Publicamos a continuación una carta que recibimos por el fallecimiento en la provincia de Tucumán de un querido compañero revolucionario: Juan Antonio Fote.
«Se recuerda, no se olvida, se siente: siempre presente.
No nos enseñaste a llorar, nos enseñaste a luchar. Comenzaste a militar en la Juventud Guevarista de nuestro glorioso PRT, como miles de jóvenes tucumanos, impulsado por el odio al capitalismo y el amor a la revolución, al Socialismo.
Sobre todo el amor a la clase trabajadora, al cañero, al limonero, argentino, latinoamericano.
En abril del año 1975 te detienen y te llevan a la jefatura de policía de Tucumán, luego a la «Escuelita de Famaillá» para terminar en el penal de Rawson, junto a cientos de compañeros, privado de tu libertad pero no de tu conciencia revolucionaria.
Ocho años de cárcel no bastaron para aniquilar tus sueños de una patria Socialista y revolucionaria. En cada golpe, en cada picana, en cada sufrimiento, brindabas el alma a la Revolución, dejando al descubierto las miserias de nuestro enemigo de clase.
El paso del Hombre por la vida está llena de alegrías y tristezas, de certezas y de equivocaciones, pero hay cosas que son objetivas: desconocer a un Fote es no conocer la historia de lucha del pueblo tucumano y del revolucionario barrio del Ingenio San José.
A pesar de todo lo que hemos vivido, nuestro Partido sigue librando batallas, poniendo bien en alto las banderas de la Revolución. En ese barrio todavía hoy se extraña a los Santucho, a los Fote, a Fernandez, entre tantos otros.
Y se escuchan hoy miles de historias ciertas, de cómo esos hombres y mujeres un día soñaron con asaltar el cielo, de la mano de aquellos obreros y campesinos. Una historia convertida en leyenda que no es otra cosa que un legado a las generaciones actuales y futuras; son parte de una batalla y a la vez enseñanzas, porque la lucha inclaudicable por la revolución, por la liberación y el socialismo todavía está en marcha.
Hoy despedimos a Juan Fote, que hasta el último día de su vida contribuyó a desarrollar el Partido Revolucionario de los Trabajadores, abonando con su ejemplo y solidaridad de clase cada uno de sus actos.
Desde conseguir un bolsón de alimentos para las familias más necesitadas, hasta un remedio que cura una enfermedad, siempre valiéndose de su trabajo, nunca pidiendo limosnas al Estado opresor.
Tu reposo final es junto a tus compañeros. Te acompañó tu gauchada, a caballo, que como decías, mantiene los valores de Güemes. Esos vecinos que cuentan historias de revolución, que dieron todo como vos, hasta su vida, por una causa tan noble e igualitaria, se movilizaron para despedirte.
Esa pluralidad que hasta puede parecer ajena a uno mismo es la que nos contiene el llanto y el dolor por la pérdida de hombres tan inmensamente humanos y revolucionarios como vos.
Nosotros, tu familia, tus compañeros, tus amigos, tus vecinos, tus gauchos… te saludamos orgullosos, por tu ejemplo, por tu lucha y por tu solidaridad.
Ha muerto un revolucionario. ¡Viva la Revolución! Juan Fote ¡Hasta la victoria siempre! ¡Venceremos!»