Reproducimos un relato que nos envía un compañero.
«El Jueves 15 de Junio pasado, el transa del barrio se presenta en la casa de otro transa. Se inicia una balacera en la que queda herido levemente uno de los soldaditos de este último». Así se inician los hechos que culminarían con la masacre de Villa Argentina en la madrugada del sábado siguiente.
A primera hora de ese sábado (1:00 AM), un automóvil Fiat Uno de color rojo se acerca a unos pibes que estaban en una esquina del transa que -sin mediar palabras- baja las ventanillas y comienza la balacera. Los disparos se efectuaron con el auto en movimiento y con armas cortas de grueso calibre, pistolas 9 mm y Magnum 44-40. En la balacera queda herido de muerte un muchacho de 40 años, otro de 23 y un pibe de 16. Este último fallecía unos días después, producto de haber recibido un disparo de Magnum por la espalda.
El día sábado por la tarde, junto a dos compañeros no dispusimos a recorrer el barrio y a entrevistar a los vecinos y victimas sobre lo sucedido. Pudimos reconstruir los hechos con buena precisión y detalles, y decidimos convocar de inmediato una reunión con los vecinos para informar lo sucedido y cortar con las múltiples versiones dolosas que circulaban por las redes sociales.
A la convocatoria asistieron unas 20 personas que nos escucharon atentamente. Se contó cómo sucedieron los hechos, el actuar de la policía y las directivas de la Fiscalía (que había ordenado allanamientos a las casas de los asesinos gracias a la denuncia de uno de las victimas sobrevivientes). Durante los allanamientos se dio captura a dos de los responsables de la masacre, los otros dos caerían hace un par de días en Ingeniero Budge.
Conociendo esto, dedujimos junto a los vecinos que la Fiscalía había decidido a allanar solamente a los responsables de los disparos, tratando el hecho como «una pelea entre jóvenes de mal vivir» y desestimando por completo la versión del denunciante principal, que declaró el carácter real de guerra entre narcos que se dio en el barrio.
Ante esto, decidimos en la asamblea vecinal recurrir a un abogado en quien la gente tiene gran confianza y aprecio, para que vaya a la Fiscalía con el testigo para que pudiese ampliar la declaración que había hecho en primera instancia en la Comisaria, y que habría llegado recortada a la fiscalía. En segundo lugar, volver a convocar una reunión luego del encuentro del abogado con el fiscal, a fin de tomar conocimiento de lo hablado y además decidir qué hacer en consecuencia.
Esta reunión se llevó a cabo el día miércoles a las 20 horas. La convocatoria contó con los familiares de las víctimas y la participación de más de 100 vecinos. En dicha reunión se profundizó sobre la situación, se habló sobre el problema del narco en el barrio y se planteó la movilización como único recurso que pudiera garantizar la justicia y para las víctimas.
Allí se decidió que la lucha no terminaba cuando se meta preso al transa y se echen a los policías que lo acompañan, sino que se debía evitar que se vuelva a vender droga en el barrio. Con esa premisa, la consigna fue: Ni un Transa Más. Ni un Pibe Menos.
Se decidió marchar el día viernes a la Fiscalía, a presionar para que se investigue al transa, se remueva a el comisario y al jefe de calle. Además, que el fiscal reciba a las familias y poder incorporar una nueva denuncia de otro testigo al expediente. Fue así que el viernes 8:30 de la mañana se realizó la marcha hacia la Fiscalía y una posterior concentración en las puertas de la misma.
Se transmitió desde la radio La Barriada, radio comunitaria del barrio, en la que hablaron los familiares y el abogado. La movilización fue muy emotiva y se desarrolló durante el transcurso de la mañana. Participaron muchos vecinos que marcharon desde el barrio con pancartas, unos 5 km. de distancia.
A pedido del fiscal, los testigos fueron al reconocimiento de rueda de los sospechosos, los cuales fueron reconocidos por ambos testigos, quedando estos como imputados de los hechos. Junto a esto, recibimos la noticia que el jefe de calle de la Comisaria 2a. había sido removido de su puesto.
A pesar del dolor e indignación que provocó la masacre, el estado de ánimo de los vecinos es muy positivo por lo conseguido en esta lucha… A lo que se le suma el convencimiento que nada de todo esto debe quedar impune, a la vez de que no podemos permitir que vuelva a repetirse. Y junto a esto, la certeza que sólo la movilización popular puede garantizarlo.
Lo que sigue -y que surgió de la asamblea del día miércoles- es ir con los familiares y quienes puedan a La Plata, a la Fiscalía General y a la central de policía, a presionar para que se investigue la trama de la droga y a exigir la remoción del comisario de la Comisaria 2da. de Varela.
Como otro dato que pinta de cuerpo entero la situación, parte de la familia del testigo y el propio testigo, rechazaron la custodia policial para su «protección», dado que sería como poner al zorro a cuidar a las gallinas. Y se asumió el compromiso de cuidarlo los vecinos mismos, estar alerta por si pasa algo.
Los sucesos que relatamos aumentan la confianza del pueblo, que la movilización y la organización es el camino para resolver nuestros problemas, sumando al optimismo general en medio de tanta desolación.
El barrio de Villa Argentina aún está conmocionado, pero a la desazón general de los primeros días le sucedió -dado el transcurso de los acontecimientos- un fuerte sentimiento de revitalización de los lazos sociales, surgido de la solidaridad hacia los familiares de las víctimas y de encontrarnos todos con la posibilidad concreta de resolver el problema de la droga en el barrio.