Cuando en la fábrica se da inicio a una nueva jornada, los trabajadores se acomodan en sus puestos para comenzar la producción. Cada obrero ha llegado a su puesto de trabajo y se incorpora a la organización social de la producción. Solidariamente se ponen de acuerdo entre los compañeros para darle arranque a las máquinas e iniciar la cadena productiva.
Afuera de la fábrica, una inmensa organización social está a la espera de lo que esos obreros producirán. Transporte, distribución, comercialización, y servicios, subordinados a ese primer eslabón: el orden industrial que impuso el capitalismo en nuestro país.
Eso es lo dominante en nuestra sociedad de clases, donde la organización de la producción, es el engranaje fundamental de ese orden industrial, acomodándose al compás de las necesidades históricas de la producción y tomando diferentes formas, promovidas por las contradicciones mismas del capitalismo, y condicionadas por la lucha de clases.
A lo largo de nuestra historia y fundamentalmente del capitalismo a nivel mundial, la organización de la producción se ha ido modificando, como también el desarrollo de las fuerzas productivas. La producción en la actual etapa está caracterizada por un nivel muy alto de socialización de las tareas, donde el obrero maneja la ciencia y la técnica, tras la incorporación de una cada vez más compleja tecnología en la producción.
A diferencia de otras épocas donde el obrero era “descalificado”, hoy tenemos una clase obrera consiente de la producción alcanzada, donde el desarrollo de la socialización pone a los trabajadores con responsabilidades cada vez mayores en la elaboración, la planificación y el control al interior de cada fábrica.
El capitalismo impone un orden industrial en la sociedad y por ende, la organización de la producción, tiene una fuerte influencia en las organizaciones sociales, culturales y políticas de toda la sociedad. En ese grado de socialización está la base material para la organización y la lucha por la liberación de los pueblos.
Mientras que el obrero va tomando cada vez más las riendas de la producción, los pueblos del mundo exigen cada vez más democracia verdadera y protagonismo en las decisiones políticas que afectan sus vidas.
Ésta es la esencia de lo que estamos viviendo en nuestro país: nuevas metodologías y formas de organización del movimiento de masas, encarnando en las luchas desde asambleas con democracia directa; dándole un carácter revolucionario que rechaza y desconoce a las instituciones del Estado burgués, y todo en una espiral ascendente.
Transitamos hoy una etapa en donde la clase obrera y el pueblo ven la necesidad de profundizar esa base de organización para ir tejiendo una unidad para la lucha, con un proyecto propio, que quiebre el cerco que impone la fábrica puertas adentro.
El papel de los sindicatos traidores lo hemos denunciado hasta el hartazgo. Trabajadores de diferentes zonas o parques industriales comienzan a mirarse las caras y ver que están buscando lo mismo: decisión, protagonismo, un rumbo, un horizonte que termine con la explotación y la indignidad a la que quieren someternos.
Al sistema capitalista y al Estado al servicio de los monopolios no le queda otra que, en principio, cerrar las puertas a cualquier reclamo. Sus planes están claros más allá que se encuentren sumergidos en una profunda crisis política, generada justamente por la situación de la lucha de clases. Y esta lucha de clases llevada adelante por los obreros y trabajadores en general para cubrir sus necesidades y satisfacer sus aspiraciones es la herramienta con la que pueden lograrse esos objetivos, tal como se viene haciendo, en múltiples conflictos.
Por eso, los trabajadores debemos hacer lo que debemos hacer: nuestro camino, independiente de cualquier tutela burguesa, desde la metodología, la búsqueda permanente de la unidad por abajo y el afianzamiento de un proyecto político que nos represente como clase. Impulsando ese camino nos vamos encontrando y preparando las aristas fundamentales de esa nueva sociedad que el pueblo está haciendo germinar desde lo más profundo.