Mientras este gobierno intente una y otra vez pasear su gobernabilidad contra los intereses de la clase obrera y el pueblo, se intensifica la movilización, la lucha y la organización para no permitirla. Son infinitas las razones históricas, causas y motivos en los cuales se condensan los hechos históricos. ¡¡Al gobierno actual se lo enfrentará… como se lo está haciendo!!!
Para continuar garantizando el sistema capitalista (y admitiendo que nos encaminamos a una “ingobernabilidad”), la burguesía comienza a tomar recaudos y se abroquela en la defensa del sistema. No es casual entonces que desde el poder comience a embanderarse el concepto de “democracia participativa” (“gatopardismo” del más puro) o sea, que todo cambie para que nada cambie. La democracia participativa aparece como una vuelta de rosca más de la democracia burguesa.
Nos dicen: así como está, esto no va más… hay corrupción, nadie cree en las instituciones … entonces mejoremos y hagámos “más participativa” la democracia… sigamos… desarrollando canales participativos en donde el pueblo pueda moverse, deliberar, organizarse y exigir desde allí gobernabilidad a los representantes elegidos en las urnas.
Es decir todo cambia menos lo esencial: que sigamos delegando a los “representantes”.
O sea que la “democracia participativa” es un nuevo contenedor de las aspiraciones de cambio popular, para que nos cansemos debatiendo lo que “nuestros representantes” jamás harán en beneficio del pueblo explotado y oprimido.
No se puede mejorar la democracia burguesa, como no se puede mejorar el capitalismo. Lo que sí se puede dentro del capitalismo y de la democracia burguesa es luchar, organizarse para conquistar reivindicaciones políticas y económicas, a la vez de preparar en las entrañas del sistema las fuerzas políticas revolucionarias de todo el pueblo. Y ellas dentro de los marcos de la democracia directa, es decir, la forma de gobierno en que el pueblo no delega a sus representantes, sino que gobierna en forma directa, estableciendo nuevas instituciones que nada tienen que ver con la democracia burguesa o su “nueva” propuesta de participativa.
El agua divisoria entre la democracia burguesa y sus variantes con la democracia directa, es que el pueblo decide los rumbos políticos sin delegar a ningún representante.
Lo nuevo, lo que está viniendo, lo que se corresponde con el momento actual aún se encuentra en estado embrionario. La burguesía ha asimilado que nuestro pueblo está asqueado de todo lo que le viene del sistema, pero aún lo nuevo no ha parido.
Puja por nacer y fortalecerse, crecer en todos los planos. Entonces nos meten por la ventana “la democracia participativa” como lo renovador y democrático. Intentan frenar la historia, lo que se viene y en ello, nos bombardean con política e ideología de la clase dominante.
Los revolucionarios no perderemos el norte, estamos a favor del desarrollo de la historia, y en ello va la política revolucionaria y la ideología revolucionaria.
Entonces, no dejarlos gobernar debe acumular en política revolucionaria, que despliegue las metodologías revolucionarias y las instituciones que ejerzan desde el vamos la democracia directa, práctica que se viene desplegando desde años pero que en el último período los revolucionarios hemos trabajado para establecer esas prácticas como herramientas de poder.
Es mucho lo que nuestro pueblo ha desplegado en ese horizonte, pero hace falta que acumule hacia la revolución, se fortalezca esa práctica democrática para enfrentar lo viejo y conocido; enfrentando el continuo engaño de negar en los hechos el poder de decisión directa de los destinos de nuestro país en manos de nuestro pueblo.
Bregamos en forma constante por darle institucionalidad revolucionaria a las asambleas que acumulen en favor de la historia, de la revolución. Profundizar que desde allí tenemos que “plantar bandera” para que este gobierno no ejerza su gobernabilidad.
Las elecciones que vienen intentarán profundizar en la “grieta” unos y otros utilizarán los más bajos “instintos” que tienen para poner líneas divisorias entre el pueblo garantizar el sistema. Coinciden en que ¡de eso no se habla!
Mientras tanto, los revolucionarios deberemos persistir una y otra vez en denunciar que los techos de la democracia burguesa frenan el verdadero espíritu democrático que anida en nuestro pueblo. Esa democracia es reaccionaria y tergiversa el verdadero sentido de la misma.
Es la legalidad de la propia democracia burguesa la que es quebrada por los funcionarios del Estado cuando no alcanza para frenar las luchas del pueblo.
Los revolucionarios persistiremos en la idea de avanzar en la unidad desde abajo, desarrollar la organización que exprese lo nuevo de la democracia directa y que contemple el golpe por golpe a la gobernabilidad establecida o a la que se intente establecer.