Hagamos de cuenta que el PBI de nuestro país, en vez de pertenecer a la burguesía, perteneciera a toda la sociedad argentina.
Hagamos de cuenta que los 600.000 millones de dólares que se producen anualmente con el sacrificio del pueblo trabajador se dividieran en dos. Hagamos de cuenta que una mitad se repartiera entre los 44.000.000 millones de habitantes que poblamos estas tierras para consumo diario a fin de satisfacer nuestras necesidades, no sólo las básicas, y la otra mitad, es decir, 300.000 millones de dólares se utilizaran como fondo de desarrollo y contingencia.
Hagamos de cuenta que cada familia está compuesta, en promedio, por cuatro personas, lo cual implicaría que somos 11.000.000 de familias. Quiere decir que cada familia recibiría para gastar por mes la cantidad de $ 41.000 (un poco más de 2.200 dólares).
Hagamos de cuenta que con los 300.000 millones de dólares que quedan como fondo de desarrollo y contingencia, se utilizan 240.000 millones para desarrollo y el resto para contingencias (situaciones imprevistas, catástrofes, etc.).
De tal forma serían invertidos 20.000 millones de dólares por mes para obras de infraestructura, para nuevas maquinarias, tecnología, investigación, etc.
En caso de imprevistos o catástrofes, quedarían en reserva 5.000 millones de dólares por mes que si no se gastan porque no hubo contingencias inesperadas, serían acumulados para inversiones posteriores al año siguiente.
Hagamos de cuenta que los 20 millones de trabajadores que somos actualmente hacemos nuestro trabajo durante ocho horas, descansamos otras ocho y dedicamos las ocho restantes a esparcimiento, enriquecimiento cultural, relaciones sociales, y otras actividades.
Hagamos de cuenta que, con los recursos destinados al desarrollo avanzamos en la mejora de las condiciones de trabajo incorporando mejores y más eficaces maquinarias, tecnología, procedimientos, organización productiva, y por consecuencia más y mejores riquezas.
Hagamos de cuenta que esas mayores riquezas se vuelcan hacia toda la sociedad y que las mejoras en la calidad y eficacia productiva, impliquen que las máquinas y nuevos procedimientos remplazan trabajo humano.
Hagamos de cuenta que ese ahorro del trabajo humano se reparte nuevamente entre los 20 millones de trabajadores, dado lo cual en vez de trabajar ocho horas ahora se trabajan siete.
Hagamos de cuenta que ése es nuestro proyecto común como nación, como país para todos, lo cual es totalmente posible dado que hemos hecho cuentas con lo que actualmente producimos y no hemos imaginado nada que no sea posible construir ya con lo que tenemos.
Hagamos de cuenta que hemos profundizado las luchas y la unidad para conquistar ese proyecto. Hagamos de cuenta que lo hicimos posible organizándonos en cada fábrica, empresa, repartición estatal o educativa, sector por sector, uniéndonos en cada zona, barrio o región, deliberando sobre este futuro que queremos construir y que el presente, con estos números reales que describimos, nos posibilita hacerlo. Hagamos de cuenta que así logramos hacer una organización nacional comprometida a lograr ese objetivo con todos los medios necesarios para derrotar a esa burguesía que no quiere perder sus privilegios.
Hagamos de cuenta que hemos vencido con la prepotencia nacida del convencimiento de lo justo, de que es posible y de que necesitamos hacerlo para vivir dignamente. Hagamos de cuenta que hemos conquistado el poder de decidir sobre nuestras vidas en sociedad.
Hagamos de cuenta que enfrentamos en todas las líneas la mentira y el engaño que nos impide ver el hecho de que esos 600.000 millones de dólares anuales que producimos no nos pertenecen pues son de propiedad de la burguesía, la clase parásita que vive a costa nuestra y que sostiene, gobierno tras gobierno, el sistema que les da privilegios, y a nosotros nos depara trabajo extenuante, sacrificios y decadencia permanente de nuestros ingresos y forma de vida.
Porque siendo ese producto social generado por 20 millones de trabajadores, propiedad de esa minoritaria clase burguesa, cada adelanto, cada máquina nueva y más eficiente, cada mejora productiva, implica mejores y mayores ganancias y en consecuencia remplazo de mano de obra, desocupación, descenso en los ingresos de los trabajadores, etc., en conclusión, el avance productivo se vuelve en contra de quienes producimos. La crisis que nos hacen vivir hoy no es producto de una menor producción, todo lo contrario, es producto de que hemos producido más y mejor durante todos estos años. Ésa es la contradicción de hierro que no se puede cambiar en los marcos de este sistema. Esa lógica ilógica es la que hay que romper.