El marketing político y electoral implementado por los monopolios y el gobierno a su servicio, trabaja a toda máquina. Con un bombardeo que va desde la más ridícula frivolidad, hasta las más infames mentiras. Los medios intentan que el gobierno de los monopolios aparezca fortalecido en lo político y económico, y sin quiebres. Han montado esta apariencia que se sostiene con mentiras, para esconder subrepticiamente, las componendas que implementa el gran capital y sus grandes negocios. Todo ello para sostener la gran fiesta especulativa que exige la continuidad de este rumbo que garantiza ganancias siderales al capital monopolista mundial, a costa del endeudamiento descomunal que esto implica, a costa del saqueo de los recursos naturales a costa de profundizar la explotación y el ajuste.
La necesidad de sostenerse a como dé lugar con estas reglas del capital monopolista los lleva al montaje marketinero, en el que no puede haber ninguna situación política que contamine este teatro.
De allí que no hay concesión alguna a las necesidades de nuestro pueblo. Por el contrario, se oculta deliberadamente todo y se esconde bajo la alfombra, toda acción política desde abajo y el peso que la movilización de masas tiene en este escenario.
Es así como de repente, casi mágicamente frente a las movilizaciones -y a modo de respuesta- aparecen grandes titulares, donde se afirma que la desocupación se ha reducido, la inflación baja, la recuperación económica avanza, que se combate el narcotráfico y los brotes verdes comienzan a vislumbrarse y el país está en vías de encaminarse a una salida fructífera… Podría decirse que estamos en un paraíso. Como aquel paraíso que la burguesía supo construir en épocas del gobierno K, con sus campañas de ocultamiento en favor del capital monopolista, como por ejemplo, los negocios con las mineras, con Monsanto, el escandaloso acuerdo con Chevron en Vaca Muerta, entre otros.
En su doble función política e ideológica, los medios burgueses intentan con todo esto desdibujar la crisis política y la debilidad que pesa en la superestructura. Pues, el disciplinamiento a la clase obrera, también pasa por aparentar que la burguesía es una fuerza de clase homogénea y sin fragilidades.
De allí que los medios presentan sus cónclaves, seminarios, convenciones y foros empresariales entre Ceos, gerencias de monopolios y gobierno, como un ámbito de fraternidad y diálogo, donde reina la preocupación por las genuinas soluciones del país.
Los medios ponen principal énfasis en el peso de los monopolios en la dirección del rumbo político de nuestro país. Pero aun a expensas de mostrar que Argentina está integrada al mundo y sostener esta muletilla como un triunfo del Macri, no hacen más que mostrar que no todo es color de rosa y que las apariencias engañan. La globalización es precisamente un pantano fangoso donde se pisotean unos a otros tratando de arrebatarse las ganancias y salir del pantano de la tasa decreciente de la cuota de ganancia, a costa del ataque a la clase obrera.
Las guerras de intereses desatadas entre los mismas facciones del poder monopolista, la llamada competencia intermonopolista, de desenvuelve en un escenario cruento a nivel mundial. No hay terreno firme para las inversiones, los negocios de unos atentan contra los negocios de otros, la apropiación de las ganancias y la concentración de capital se desenvuelve partiendo fundamentalmente del terreno político y en este terreno se desarrolla la crisis política. La que sin dudas atenta también contra la continuidad de sus planes y que se da en un escenario de escaso margen para la consolidación de negocios estratégicos a largo plazo.
Por ello, el corto plazo y los negocios rápidos tienen tanto protagonismo, y la vertiginosidad y su implementación choca contra las posibilidades políticas que la lucha de la clase obrera y el pueblo les pone con su enfrentamiento.
Todos los monopolios y sus Ceos coinciden en fundamentar esta necesidad de profundizar la explotación, de reducir salarios, de esclavizar más aun con la productividad a la clase obrera y los trabajadores en general. Tan cebados están por las ganancias rápidas que, en plena campaña electoral, los medios no escatiman esfuerzos en expresar estos fundamentos, en función de los intereses monopólicos, contradiciendo el mandato de no hacer olas, intentando mostrar las mejores facetas y la perfidia de esta política reaccionaria del capital monopolista. La misma que intenta borrar todas las conquistas laborales de la clase obrera arrancadas en años de enfrentamiento.
Tienen el descaro de afirmar -como lo expresara el Ministro de trabajo Triaca- que las reformas que implican reducir los costos entre un 30 y 50% “no significa reducir el salario”. Buscan convencer de esta decisión política confiando en las apariencias que han montado con el marketing político.
Las disputas en torno a las reformas laborales que se buscan implementar tiene este trasfondo los negocios rápidos. Dentro de las urgencias en disputa, están las facciones que buscan implementar -ya- las medidas de reducción de costos salariales aprovechando el “supuesto respaldo y la tranquilidad existente que los medios han promovido”. Pero también están aquellos que no quieren que el enfrentamiento a las mismas levante un movimiento político masivo en su contra. De allí que proponen la aplicación de la negociación por ramas y por Convenios, con las cúpulas sindicales a su servicio, al margen del parlamento como proponen los primeros, confiando que de ese modo es menor el peso de la masividad que los enfrentará.
Si su fortaleza fuese real, la preocupación y el temor a la acción política de las masas no sería tan elocuente, no sería tan evidenciada en las declaraciones de los funcionarios. No sería -incluso- necesario el montaje mediático que justifique y oculte todo el andamiaje de fragilidad política sobre el que descansa la burguesía.
Los negocios de la burguesía penden del hilo de la movilización política. La paz social, el silenciamiento de todo y la presión represiva, tienen su razón de ser para sostener estas condiciones.
La movilización masiva frente a la desaparición de Santiago Maldonado (como anteriormente la del 2×1 a los genocidas) han mostrado qué enorme abismo hay entre lo que pretenden y lo que pueden llegar a realizar, entre lo que aparentan y lo que son en realidad.