“Se conversa, no se hacen acciones así. Creen que desde Córdoba van a manejar el país. Hay que ser ordenados, coherentes, y no generar violencia. Las leyes se respetan. Estamos en democracia”. Dijo Fernández de UTA. Este señor no respira el mismo aire que la amplia mayoría de los trabajadores del transporte, respira el aire pútrido de las alturas del poder burgués por ser un representante de la burguesía en el seno del movimiento obrero. Cuanto más habla, más se entierra y los hechos, que son tozudos y tienen una crudeza incontrastable, hablan por sí solos contradiciendo sus mentirosas palabras
El jueves la cúpula gremial de UTA, de la mano de las patotas y grupos de choque al mando de Fernández, su secretario general, planeó impedir que las movilizaciones de choferes a las puertas de UTA en Buenos Aires expresaran sus genuinos reclamos. Apostó grupos en varias cabeceras para hostigar a los choferes y en el mismo barrio de Once agredió con suma violencia a trabajadores de varias empresas que se habían movilizado. Algunos de ellos están hospitalizados y en estado grave. Sin embargo, y a pesar de ello, la movilización se expresó contundentemente, sellando con una masiva asamblea la decisión de ir a fondo y desde las bases, por un sindicato en sus manos, por demandas salariales y rechazo a las paritarias, por mejoras en las condiciones de trabajo y de la obra social con la que son estafados impunemente.
El mismo jueves Fernández quien expresara “se conversa, no se hacen acciones así”se levantaba de la mesa de negociación en Córdoba cuando ya estaban avanzados los acuerdos, prolongando así el conflicto y el sufrimiento de los trabajadores y de toda la sociedad cordobesa. Se negó a llegar a un acuerdo porque temía dejar fijado un antecedente que profundizaría la movilización de los trabajadores del transporte en todo el país dando lugar a sobrepasar el infame acuerdo salarial de 21% a cobrar en tres veces y firmado a espaldas de los trabajadores. El empresariado y los poderes del Estado, aprovecharon la maniobra para ratificar que sin la representación de UTA no se firmaría el acuerdo, que implica la reincorporación de los despedidos, el pago de los días caídos y una suma adelantada de alrededor de 6.000 pesos. Es decir, la triple alianza tratando de cerrar filas, buscaba salir de la crisis con más de lo mismo. Demás está decir que las palabras del “pollo” Sobrero no hacen más que favorecer a la triple alianza cuando afirma “Alguna vez el Estado nacional tiene que tomar partido por los trabajadores”.El oportunismo también busca en esta instancia ganar votos pidiéndole al Estado burgués que regentea esta política abiertamente en contra de los trabajadores que haga lo opuesto. Un verdadero charlatán.
Mientras tanto el glorioso paro se ratifica y el rechazo a las paritarias acordadas ha salido ya de los marcos geográficos de Córdoba extendiéndose a todo el país. El estado asambleario y de acción recorre las cabeceras de las líneas de transporte público y pone blanco sobre negro cuál es su real situación, que no es otra que la bronca y la necesidad de actuar unificados por sus intereses. Es decir, la rebelión de las bases es un hecho y el no dejarlos gobernar asume ya carta de ciudadanía.
Lejos de ser una lucha solo reivindicativa, este escenario pone el acento en la acción política de los trabajadores, que desde las bases mismas cuestionan y enfrentan el marco político y jurídico y de la institucionalidad burguesa en los sindicatos, asumiendo una representatividad que no detentan y que actúan incluso fuera de los horizontes trazados por la propia burguesía, es decir al margen de sus propias leyes y al margen incluso de la propias conquistas de los trabajadores.
Esta lucha que rompe los marcos de la institucionalidad burguesa y que día a día asume un carácter nacional, tiene que desarrollar la ampliación de los cuerpos de delegados, multiplicando la organización de base, que no solo deben constituirse como expresiones genuinas e independientes de la tutela del Estado y las empresas, sino como expresiones reales del protagonismo de los trabajadores con su propia impronta de clase, como la fuerza organizada y masiva de los trabajadores del transporte. Pero al mismo tiempo convocar desde esas bases a trabajadores de otras ramas, rompiendo el lastre de la división por sectores, unificándose no solo en este reclamo sino en el sentido nacional que asume con el que la amplia mayoría de los trabajadores acuerda.
La política entendida así deja de ser una cuestión ajena y pasa a los hechos, transita por los caminos reales de la lucha por nuestros intereses, estampa verdaderas expresiones de poder. Ello de por sí es transformador, sin embargo la necesidad de poner un norte liberador de las cadenas del capital hace a la necesidad de un proyecto revolucionario que, sin las organizaciones de base con la impronta de su rebeldía, se convertiría solo en una ilusión.
La burguesía consciente de esto hace todo lo que está a su alcance para evitarlo pero la lucha de clases es incuestionablemente tozuda y lo que hacen está sujeto hoy más que nunca a la organización y política revolucionaria de la clase obrera. Nuestro futuro depende hoy, más que de ellos, de nosotros.