La reforma laboral no debe pasar y para ello hay que tensar todas las fuerzas. Tres son los aspectos fundamentales de este momento.
- La movilización permanente
- La unidad más amplia
- Crear un estado deliberativo que profundice el verdadero sentido político de las futuras medidas.
Organización y metodologías merecen un párrafo aparte. Llevar adelante éstas tareas implica un permanente crecimiento de las fuerzas organizadas en todos los planos, que unifiquen sus planteos para asestar golpe tras golpe.
La movilización permanente. Este es el único lenguaje que entiende la clase dominante, y cuando hablamos de ello no sólo nos referimos a la “gran movilización”. Estamos refiriéndonos fundamentalmente a la movilización cotidiana con nuestros pares, en nuestros sectores de trabajo, llamando permanentemente a debatir y a la vez, a resolver medidas que nos han aplicado para responder con la fuerza inmediata del sector. La reforma laboral la intentan con o sin ley, debemos responder de la misma manera. La reforma no se aplica ¡ni en lo más mínimo! y para ello el rechazo tiene que venir bien de abajo. Que sientan el golpe.
La unidad más amplia. En momentos como éstos, en donde no estamos dispuestos a tolerar la arrogancia del poder, entendemos que el tema de la unidad contra la reforma tiene que tener un carácter sumamente amplio. Con el planteo de la movilización permanente aparece en primer plano la unidad por abajo, que además de lo expuesto deberá extenderse a otros sectores de trabajo, y simultáneamente a otras empresas que están recibiendo la embestida de las medidas. Por estos días aparecen un montón de “noticias” que intentan desviar la lucha por otros andariveles. Lo que vulgarmente llamamos “prensa amarilla”, son tironeos especulativos y electoralistas que de hecho ponen piedras al camino unitario. Hay que elevar la mirada: la unidad que se tejió por abajo es lo que permite generosidad por arriba y a ella hay que responder con fuerza. Hay que golpear la reforma y requiere unificar el golpe hacia allí.
Crear un estado deliberativo. El plan de gobierno abre un gran debate en el seno de la clase obrera y el pueblo. Y a ese debate -ya instalado- hay que trabajarlo seriamente en profundidad en las causas y consecuencias del sistema capitalista, ahondar sobre las crisis crónicas en las que estamos envueltos; a la vez de explicitar a qué llamamos crisis política de la burguesía y por qué que abarca plano nacional e internacional. Respecto al papel que juegan y han jugado los pueblos en las nuevas conquistas adquiridas y sobre la incapacidad de la clase dominante de centralizar políticamente un mundo cada vez más dividido en las disputas por los mercados. Debatir –además- las consecuencias económicas que implican para nuestro pueblo las políticas que en este terreno que aplica el gobierno. La concentración en pocas manos de todos los medios de producción, arrojando al vacío a sectores de la sociedad que aún no habían recibido los coletazos de éstas políticas.
Pero si algo deberemos profundizar en ese estado deliberativo, que permitirá masificar las fuerzas contra la reforma, son las metodologías y las organizaciones que vayamos robusteciendo en este mismo proceso.
Ese debate es imprescindible para potenciar nacionalmente la salida de una alternativa política revolucionaria. Son propuestas para llevar a todos los lados en donde estamos presentes, fundamentalmente abajo y todos los días. Pero allí -donde nos sorprendan propuestas unitarias que no tengan esta matriz pero vienen de la lucha o existan ganas de pelear- las propuestas políticas tienen que expresarse, y con ellas, las metodologías y formas organizativas.
Necesariamente hay que levantar la mirada e intensificar el golpe a la reforma como un solo puño, instalando asambleas en cada lugar concreto, debatiendo el cómo hacer para pararlos, por más pequeña que sea la aplicación de la reforma.
A modo de ejemplo: si mueven a un compañero del puesto con el argumento de “obtener más productividad”, ahí nomás tenemos que generar la asamblea, explicar lo antedicho y reintegrar al compañero; hacer conocer la conquista a otros sectores y comenzar a plantarse.
Entendemos que el salto político que podamos dar garantizará cada triunfo que se logre.
Seguir creando las fuerzas necesarias hacia mayores conquistas, no dejando pasar la reforma y embarrarnos con las nuevas situaciones que se irán presentando, producto mismo de la lucha de clases más abierta.