La revolución que nos proponemos y que vamos a realizar, pone en el centro de la escena al ser humano, en contraposición al sistema actual al que sólo le importa el capital, la ganancia.
En varios de nuestros artículos se ha planteado parte de todas las calamidades que produce este sistema, donde los políticos burgueses (de izquierda o derecha) aceptan las reglas del mismo, tratan de maquillar y ocultar esta realidad que produce para la clase trabajadora y el pueblo miseria, explotación, indignidad y vejámenes. Vemos como vive nuestro pueblo sin vivienda, con un sistema de salud malísimo, la educación como un spot publicitario para las elecciones, con el agua en las casas cuando llueve, basura que nadie recoge, la droga, el hambre, el frío. La súper explotación para los que trabajan, la miseria para los que no.
Podríamos enumerar cientos de robos orquestados desde los sectores del poder, como el de las tierras a los aborígenes en el sur o en el norte, ya sea Salta, Formosa o Chaco, como en Neuquén, Chubut, o donde sea. Bajar los sueldos para mayores ganancias, desde los petroleros, las automotrices, los textiles o las lecheras, donde suspenden o echan obreros y la producción se mantiene o aumenta. Chicos comiendo de la basura, drogas, la mitad de nuestros jóvenes son miserables o pobres. Dengue, tuberculosis, HIV, plagas viejas y nuevas. Todo eso produce el sistema capitalista: pocos ricos muchos, muchos, muchos pobres.
Todo esto produce odio, bronca. Apretar los puños y los dientes y organizarnos es la salida. La pregunta es ¿dónde nos organizamos?, ya que todos nos dicen lo mismo y nos prometen miles de cambios, en la seguridad, en salud, en educación, en economía, puras mentiras. Solo pretenden aumentar su poder, concentrar su poder.
La respuesta es: nos organizamos en donde seamos protagonistas, y ser protagonista significa tomar decisiones, comprometernos, con las mismas, ejecutarlas. Nos machacan hasta el cansancio, vos trabajá nomás que nosotros hacemos política y te resolvemos el problema. Luego nos dicen, tengan paciencia. Nunca nos van a resolver los problemas. Nunca. Y paciencia hoy ya no tenemos. ¡¡Basta!!
Ahora, lo que también nos tiene que mover es la felicidad, la felicidad de que vamos caminando haciendo la revolución, ya que somos la ÚNICA clase que produce riqueza, la ÚNICA. Entonces somos los que debemos decidir cómo usar esa riqueza.
No tenemos nada para perder, tenemos todo para ganar. Luchamos por nuestro presente, nos apoyamos en el compañero, encontramos soluciones y vamos poniendo cimientos para que se resuelvan los grandes problemas.
Haciendo la revolución lo único que perderemos son todas las atrocidades de este sistema capitalista. Para ganar, transformarnos en el hombre nuevo que debemos ser, un hombre íntegro.