Se acercan en octubre las elecciones legislativas y todo el arco de la burguesía, de derechas a izquierdas, traduce lo que sucede en el seno de la gran industria al escenario político intentando desviar el eje central de la necesidad que anida en el pueblo por la conquista de una vida digna.
El voto a favor de una u otras caras de la politiquería es sabido, por la experiencia ya hecha, no resolverá en absoluto ninguna de nuestras necesidades e intentan llevar cada uno agua para su molino y todos a su vez desmovilizan con sus políticas electoralistas garantizándole así a la oligarquía financiera la explotación de la clase obrera y del pueblo en general.
Así como lo más concentrado del capital se ha apropiado de los Estados en el mundo para poder llevar adelante políticas de superexplotación, hoy en la Argentina las dirigencias sindicales cumplen un papel de garantes de los grandes negocios, siendo ellos un apéndice más que la burguesía se apropió para implementar sus políticas.
Esto va más allá de “burócratas sindicales” o de hechos de corrupción (condiciones inherentes del capitalismo) esto es la institucionalización de una de las tantas herramientas de lucha de la clase obrera hoy en función de la necesidad de sus negocios y para ello harán lo que tengan que hacer para intentar “limpiar” la imagen repugnante de dichos “dirigentes”.
Ejemplo clarísimo de esta descripción es lo que hoy sucede en una automotriz de las más protagónicas en la escena política de nuestro país. Volkswagen anuncia en su planta ubicada en la localidad de Pacheco una suculenta inversión que rondará los 800 millones de dólares para la realización, en principio, de un modelo de nuevo de producción. Dicha noticia, aunque parezca raro en la imaginación de los lectores, la notifica a los empleados el sindicato, intentando dar una clara señal de la importancia de canalizar todo por lo institucional y vía el “acuerdo” entre partes.
A nivel mundial esta empresa estila, hábilmente, introducir en sus directorios a la parte sindical, cosa que por la idiosincrasia de nuestra clase obrera no se han animado a hacerlo explícito en la Argentina, pero de hecho está a la vista de todos que así es. Directivos del SMATA viajan a Alemania con el objetivo de traer a sus afiliados “buenas noticias” y ellas se expresan en la inversión antes mencionada.
No nos detendremos hoy en desmenuzar el por qué una inversión, al contrario de lo que ellos dicen, no trae mejores condiciones sino mayor explotación, hoy queremos destacar el papel de lo institucional, que en este caso intenta garantizar a espaldas de los trabajadores las condiciones de disciplinamiento para que ellos puedan hacer sus negocios.
El mismo sindicato es el que rinde cuentas a nivel mundial de los niveles de ausentismo, de los objetivos en las cantidades producidas y de la calidad de la misma, el que también extorsiona y presiona con métodos fascistas a los laburantes para que no se exprese la bronca que ha generado y genera tener compañeros suspendidos, que no se expresen libremente los pensamientos políticos o posturas diferentes en cuanto a los problemas cotidianos.
Lo más grave de todo es que la empresa mete por contrabando la idea que invirtiendo y generando puestos de trabajo ganamos todos, cuando la realidad de esto es que las millonarias ganancias son para ellos y en el horizonte nosotros vemos trabajo pero el mismo es a costa de más explotación.
Desesperación tienen para que como clase nos conciliemos, conciliación que es imposible porque ellos ganan con nuestra sangre, porque ellos quieren avanzar sobre nuestras condiciones de trabajo, quieren que hagamos más que antes por menos plata, quieren que nos pongamos en sus zapatos de empresarios y llevemos este tipo de proyectos adelante como si fuesen propios.
La clase obrera tiene sus propias necesidades y bastante diferentes a la ganancia del gran capital, no dejar pasar esta idea que intenta imponer la burguesía es un desafío enorme y pone las cosas en claro, en que los intereses de ellos no tienen nada que ver con los nuestros y que la clase obrera no debe atar sus esperanzas de mejor vida a la especulación empresaria.
Profundizar la organización y la lucha para garantizar la defensa de las conquistas, de los convenios, es un paso fundamental para ir cimentando un proyecto político autentico desde las bases que organice, entre otras cosas, la producción en función de las necesidades del pueblo trabajador y no como hoy que se dirime en función del saqueo y la especulación de las multinacionales.