, le reclaman “sensibilidad social” para que los necesarios ajustes a realizar para ser un “país serio” tengan en cuenta a los millones de desplazados que esas políticas, inevitablemente, habrán de producir.
Entre las tantas herencias recibidas, recurren a los datos de la pobreza. Allí se embarcan para pregonar que las inversiones, los cambios en la legislación laboral (con el aumento de la productividad y el achatamiento de la masa salarial como principales banderas), la reestructuración del Estado y demás políticas para “ordenar” la economía en función de las necesidades del capital monopolista, son absolutamente necesarios para dicho fin.
Que la pobreza es estructural en la Argentina, no lo niega nadie. Que las políticas llamadas populistas dejaron millones de pobres, tampoco. Pero es interesante evaluar a los distintos gobierno del 83 para acá para desenmascarar la gran farsa que se intenta montar.
El gobierno de Alfonsín termino su mandato con un 38/39% de pobreza; el de Menem 36%; el de De la Rua 35/36%; el de Duhalde 49/50%; el de Cristina Kircner con 30/31%.
Como vemos, hay una estructura de pobreza en la Argentina que ningún gobierno de la burguesía resolvió. Y más correctamente dicho, ninguno se propuso resolver. Con más o menos “populismo” o “neoliberalismo” el único sector social que no se vio afectado en los últimos 35 años descriptos es el de la gran oligarquía financiera. Por el contrario, sus patrimonios aumentaron sideralmente. Valga aclarar, entre ellos se cuentan todas las empresas de la familia presidencial.
Pobreza cero pregonó Macri en su campaña electoral y luego ya en el gobierno afirmó, sin ponerse colorado, que la pobreza cero no existe en ningún lugar del planeta.
Si lo analizamos en el plano mundial, los gobiernos de todo signo producen pobres de a millones. Más precisamente el sistema capitalista mundial, en todas sus variantes, es una fábrica de pobres permanente. Vivimos una época histórica en la que se producen riquezas exorbitantes a la par de pobreza insultante.
Es esto casualidad? De ninguna manera. El capitalismo en su etapa de trasnacionalización, en la que los monopolios se hacen de los aparatos estatales para la concreción de sus negocios y en función de sus intereses, que ni siquiera ya son de toda la clase burguesa sino de la facción que se impone sobre la otra, se “lleva puestos” los propios postulados del capitalismo que, en otras etapas de la historia, se vanagloriaba de ser el sistema que ofrecía oportunidades de realización a todos los seres humanos, más allá que ello nunca fuera cierto. La llamada globalización produjo el fenómeno de globalizar la pobreza hasta en el seno de los propios países capitalistas centrales, como un dato más de la economía que arroja aumento permanente de seres humanos arrojados a situación de pobreza de la que ya nunca más podrán escapar.
En esta realidad objetiva, los “bien pensantes” mencionados al principio ruegan por poner la lucha contra la pobreza como objetivo principal, y para ello vuelven con la mentira de que es necesario conciliar intereses de clase irreconciliables a la espera de que los “frutos del esfuerzo” nos rediman y nos hagan vivir una mejor vida. Entonces no hablemos de lucha de clases; esperemos que el gobierno actúe y haga tranquilo sus políticas; demos tiempo a que se vean los resultados. Actúan como el violento que le dice a su víctima que aguante, que ya vendrán mejores tiempos, que el sufrimiento no será en vano. Si hasta le van a organizar a Macri un 1º de mayo propio, en el que se vería plasmada la unión entre el capital y el trabajo.
No por reiteradas estas mentiras dejan de hacer daño. Sin embargo, nuestro pueblo cuenta en sus espaldas con una larga experiencia de lucha y organización que, junto a la acción de las fuerzas revolucionarias, están cimentando un camino de abierta confrontación contra la burguesía para terminar, definitivamente, con tanta mentira, con tanto cinismo. La liberación de la explotación será obra de los explotados mismos y no de ningún gobierno burgués. Esta afirmación realizada hace más de 150 años tiene más vigencia que nunca.