El proceso que atraviesa el movimiento de masas se caracteriza por haber comenzado una profunda ruptura con las dirigencias sindicales en particular, y con las perimidas formas de organización vertical del sindicalismo en general.
Durante este último año, muchísimas empresas realizaron sus primeras asambleas. Empresas donde la represión por parte de la burocracia sindical y de las gerencias han impedido durante décadas la másmínima expresión democrática dentro de la fábrica.
En otros lugares, donde ya existía la experiencia de haber realizado alguna que otra asamblea, éstas se multiplicaron y se han reconocido ya como órgano institucional de la organización de la clase. Si bien este fenómeno se da en algunos lugares con mayor o menor profundidad, la tendencia general es de un aumento cuantitativo en la conquista de libertades políticas –es decir, del proceso de democratización de las organizaciones de la clase obrera.
La asamblea en sí, es un paso importantísimo en este sentido, pero no debe concebirse como un fin en sí mismo, sino como una instancia más en la construcción de organizaciones horizontales, de democracia directa. Y es en ese sentido que debemos desarrollar la democracia directa también en profundidad, desplegando como primer herramientapara afrontar ese camino, las asambleas de sector.
Allí es donde se consigue integrar del primer al último trabajador a la discusión, toma de decisiones y ejecución de las tareas. Es con los compañeros de trabajo más cercanos, los de todos los días, esos que son casi familia, donde se dan los espacios de discusión profunda sobre los problemas laborales, que comienzan incluso a trascender la barrera de los reclamos puramente económicos. La discusión del aumento salarial se fortalece, al igual que los reclamos sobre las condiciones particulares de seguridad laboral de la sección de trabajo, pero incluso llega a plantearse la cuestión del “para qué” y “cómo” trabajamos.
Es desde allí donde, al integrar a la discusión a la inmensa masa de trabajadores de la empresa, se llega a las asambleas generales fortalecidos:
- Desde ese punto de vista, los revolucionarios debemos preocuparnos por que las propuestas llevadas a la asamblea general o al cuerpo de delegados ya no sean planteadas en forma individual, sino que se constituyan como propuestas colectivas planteadas como sector o sección, hacia el conjunto de la fábrica.
- Las asambleas generales se ven fortalecidas si con anterioridad ya desplegamos la discusión en los sectores de trabajo (“al pié de la máquina”). Eso aporta a ganar masividad en la asamblea general, porque se va a decidir en base a las propuestas y discusiones ya desplegadas en un ámbito que permite la intervención de más cantidad de compañeros.
- Se evita así que la asamblea general se constituya como un fin en sí mismo, fortaleciendo el carácter ejecutivo de la misma.
Otro aspecto a tener en cuenta es el de combatir las famosas “asambleas informativas”, que se terminan constituyendo en un monologo del delegado o el activismo, y, conscientemente o no, se planta una falsa división entre “los que luchan, y los que trabajan”. Incluso las asambleas de sector deben funcionar con capacidad ejecutiva propia: debemos preocuparnos porque estas asambleas puedan desplegar acciones concretas ante determinados problemas del sector, o bien propuestas de acción hacia la asamblea general y el conjunto de la fábrica, pero donde todo el sector se encuentre dispuesto a participar de la iniciativa.
Desarrollar la democracia directa en profundidad es indispensable para ganar en masividad y avanzar en la destrucción de la democracia representativa y de todo caudillismo sindical o partidario, es decir, de las formas verticalistas de organización, que no se corresponden con las actuales formas de organización de la producción.
La democracia directa es un aspecto central de la política: de la labor política y organizativa, así como para garantizar la masividad en los reclamos.
Es una tarea infinitamente ardua y compleja. Las particularidades de cada sector de trabajo determinarán las formas específicas en que este tipo de organización toma forma, pero tampoco se trata de una abstracción.
La clase obrera ya está atravesando este proceso de ruptura con el viejo verticalismo sindical, de los delegados como una “casta superior”, de la política del seguidismo.
Es parte de nuestro papel como revolucionarios allanar el camino para que se abran paso estas nuevas, revolucionarias, y democráticas experiencias de organización.