“Los jóvenes son nuestro futuro” se escucha de voces de los políticos más oportunistas. CLARO QUE SON NUESTRO FUTURO, pero viniendo de ellos sabemos que la frase es tan hueca y fría como sus cabezas.
En los últimos años los jóvenes sufrimos mayor grado de exclusión y precariedad. Gobierno tras gobierno se ha atacado la educación pública, ya sea en los niveles primarios, secundarios y terciarios, dándole lugar y subsidios a las escuelas privadas. Bajan cada vez más la calidad educativa y no generan un pensamiento crítico. Nos quieren adiestrar para lo que vendrá.
Las perspectivas de empleo son pésimas, eso hace que cuando intentamos insertarnos en el mercado laboral tengamos pocas chances y terminemos trabajando largas horas, en negro y recontra precarizados. Sin contar que más allá de las condiciones individuales de contratación, la esencia productiva de este sistema es el negocio y el ser humano es una mercancía más, por lo que la enajenación y alienación están a la orden del día y consciente o inconscientemente terminan de destruir cualquier ambición de un futuro digno.
La droga y el alcohol están cada vez más al alcance de la mano de muchos jóvenes. Todo gobierno que tuvimos dijo querer atacar el ingreso de droga en nuestro país y las cocinas que se encuentran en las villas, pero nada de ello sucedió sino todo lo contrario: el narcotráfico va en aumento.
Es el sistema capitalista el que genera en los jóvenes incertidumbre y un futuro incierto. Terminás viendo en tus padres y en otros ejemplos cercanos, el desempleo contínuo, la explotación, la plata que no alcanza, personas que terminan sus carreras terciarias o universitarias y no consiguen trabajo. Entonces nos preguntamos ¿qué tipo de perspectiva de futuro se puede tener?
El sistema “ataca” las consecuencias, pero nunca las causas. Los medios del sistema no se cansan de atacar a los jóvenes, dicen: “no acatan las leyes”, “no saben lo que quieren”, “roban”, “se drogan”… Todas verdades a medias, porque nunca dicen las causas y su único afán es que el pueblo se divida, nos enfrentemos entre nosotros, que nos veamos como bichos raros, incluso que tengamos miedo, cuando en realidad son ellos los que nos temen, porque saben de la rebeldía que brota frente a cada injusticia.
Mientras que los jóvenes a lo largo de la historia y en nuestro país en particular, no dejamos de dar ejemplos de que si hay lucha, hay futuro.
Ejemplos como el Mayo Francés, la participación de los jóvenes en el Cordobazo, la lucha y conquista por el boleto estudiantil, entre tantos. En la actualidad, la toma de más de 25 colegios en CABA contra la reforma estudiantil, emulando las tomas que se dieron en el 2011 también contra las reformas que intentaron aplicar. La movilización de hace unos meses de los estudiantes de las escuelas técnicas de La Matanza. La cada vez mayor participación en los centros de estudiantes se está generalizando y los miles que se dan a lo largo y ancho de nuestro país y que no tienen prensa. Sin duda alguna las nuevas generaciones están absorbiendo y se van mimetizando con las experiencias de las luchas laborales, barriales y estudiantiles que se están dando en cada rincón.
Es deber de los revolucionarios aportar a todas estas luchas el germen de la Revolución, las herramientas teóricas, prácticas y organizativas, desde las más básicas.
Con la combinación de todo esto, pasaremos de tener un futuro incierto a tomar en nuestras manos el presente, siendo protagonistas de la lucha por un futuro cierto, verdadero, donde todas nuestras necesidades, anhelos y aspiraciones se vean satisfechas.