El ataque a la clase obrera no tiene fronteras. Bajo el concepto de competitividad y de ventajas de inversión, la oligarquía financiera pergeña una política de flexibilidad laboral en todo el mundo. Como ya se dijo en otro artículo de esta página, el G20 no hizo más que ratificar esta cruenta decisión a escala mundial. La ratificación por medios legales de la precarización laboral, es decir, darle entidad de ley a las más inhumanas condiciones de trabajo y la reducción de los salarios, es el elemento político central para profundizar la superexplotacion de los trabajadores.
Estas reformas, que son el centro de las políticas de la oligarquía, pretenden llevar un amplio abanico de conquistas laborales y sociales a un rango casi nulo, “legalizando” por medio de la plutocracia parlamentaria, condiciones que remiten a las oscuras épocas del surgimiento del capitalismo.
La aprobación de la flexibilidad laboral en Brasil, que los monopolios saludan con entusiasmo, son un botón de muestra de lo que decimos. Publicamos aquí una serie de aspectos de esa reforma que fueron expuestos en El Cronista Comercial del día 13 de Julio pasado.
– Permite que los acuerdos sindicales prevalezcan sobre la legislación
– Amplía la tercerización, alcanzando la actividad principal del establecimiento
– Crea nuevos tipos de contratos de trabajo, entre ellos, el trabajo intermitente
– Amplía la posibilidad de acuerdos individuales, entre ellos, la posibilidad de jornada de 12 horas por 36 horas de descanso y reducción de intervalo intrajornada
– Prevé banco de horas para compensación de horas extra, sin necesidad de acuerdo colectivo
– Dificulta y encarece el acceso a la Justicia del Trabajo
– Acaba con el pago de las horas de desplazamiento
– Excluye la obligatoriedad de homologaciones de despidos por sindicatos
– Retira la obligación de negociar con sindicatos despidos colectivos
– Restringe las hipótesis y fija límites de valores para indemnizaciones por daños morales proferidas por la Justicia del Trabajo
– Autoriza arbitrajes laborales para salarios por encima de R$ 11.100
– Permiten a las mujeres embarazadas y en período de lactancia realizar trabajos insalubres
– Revoca los 15 minutos de descanso antes de las horas extra para las mujeres.
Estas reformas chocan frontalmente contra la más mínima dignidad humana. Pero los núcleos más concentrados de la burguesía monopolista en nuestro país, no ven en ello más que ventajas económicas respecto de la reducción de costos. Centran su atención en la feroz competencia intermonopolica y sus guerras por la ganancia. Su crítica está en consonancia con la falta de aplicación de esta flexibilidad laboral en nuestro país y para ello han declarado una guerra despiadada a la clase obrera.
Dice Dante Sica (de la consultora ABECEB): «Debemos mostrar una determinación similar a la de Brasil y lograr la aprobación de una batería de medidas que permita dar señales de sustentabilidad fiscal, fundamentalmente, mejorar su competitividad para atraer inversiones productivas, que son las que generan empleo”. Tal es la precisión que se expone desde el riñón mismo del poder concentrado, acérrimo defensor del régimen de explotación capitalista.
Las llamadas reformas previsionales e impositivas, mas la legalización parlamentaria del régimen vigente de precarización laboral, de despidos, de rebajas salariales, del despiadado ninguneo de las leyes laborales, mas la aplicación del nuevo régimen de accidentes de trabajo, de la conformación de convenios laborales decididamente en contra de la clase obrera, con la participación ruin de la casta de sindicalistas vendidos al capital, que sumados a las políticas de ajuste e inflacionarias… conforman el contenido de la flexibilidad laboral que impulsan desde este núcleo y que el actual gobierno implementa.
La conducta de la patronal de SAMEEP, empresa de Aguas del Chaco (que es el Estado mismo), frente a la muerte de 6 obreros (4 en esta semana y dos en febrero) desnudan el significado de lo que pretenden legalizar. Por trabajar en condiciones precarizadas, por ganar escasos salarios, por estar sometido a un régimen laboral ilegal e inhumano, obligatorio y coercitivo a la vez, estos trabajadores perdieron la vida realizando labores inapropiadas. ¡Si no lo haces te despido o no te efectivizo! Odio es lo que provoca…
Esta realidad, deliberadamente ocultada, es cotidiana en nuestro país. La flexibilidad laboral que pretenden legalizar implica reconocer estos regímenes de trabajo, que de hecho, el capital está practicando. SAMEEP, el transporte, empleados públicos, Pepsico, Atanor y muchos más, son clara expresión de ello. Aquí caben todas las atrocidades que los monopolios implementan contra la clase obrera. Aquí, en nombre de la ganancia, cabe la declaración de guerra que la oligarquía financiera y sus CEOS implementan contra la dignidad de millones de trabajadores, desde sus políticas y desde el carácter represivo con que buscan imponerlas
En esta guerra de clases, la necesidad de profundizar la movilización y las convocatorias en los mismos centros de trabajo, con asambleas masivas, desde sus genuinas organizaciones de base, con trabajadores de otras empresas, con la participación activa de los miles que en barrios y escuelas sufrimos en carne propia estos ataques frontales de la burguesía, debe constituirse en la punta de lanza de una amplia movilización de nuestro pueblo para enfrentar estos planes.
Debemos profundizar el camino de no dejarlos gobernar y conformar desde este rumbo un movimiento político revolucionario. Avanzar en niveles de unidad y organización local por abajo, en fábricas y barrios, impulsar movilizaciones locales y zonales. Las burocracias sindicales como la CGT, con sus compromisos a favor de la explotación, y las elecciones, están en un quinto plano respecto de nuestras necesidades más inmediatas. La movilización, la organización de las bases, la más amplia unidad y la masividad, es nuestro camino frente a todo esto.