El gobierno y las empresas, en su carrera por bajar salarios y precarizar condiciones laborales, pretenden instrumentar una reforma laboral al estilo de la realizada en Brasil, con el único fin de aumentar las ganancias y los procesos de concentración de grandes capitales.
Allí quitaron derechos a la clase obrera de un plumazo y con un enorme costo político que lo pagan con la organización que está creciendo por abajo para enfrentar a las multinacionales… En nuestro país empiezan a disfrazar la reforma debido a la fuerte resistencia que comenzamos a generar los trabajadores, tanto en los puestos de trabajo como en las calles. Uno de esos disfraces consiste en introducir cambios en algunos convenios colectivos de trabajo. El gobierno y los empresarios hablan de “modernizar” los convenios, introduciendo cambios tan “modernos” como atar nuestros salarios y nuestra estabilidad laboral a los caprichos de la especulación y el mercado. Pagar por lo producido y no por la jornada laboral.
En la industria metalmecánica y metalúrgica se pretende que la jornada laboral sea “abierta”, sin horas extras, en donde se entra y se produce hasta terminar el plan de producción, que para colmo, lo define la propia empresa. Si se rompen las máquinas o hay algún imprevisto o retraso en la línea, trabajaríamos hasta terminar la producción proyectada, atando todavía más nuestras vidas a las máquinas y sus ritmos.
Lo que las empresas ya vienen realizando, violando toda ley laboral, hoy pretenden legalizarlo, avanzando en ítems como: las horas crédito (se trata de horas que la empresa suspende al personal y luego se recuperan en horas extra no pagas); el presentismo (que por los salarios bajos rápidamente los asimilamos como sueldo básico, y pasa a transformarse en el premio por “ir a trabajar enfermo”); y otros ítems como productividad, eficiencia, calidad/producto. Todos estos “modernos” cambios lejos de generar trabajo, como dicen, lo único que generan es mayor explotación, porque atan el trabajo y las condiciones de vida, más aún, a la especulación de empresas transnacionales que lejos están de querer el progreso de los pueblos.
Que no nos engañen. La reforma laboral que pretenden imponer no se frena con votos. Profundizar la organización amplia y popular contra el empobrecimiento al que nos someten, es la tarea a llevar adelante. Para no caer en el engaño, difundamos cada lucha y organicémonos con los compañeros de trabajo, extendamos lazos solidarios a los barrios y fábricas vecinas para enfrentar el ajuste.