Enfrentar las políticas del gobierno burgués es embestirlo y hacer crecer fuerzas políticas que cuestionen al sistema capitalista. Si a ellos les va bien, a la mayoría del pueblo le va mal.
¿Donde se lo puede y debe enfrentar? Fundamentalmente, aferrándonos a nuestro terreno, que es el de la masividad, es decir bien abajo.
Desde cada sección de la fábrica, desde cada barrio, escuela, aula, hospital… no dejarlos pasar, multiplicando nuestras exigencias por una vida digna.
El éxito de cada embestida está asegurado si en esa confrontación logramos masividad. Un reclamo político o sectorial requiere de una amplitud muy grande, allí se enfrentan los intereses concretos entre una minoría parasitaria y la mayoría sufriente, eso es la lucha de clases y esa es la divisoria de aguas. El gobierno y la clase dominante siempre intentan dividirnos con el engaño del electoralismo y de otras herramientas que evitan ver el problema de fondo de las clases enfrentadas. En cada embestida contra las políticas del gobierno, abajo hay que organizar nuevas fuerzas y desde esa lucha, ampliar el triunfo.
Si hablamos de organización, la asociamos directamente a la metodología a aplicar.
¿Qué queremos decir con esto?
Que para que haya masividad hay que convocar o autoconvocarse y llamar a una asamblea que debata el cómo enfrentar el problema. Esa asamblea debe tener la suficiente amplitud y transparencia democrática capaz de enfrentar cualquier contraofensiva de las instituciones del Estado. A la vez debe proponerse informar a secciones de fábrica, barrios linderos, escuelas, etc., de la movida en ciernes.
El enfrentamiento a las políticas de gobierno debe hacer hincapié en las fuerzas propias del pueblo y en ese carácter democrático de la asamblea. Con ese poder se hace necesario potenciar todas las herramientas al alcance de las masas, comprometer, neutralizar todo lo que sea posible y golpear una vez más.
Tanto la experiencia como las fuerzas acumuladas en ésta dirección tienen que seguir ganando terreno en el enfrentamiento al gobierno, el no dejarlos gobernar requiere de lo imprescindible.
¿Con qué fuerzas? A veces hacemos contradictorias las herramientas a utilizar para el enfrentamiento porque las mismas se presentan contradictorias en las disímiles experiencias de lucha. Pero lo determinante sigue siendo el cómo hacemos para garantizar masividad, saltando todas las barreras de divisiones que nos imponen las fuerzas electoralistas, a las que nada le importa el objetivo de la lucha. La unidad desde abajo, desde la rebelión de las bases, exige amplitud, tolerancia y a la vez firmeza contra todo oportunismo se disfrace de lo que se disfrace.
Hay embestidas de masas que no los dejan gobernar, por ejemplo en el 2×1 el pueblo dijo ¡NO! y cuestionó de un plumazo al Estado y a una de sus instituciones, la Corte. Este golpe también es producto de lo que se estaba acumulando por abajo, que no aparecía, que no daba signos de vida luego de un mes de marzo movido. Pero esto es la lucha de clases, no se puede tapar, actúa permanentemente.
Lo cierto es: se trata de no dejarlos gobernar y en ese mismo andarivel ir imponiendo la participación organizada del pueblo en el concepto de la democracia directa. No importa ya lo que impulse la burguesía en el plano electoral, o si la gente vota a este o a otro candidato, siempre y cuando esa misma gente esté de este lado de la barricada. Con sus acciones y conductas corroe la gobernabilidad de la burguesía para que nos someta a más explotación y opresión.
Hay una amplia cantidad de personas de diversos sectores de la sociedad que sienten cierto “amparo” en la legalidad de la burguesía, una legalidad que hasta ellos mismos violentan cuando no les conviene… No importa, si hay que ir por un sindicato se va, pero lo determinante es cómo vamos, y es allí en donde se dividen las aguas entre las políticas oportunistas y las políticas revolucionarias.
Lo esencial pasa por la organización abajo, que en cada sector haya un delegado, que esos delegados se manejen con asambleas locales y de ellos mismos impulsen las mismas, es en ese proceso que nos vamos poniendo firmes en las bases, masivamente, que vamos ganando internas, directivas o sindicatos, afirmando siempre la metodología de democracia directa. La misma idea debe ir primando en toda experiencia de lucha barrial, estudiantil, docente, etc.
Es en este persistir, que la propia burguesía trastabilla. Deberán insistir en artilugios cada vez menos respetados por el pueblo, caminarán cada vez más con políticas chicas e intrigantes no aceptadas por las mayorías. Son épocas para ir por todo, preparando fuerzas robustas en cada acción.