El actual gobierno, después de las elecciones, quiere hacer, a partir de mañana, la gran Perón, y convocar a un Gran Acuerdo Nacional al cual lo denominan “Consensos básicos de gobernabilidad”, no siendo menos osadas las pretensiones de intelectuales y politólogos de toda índole del sistema que afirman: “se viene un nuevo Pacto de la Moncloa a la Argentina”.
Para ello el gobierno convocó a las figuras más “destacadas” de las fuerzas vivas de la súper estructura de la burguesía: políticos, empresarios, sindicalistas, jueces y religiosos, sectores intelectuales y de la cultura; tratando de que nada quede afuera, donde los medios del sistema fogonean algunos adelantos de la propuesta del gobierno.
Por supuesto que sin hacer muchas olas, pero así y todo sin poder esconder lo espeluznante de la propuesta con el único fin, afirman, de “sentar bases para la salida del populismo y que se liberen las fuerzas productivas”.
Dentro de este paquete, las reformas que se plantean son: en el terreno impositivo, fiscal, laboral, educativo, electoral, previsional y judicial. Es decir, reformas que prácticamente les faltaría indicar que en realidad es la reformulación de una nueva Constitución.
Pero de vuelta la burra al trigo. Las exigencias de la reciente visita del Fondo Monetario Internacional fueron muy claras: “Hasta ahora pidieron plata y se las dimos, pero eso va de la mano de una profunda reforma”.
En tal sentido ya estamos hablando de que esto no es solamente un nuevo “ajuste”, sino que va más allá, y de lo que se trata es de avanzar en una nueva adecuación jurídica y legal a las más “acuciantes” y nuevas necesidades del Capitalismo Monopolista de Estado para poder sostener y/o avanzar en la taza de ganancias.
Es decir que la vuelta de tuerca hacia una mayor expoliación y sometimiento al pueblo argentino no sean solo decretos sino que tengan el paraguas de resoluciones institucionales. Léase: nunca más se puede volver para atrás.
Claro que todo esto tiene los bemoles y condicionamientos que le impone la lucha de clases y la debilidad política de la burguesía. Y de hecho, probablemente avancen como leyes en alguno de los objetivos que se proponen, pero en el terreno de las reformas laborales ya está claro, como lo afirmáramos en notas anteriores, que no pasará por las cámaras legislativas y no podrá ser ley, sino que lo intentarán vía reformas de convenios.
De todos modos ese es el bocado fuerte, y como no les da apelarán a una mayor sustracción de la masa nacional de plusvalía vía impositiva y de recortes, siendo incluso la especulación financiera y la deuda externa un nuevo/viejo mecanismo para poder seguir exportando capitales. Es decir, la misma fiesta con músicos diferentes.
Pero el problema central sigue siendo el “costo laboral”, y ahí se les llena el cerebro de preguntas, pues así como ellos hablan de modificar los convenios con una conducta militante de los gremios en casi su totalidad (fachos o progresistas) el fuego del volcán siempre está bajo, y la clase obrera viene entretejiendo de menos a más nuevas formas de organización que se corresponden con las nuevas formas de organización de la producción.
Es decir, la mayor sociabilización de la producción es una práctica que traspasa la vida social y cultural de los trabajadores. Por lo tanto la erupción del volcán es inevitable en tanto y cuanto los revolucionarios y luchadores comprendamos la necesidad de atizar bien abajo el fuego que haga estallar la irrupción política de la clase obrera industrial que será capaz de arrastrar y contagiar al resto de los trabajadores, y poder así ofrecer una salida política revolucionaria a todo el pueblo argentino que quebrará el engaño y la mentira de los monopolios.