El papel de un Estado dominante sobre una nación es doblemente opresor. Por un lado ejerce la dominación de clase, la dominación burguesa sobre el trabajo asalariado y la vida de las grandes mayorías populares. Por otro y simultáneamente, ejerce la dominación sobre toda la sociedad oprimida imponiendo condiciones insoportables para la nación, su cultura, su historia, sus propias instituciones aunque éstas sean burguesas. Los pobladores de estas naciones llevan en sus médulas la marca de la indignidad a la que son sometidos por sus dominadores.
La aspiración de autodeterminación de los pueblos no está por fuera de la lucha de clases sino que, sobre la base de la dominación del capital, se agrega la dominación del Estado más poderoso sobre el Estado más débil.
El imperialismo, que es la dominación de los grandes capitales transnacionales sobre los Estados a los que pone a su servicio, no ha eliminado las contradicciones pre existentes sobre la dominación de los Estados más poderosos por sobre los Estados más débiles a los que ha sometido. Por el contrario ha exacerbado las mismas desde el momento en que los territorios anexados por la fuerza generó naciones cautivas. El hecho de que las burguesías locales se hayan asociado según la fórmula burguesa de sometimiento del capital menor al capital mayor, no enterró en el pasado la indignidad de la dominación. Pues, mediante ese sometimiento, el Estado dominante le impuso condiciones desiguales al dominado, marcando diferencias notables respecto de ambas poblaciones, lo cual se refleja en el pago de impuestos dobles, leyes que atan las decisiones del gobierno local al gobierno central, fuerzas de seguridad y ejército que prevalece sobre esos territorios, imposición de idioma oficial, y otras expresiones culturales, etc.
Esto y no otra cosa, es lo que está pasando en el proceso que vive Cataluña. Pareciera que no existe otra contradicción más que la de las nacionalidades frente a la dominación española. Sin embargo, en las calles se ven las diferencias en el comportamiento de las clases. Las grandes mayorías populares se movilizan y enfrentan a los esbirros del poder central español, tozudamente insisten en realizar el referéndum, mientras la burguesía, los funcionarios del gobierno y comunicadores a su servicio, reclaman diálogo con el gobierno central y señalan al partido popular de Rajoy como inoperante, intentando aclarar que fracasa en la administración del conflicto y que debe negociar… No disimulan, a pesar de lo agudo del enfrentamiento, que su deseo, a pesar de las contradicciones con el poder central, es la supervivencia de las instituciones con una conveniente reforma. Mientras tanto, en las bocas de estos personajes no aparece la corona ni la subsistencia del reino.
La pregunta es: ¿qué es lo que hay para negociar? Sólo lo saben los que proclaman tal cosa. Desde su punto de vista el problema de las nacionalidades debe tratarse como cualquier comercio. Te doy y me das (toma y daca). Resigno y resignas…¡¿Qué?! Futuras ganancias, derechos económicos y políticos dentro del sistema, actuación exclusiva, o más o menos, en sus territorios locales, etc.
La dignidad de un pueblo, está por fuera del circuito del capital, y por lo tanto de una negociación mercantil. Y eso sólo puede ser comprendido y sentido por las masas trabajadoras y sus familias. La lucha por la autodeterminación de los pueblos es una lucha que refleja al motor del movimiento social que es la lucha entre las clases.
En Cataluña, se está produciendo, como resultado de años y siglos de dominación y lucha independentista, la profundización de un cisma antiguo y que ya no tiene retorno. Las viejas generaciones que lucharon contra el franquismo con las nuevas generaciones que hoy se enfrentan a la policía mandada por el gobierno Español a someter a ese pueblo a la dominación impuesta, se dan la mano en las calles y luchan codo a codo por su dignidad y contra la dominación del gobierno central.
Las instituciones de la democracia burguesa, tales como las elecciones, la justicia, la falsa careta del Estado como protector de la sociedad y el famoso diálogo al que invocan cuando quieren frenar la acción directa, están siendo rotas en mil pedazos por el propio gobierno central.
La lucha de clases y las aspiraciones de autodeterminación del pueblo catalán han subido un escalón importantísimo en el día de hoy, del cual ya no se bajará la historia de ese país ni la de España con sus implicancias en Europa y el mundo.