El sube y baja de la cotización de dólar es un problema fundamentalmente político.
Vulgarmente hablamos del tema y lo asociamos a lo económico, no está mal, sin embargo en la historia política de nuestro país el dólar estuvo atado a la palabra crisis.
Desde la concepción económica burguesa es muy difícil descifrar el tema. Las fuerzas del “mercado”, que trascienden nuestras fronteras pondrían en ridículo a cualquier “mago” de las finanzas. La anarquía de la producción en el sistema capitalista producto del fin supremo que es la ganancia conlleva sobresaltos “inesperados”.
Nadie, desde un análisis estrictamente económico que no tenga en cuenta los avatares de la lucha de las clases y sus consecuencias políticas, sabe cómo será la cotización del dólar mañana lunes. El dólar puede acentuar su suba, puede bajar, pero lo sucedido en el plano político no tiene vuelta atrás.
Si sube, se afirmará la idea de que la inflación no está controlada, recordemos que es un objetivo propagandístico del gobierno que muestra como triunfo “un éxito-no éxito” en plena campaña electoral. El poder de compra del salario recibe un mazazo. Los argentinos sabemos que si el “verde” sube, suben todos los productos. Estas dudas no serán dudas, el mecanismo de refugio será aumentar los precios, pase lo que pasare. Primará el “por las dudas”.
Otro aspecto propagandístico del gobierno es el de alimentar el sueño de la casa propia con créditos de dudoso resultado. Lo cierto es que una buena parte de créditos fueron otorgados en dólares. Lo curioso de estos días es el derrumbe de esos sueños. Si el banco presta 90 mil dólares se necesita cierta cantidad de pesos para comprarlos en ventanilla, en una semana con esos pesos no alcanzará, habrá que embretarse en un nuevo préstamo para alcanzar esa nueva cotización. Esos pesitos equivalen a la compra de un automóvil cero kilómetro.
No nos metemos en lo puramente económico para analizar el por qué el Banco Central no salió a parar la corrida. Seguramente están debatiendo una estrategia del ¿qué hacer?, pero la inestabilidad económica de estos días es producto de la inestabilidad, de orden político, que recorre todas las arterias de nuestro país: las clases, de una u otra manera, han sentido el golpe. Está abierta una crisis política en el gobierno que se expresa en la vacilación a dar respuesta inmediata a un problema que genera tanta incertidumbre a días de las PASO (Previas Abiertas Simultáneas y Obligatorias)
Si mañana el dólar baja, en el plano político, será muy tarde. Se intuye en la sociedad que la debilidad mostrada por el gobierno está marcada por la incapacidad de sortear las encrucijadas políticas en que los envuelve la lucha de clases.
Sería un error que los revolucionarios nos metiéramos a dilucidar los factores económicos, desde el punto de vista burgués que mueven al dólar al sube y baja. La burguesía está abroquelada para lograr mayor productividad, entrarle a la flexibilización laboral y esa batalla habrá que enfrentarla con dólar arriba o dólar abajo de los $17 ó $18.
Estas expresiones económicas no escapan a la lucha de clases, nuestra clase obrera y nuestro pueblo no creen en este proyecto burgués, no creen en las instituciones del Estado y van erosionando diariamente los embates que se realizan desde los ministerios al mando de los CEOS. Desde las oficinas centrales de los monopolios advierten que las cosas no están bien, la “avalancha” de inversiones no se concreta y la impaciencia de los de arriba es producto del malestar generalizado por abajo.
Esas oficinas no son monolíticas, para mañana nadie tiene certezas del devenir económico, se debate, se discute y por arriba no se trata de “señores” con trato de “señores”, todo es negocio y cada interés juega sus cartas. Lo cierto es que la lucha de clases está llevando a la ingobernabilidad. El desbarajuste hecho no tiene retorno, la desconfianza de nuestro pueblo al proyecto burgués avanzó un paso más. Las tareas del momento planteadas en los últimos artículos de ésta página adquieren más vigencia que nunca. Se trata de multiplicar los esfuerzos por no dejarlos gobernar, con ellos en el poder el deterioro de nuestras vidas continuará sin cesar.