“Para combatir el déficit y la pobreza”, es el objetivo mentiroso que el presidente Macri manifestó en su discurso de ayer.
Sin embargo las medidas que el gobierno intentará profundizar son: masificación de impuestos para disminuir o liberar de esa carga a las empresas, aumentar la edad jubilatoria y achicar la remuneración de jubilaciones y pensiones, y profundizar la flexibilización en todos los aspectos laborales: bajando convenios, intensificando la productividad, recortando cantidad de personal y remplazarlo por nuevas y mejores máquinas, haciendo trabajar más tiempo a menos cantidad de trabajadores, remplazando mayores salarios por nueva mano de obra más barata y más joven, etc.
La mentira es evidente:
1- El déficit que quieren atenuar fue aumentado arteramente por el gobierno endeudándose con préstamos solicitados que llevaron la deuda a niveles gigantescos que actualmente ronda los 295.000 millones de dólares (según informaciones de la propia burguesía publicadas en Datosmacro.com), más los intereses usurarios que el propio Estado paga a los grandes capitales que adquieren las famosas Lebacs, y otros negocios que hicieron y hacen para que después paguemos los trabajadores y el pueblo.
2- El aumento de la edad jubilatoria y la modificación de la ley de regulación de aumentos de haberes a jubilados está concebida para dejar en la desprotección a mayor cantidad de personas. Por un lado se aumenta la edad jubilatoria, mientras que las empresas se desprenden de los trabajadores con mayor antigüedad y mayor edad, se pretenden incorporar a jóvenes con menores salarios y, encima, se intenta introducir a estudiantes de secundaria a la producción.
3- La profundización y generalización de la llamada “flexibilización” laboral va en el mismo sentido de ahorrar masa salarial.
Todas estas medidas tienden a profundizar la pobreza y la indignidad de las vidas de trabajadores y pueblo en general para favorecer los niveles de ganancias de los monopolios.
No se trata de crisis de la que hay que salir ni ajuste que habría que soportar para luego transitar un futuro de bienestar.
El cinismo del presidente es el reflejo de la actitud de su clase burguesa: un discurso que propala un objetivo supuestamente beneficioso para la población con medidas que se vienen aplicando contra los ingresos de trabajadores y pueblo laborioso y que ahora se pretenden profundizar a niveles hasta ahora no alcanzados.
El trabajo a destajo de millones de trabajadores en condiciones de superexplotación y flacos ingresos, que han llevado la burguesía monopolista a venturosos negocios son los que les permiten invertir capitales incorporando tecnología superior y modificar los procedimientos de organización laboral para una mayor producción, expulsando trabajadores. Esto fue producto de sus enormes ganancias de todos estos años anteriores y ahora nos prometen que si reducen costos laborales para obtener mejores y más ganancias, vendrán más capitales para que todos ganemos más y seamos felices. Además, los préstamos y negocios financieros que les han hecho ganar enormes intereses son los que incrementaron enormemente el déficit fiscal.
Si sus mayores ganancias nos llevaron a esta situación, ¡¿cómo es que achicando costos laborales y reduciendo el déficit fiscal mediante el pago masivo de impuestos para ahorrarles gastos, aumentando sus ganancias, estaremos mejor?! Son ellos los que estarán mejor y nosotros, estaremos peor.
La mentira es una provocación. Han desatado una guerra violentísima contra los trabajadores y el pueblo, la cual venían llevando en niveles de “baja intensidad”, si cabe el término.
Deberemos entender y asimilar que estas decisiones no son de un gobierno solamente, sino de toda una clase, o más bien, del sector más concentrado de la burguesía. Y que esté quien esté al frente del gobierno y del Estado hará básicamente lo mismo, quizá con alguna pequeña variante, salvo que la movilización, la unidad y la acción decidida de las mayorías laboriosas les ponga un freno y los haga retroceder.
No hay crisis ni ajuste pasajero, el camino que proponen estas medidas de gobierno es la resignación a una vida más oprobiosa y de privaciones con el único objetivo de sostener sus niveles de ganancias. El límite a esta voracidad burguesa sólo puede ser marcado por la lucha masiva del proletariado y el pueblo, única fuerza capaz de imponerlo y desplazarlo hacia atrás en camino sostenido hacia la conquista del poder.