No hay una sola posibilidad histórica que el sistema capitalista encuentre nuevos caminos que eleven la calidad de vida de la humanidad.
¿Esto es determinismo histórico? ¿Que nos quieren decir con eso? El determinismo histórico se lo adjudica a los revolucionarios para denostarlos, y otras veces para poner los ideales revolucionarios en la “estratosfera” de las utopías.
Se lo quiere asociar a la crítica de la burguesía cuando dicen que afirmamos: ¡que las cosas son así porque deben ser así!, haciendo referencia a la necesidad de una revolución socialista.
Es decir, que si hablamos de épocas de revolución responde a un capricho de un núcleo “pensante” que basados en el estudio de laboratorio de la lucha de clases y mezclando teorías y leyes de la sociedad, da por resultado una revolución.
En nuestro país, la burguesía hizo un trabajo en profundidad en el tema ideológico. No fueron solo los momentos de dictadura para quebrar la idea de luchar por una sociedad socialista, años posteriores de conquistas democráticas ganadas en las calles, el debate encaminado para avanzar a una sociedad que cambiase de manos la propiedad los medios de producción y cambio, iban a pasar inadvertidos en un marco de ofensiva ideológica contra el socialismo.
Los acuerdos entre Nixon y Mao, creando las bases sustanciales de la actual globalización, la caída de la Unión Soviética, la caída del muro de Berlín, el fracaso de experiencias socialistas y su paso del Capitalismo de Estado al Capitalismo Monopolista de Estado, fueron algunos de los argumentos fundamentales a la hora de unificar el frente burgués para desterrar de la memoria de los pueblos la revolución socialista
Cuba se mantuvo y se mantiene contra viento y marea, una revolución socialista abrumada por infinitos factores estructurales, una llama encendida que no se apaga. Pero a decir verdad, ese socialismo planetario que pululaba anteriormente, era Capitalismo de Estado, que había generado nuevas burguesía nacionales y que estaba a contramano de la historia del Capitalismo, cuando ya lo dominante era el capitalismo monopolista de Estado.
Desde Nixon -Mao al 2007-2008, como si se le pudiese poner fecha a grandes ciclos históricos de la humanidad, hubo una tenaz ofensiva ideológica de la burguesía para sentar bases de lo que vendría.
Los Estados se transformarían en verdaderos instrumentos de los monopolios, sus instituciones correrían el velo de ponerse por sobre las clases y se mostrarían pertenecientes a su clase, pero ahora sin desenfado.
El capitalismo “desarrolló fuerzas productivas” y esa verdad a medias estaba ocultando la verdad. Por supuesto que nada se dijo en el marco de esa ofensiva ideológica del freno que se estaba produciendo del desarrollo de las fuerzas productivas.
Nixon y Mao se sentaron en una mesa de negociaciones para vertebrar lo que hoy es el común denominador de las burguesías ya monopolizadas: achatar los salarios, sostener el principio que mueve el capitalismo, que es la ganancia, y sostenerse como clase dominante apagando los incendios que producen los pueblos cuando VAN POR UNA SOCIEDAD DE NUEVO TIPO.
Lo que sobran son cifras oficiales para mostrar la verdadera cara del capitalismo. Miles de millones de seres humanos arrojados al vacío, guerras, medio ambiente y naturaleza hostigados hasta el límite de existencia, enfermedades, desnutrición, el encontrar la felicidad en la mercancía, en la carrera por llegar a consumir lo que nunca se alcanza sin un alto costo espiritual.
Freno a las fuerzas productivas, eso es lo determinante de ésta época histórica. Sólo habría que cerrar los ojos por un instante y asimilar lo que pasaría si al menos en nuestro país los que trabajamos, los que generamos las riquezas, pudiésemos dirigir nuestro destino.
En este mundo globalizado, los sueños de Nixon- Mao comenzaron a desvanecerse en el2007- 2008, cuando el epicentro de la crisis financiera se radicó en el propio EEUU y se extendió luego en la Europa occidental, emblema de la democracia burguesa cruel, aterradora, como sus socios imperialistas, recreando en los cinco continentes sus sueños colonialistas de los siglos XIX y XX.
La abismal diferencia radica en el papel de la burguesía monopolista, que asienta sus reales en Estados que ya no tienen como dominante las fronteras para disciplinar a los diferentes sectores de su propia clase, sino y fundamentalmente, a la clase obrera y los pueblos del mundo.
Esa crisis desatada en el 2008, lejos de solucionarse, se ha profundizado en un eslabón que viene deteriorándose año tras año, nos referimos al político. Han quedado muy atrás las épocas en donde Reagan- Tacher tenían voz de mando y ejecución; han pasado algunas décadas solamente para asimilar que los años dorados para esa oligarquía financiera se han hecho añicos.
El sistema capitalista no trajo bonanza, trajo dolor. No pudo incorporar a miles de millones de seres humanos a una vida de dignidad; en todo caso, incorporó al mercado de consumismo nuevas fuerzas productivas explotadas y oprimidas, muy lejos del bienestar anunciado.
Las expresiones que por arriba se traducen en más guerras, en más marginados, en más hostigamiento a la naturaleza, son porque el capitalismo está frenando a la principal fuerza productiva que es la sociedad humana. Todo hierve por abajo, todo aparece como inexplicable, si en verdad no comenzamos a asimilar en profundidad que los pueblos no se suicidan, los pueblos buscan nuevos caminos, van y vienen y desde hace 10 años, no se detienen… Las malezas tejidas por la burguesía de los años 60 en adelante comenzaron a ser taladas, no dejan de ser malezas aún, pero hay decisión de grandes mayorías de talar esas madejas indescifrables.
Para ello, los pueblos retoman los machetes. No están claras aún las direcciones a tomar pero la vida va poniendo un orden histórico, muy lejos de todo determinismo. Es en ese ir y venir ascendente, descifrable, que no hay que perder la paciencia. Es en ese despertar de millones y millones en el planeta, de nuevos proletarios y pueblos explotados y oprimidos, que comienza a reverdecer en un nuevo ciclo histórico la necesidad de revolución socialista. Entendiendo por ella a la necesidad histórica de que los medios de producción y cambio pasen a manos de los explotados y oprimidos, creando nuevos Estados revolucionarios capaces de liberar las fuerzas productivas atenazadas por la ganancia de unos pocos monopolios en el mundo.
Las burguesías, esencialmente son burguesías monopolistas concentradas, sin patria. No son burguesías imperialistas como se los denominaba en los años 60 del siglo pasado, haciendo el acento en el imperialismo norteamericano, alemán, japonés, etc. Hoy, la burguesía monopolista se encuentra enquistada en todos los Estados y desde allí dirimen sus contradicciones internas, y por sobre todas las cosas, en contra la clase obrera mundial. Hablar de EEUU, de China o de Rusia sin ver que en esos países lo dominante es la oligarquía financiera globalizada, es dar pasto a la idea de una salida capitalista al horror que los pueblos del mundo estamos padeciendo. Nos desvía de una propuesta independiente, de clase, capaz de poner en marcha una nueva sociedad digna de vivirla como seres humanos.
En éstas condiciones de vida bajo la dominación de clase burguesa, el determinismo histórico está dado por quienes critican al capitalismo. Nos dicen que es la única salida posible a la actual crisis humanitaria. He aquí los resultados a la vista: más capitalismo más crisis.
Los revolucionarios vamos a persistir una y otra vez, porque vamos a favor de la historia. La burguesía que se encargue de frenarla y los revolucionarios de desatarla.
En esa confrontación de clases no nos desesperaremos ni por un instante, pero haremos lo que tenemos que hacer en cada instante. Levantaremos la mirada, trabajaremos en la elevación de la lucha política de todo el pueblo, ahondaremos en las metodologías revolucionarias y desplegaremos todas las organizaciones políticas que se erigirán en poder político, antes, durante y después de la toma del poder.
Los peores años de ofensiva ideológica para quebrar la idea de revolución han pasado, pero ahora hay que instalar con más ímpetu las políticas revolucionarias que den respuestas al qué hacer, cuando las malezas han comenzado a talarse.