Este 29 de mayo se conmemora el 48° aniversario de El Cordobazo. Muchas cosas extraordinarias se han dicho y escrito a lo largo de los años sobre aquellos sucesos protagonizados por la clase obrera y el pueblo.
En esos hechos, como narráramos en el artículo “A 47 años del Cordobazo, la vigencia de la Revolución Socialista” (22/5/2016) tuvieron la impronta del surgimiento de nuevas ideas revolucionarias que surcaban la tenaz y enérgica lucha de nuestra clase obrera y el pueblo. Nacía la lucha por el poder y el socialismo.
Hoy a 48 años, las causas de opresión y explotación que llevaron al destino que tomó la lucha de clases protagonizada en aquellos años, no solo siguen intactas sino que se han vuelto más descarnadas y crueles, encontrándonos en una etapa terminal del capitalismo que ha llegado a un estado putrefacto y degradado, que lo único que le ofrece a nuestro pueblo es una vida indigna plagada de sufrimientos.
Aquellas gestas tuvieron como actores protagónicos a la clase obrera y dirigentes políticos y sindicales que estuvieron a la altura de sus intereses de clase, donde los más notables fueron Agustín Tosco y Atilio López, rodeados de una enorme vanguardia, dirigentes de base combativos y revolucionarios que expresaban y adelantaban la necesidad de una revolución que lleve a todo el pueblo argentino a su emancipación.
Mucha agua ha corrido bajo el puente desde aquellos años, y en una espiral ascendente de la lucha de clases, como diría Santucho, hoy emerge la necesidad imperiosa de la irrupción de la clase obrera como actor principal en el escenario político donde desde su independencia política se hace necesario romper con el statu quo de un sindicalismo asociado a los monopolios, y un sindicalismo oportunista y reformista, que se desviven por aportarles salidas a la crisis política de la burguesía con un lenguaje revolucionarista pero que aleje lo más posible al proletariado de la lucha revolucionaria.
Hoy no hay espacios para homenajes vacíos de contenido, con propuestas que sacan del centro de la escena el verdadero rol histórico de la clase obrera y sus organizaciones. Por ello es una responsabilidad esencial de los revolucionarios empujar con propuestas que hagan emerger las luchas por las conquistas económicas y reivindicativas en una propuesta política emancipadora de todo el pueblo de carácter nacional, recuperando así las viejas tradiciones donde la clase obrera supo acaudillar la lucha de todo el pueblo.
Cuando afirmamos que ES LA HORA DE LA REBELIÓN DE LAS BASES lo hacemos asentado en miles de experiencias que se vienen desarrollando en los más diversos lugares del país, pero donde la dispersión es muy grande y solo puede unificarse a través de una propuesta política revolucionaria que despoje a los trabajadores del concepto que su lucha solo es por sus mejoras económicas divorciados de una política independiente que se plantee la destrucción del Estado burgués.
El Cordobazo es el claro ejemplo (salvando el marco histórico y los nuevos fenómenos) de que ese es el camino que debemos retomar donde los nuevos tiempos de revolución deben crear sus propios contextos condicionando la gobernabilidad de la burguesía; desde el desarrollo del poder localen la lucha por el poder, con la unidad de la clase obrera y el pueblo. El Cordobazo fue un hito en la Historia, pero que estuvo de la mano del Rosariazo, Mendozazo, Tucumanazo; es decir, fue una detonación en cadena porque en la profundidad de la lucha de clases se encontraba explícita la cuestión política nacional.
Hoy el mar de fondo de las necesidades de un cambio en la lucha que quiebren la correlación de fuerzas a favor de la clase obrera y el pueblo, está impregnada en todo el país. Por eso, cuando se analiza el presente, no podemos verlo compartimentado con la Historia, pues parados sobre los hombros de las más ricas experiencias de lucha de nuestra clase obrera y el pueblo, es desde donde surgirán nuevos y extraordinarios sucesos que demostrarán que los grandes hechos de la Historia aún están por venir gracias a legados como el Cordobazo.