Varios son los artículos que –desde un punto de vista político e ideológico- hemos publicado en esta misma página durante los últimos días respecto al llamado a “la reconciliación” de la cúpula eclesiástica y a la resolución de la Corte Suprema de aplicar el 2 x 1 a un genocida, dejando la puerta abierta a la liberación de todos los genocidas encarcelados.
Pero la impactante movilización popular del día de ayer demolió (descarnadamente, diríamos) un nuevo intento de la burguesía, que los hace retroceder aún más en su vano intento por resucitar y blanquear políticamente las herramientas represivas con las que cuenta como clase dominante.
Pasadas las horas del mediodía, la Plaza de Mayo comenzaba a tener un cariz muy particular: mientras se iba preparando el escenario, pequeños grupos de personas, de jóvenes, ya comenzaban a acercarse con pancartas sobre cartones escritas a mano contra el «2×1». La escena se fue repitiendo a lo largo de la tarde y aquellos “pequeños” grupos marcarían a fuego lo que luego fue una jornada extraordinaria: la lucha contra la impunidad de los genocidas continúa presente. Esta histórica movilización que desbordó la Plaza de Mayo, ha sido una clara expresión de bronca y repudio en las calles.
Y no sólo en la ciudad de Buenos Aires nuestro pueblo salió de manera contundente sino también en diversos puntos del país. Entre otros se destacaron las movilizaciones en la provincia de Córdoba y Mendoza, en donde organizaciones de derechos humanos, políticas, sindicales, estudiantiles y sociales convocaron a miles de personas que se fueron convocando por su cuenta, desbordando la convocatoria, diciéndole NO a la impunidad.
El hecho destacado de toda esta movida es la implicancia política que la misma tiene: es una “patada al pecho” a toda la institucionalidad burguesa, dejando en pésimas condiciones no sólo al vergonzante poder Judicial, sino al poder Legislativo (que como bombero desesperado salió a “corregir” la aberración de la Corte) y al poder Ejecutivo, que –reculando en chancletas- intentó salir a justificar lo injustificable; primero con que la medida “era legal” y luego (frente al rotundo y extenso rechazo de la población) que “estaba mal aplicarlo” y todo su bla bla bla.
En definitiva, la conmovedora movilización de ayer puso en blanco sobre negro que cuando el pueblo movilizado se pronuncia, se acaban todas las pavadas; inclusive las especulaciones politiqueras de aquellos oportunistas del electoralismo que siempre están buscando cómo sacar tajada del accionar popular, subestimándolo hasta el hartazgo.
Esa enorme marea humana que pasadas las 20 horas intentaba “desconcentrar” desde la Plaza de Mayo, convirtiendo las calles aledañas en un lugar en donde no cabía ni un alfiler, fue la expresión genuina de un pueblo movilizado que dice presente cuando se lo necesita y que no se deja correr con ninguna especulación que lo corra de su verdadero interés.
La burguesía como clase (en el gobierno y en las “oposiciones”) debe haber tomado nota de lo ocurrido. No olvidemos que está muy fresco el reciente mes de marzo, en donde vimos de una sucesión de enormes movilizaciones que desde la confrontación pusieron en el candelero la intencionalidad de los planes burgueses).
Los hechos como los de ayer no deben sorprendernos, son parte de todo un movimiento que desde las bases fluye constantemente y que en su esencia contiene el germen del verdadero cambio, por más que muchos aún no lo perciban, y abona en la concreción y profundización de un plan revolucionario en nuestro país.