La lucha por el poder requiere de un condimento fundamental: La masividad en la participación dada por todo el pueblo explotado y oprimido.
La unidad por lo tanto es un factor permanente de debate y a la vez denuncia en cada posición política concreta el carácter con que se impulsa la misma.
La unidad por la lucha del poder e instaurar un Estado de la clase obrera y el pueblo para la construcción de un Estado Socialista se distancia de las propuestas de unidad que apuntan a las reformas del sistema Capitalista y sostener la propiedad de los medios de producción en cada vez menos manos, más concentradas, lo que conlleva décadas y décadas de sufrimiento de las mayorías populares.
Partiendo de esa premisa aquí radica el interés de clase de la unidad de todo el pueblo para cambiar de raíz la actual situación que propone la clase dominante, se necesita una devoción unitaria muy grande para perseverar en una suficiente acumulación de fuerzas que pueda quebrar la correlación existente entre el poder burgués y el poder popular.
Entendemos que es un momento muy particular en la lucha de clases en nuestro país, las medidas que toma el gobierno ensancha un abanico de descontento popular que se irá profundizando en la medida que las consecuencias de éstas políticas promonopólicas ataque en forma más descubierta la dignidad de nuestro pueblo.
Ese ensanchamiento de la bronca permite hoy crear un estado deliberativo en todas partes. Hay confusión sobre las medidas tomadas por el gobierno, desconocimiento, pero se intuye, se siente que las cosas empeorarán. El despojo al bolsillo y a la vida humana se agravan.
Pero a decir verdad la unidad más amplia y necesaria para enfrentar éstas políticas y que a la vez tengan como horizonte la lucha por el poder está aún en los inicios. Aún lo determinante, el peso sustancial de la unidad está regido por la idea de sostener el sistema capitalista, mejorarlo, reformarlo, exponiendo la unidad del pueblo a un carácter sectario, de pujas innecesarias y sobre todo de disputas de aparatos que nada tienen que ver con los intereses de clase en disputa.
Se ha comenzado a trabajar en el plano político, orgánico, pero el punto más débil es el ideológico, ¿la unidad para qué?, y cuando este tema no está bien debatido, la unidad política se achica y en lo orgánico se aleja de la robustez necesaria para quebrar la correlación de fuerzas con la clase dominante.
La unidad política de la clase obrera y el pueblo y las organizaciones que se correspondan con esa cuestión deberán enfrentar simultáneamente la lucha ideológica,
¿En dónde hacer el acento?
Asimilar en cada acción concreta que la unidad política de nuestro pueblo nace “desde el pie” , es decir es una unidad política que golpea los planes de la burguesía y su gobierno en cada lugar concreto incorporando a muchos, a los que aparecen como silenciosos, aquellos que las fuerzas políticas del sistema subestima y solo cuentan para el voto. Desde esa unidad desde “el pie” en simultáneo tejer la unidad por abajo con las fuerzas que de hecho ya están enfrentadas al sistema, que están caminando y en busca de una unidad para golpear.
¿Por qué, lucha ideológica? porque la unidad que prima, la “única posible” para la burguesía y sus fuerzas políticas es la que está impulsada desde arriba, desde los escritorios, desde los aparatos, desde las instituciones del Estado burgués.
En el abajo hay mucho repudio a las fuerzas políticas del sistema. La mayoría de los gremios se han transformado en parte de los resortes de los monopolios contra los intereses populares y son rechazados por los trabajadores, pero de este lado de la barricada hay que fortalecer lo que hay de nuevas fuerzas que vienen batallando y muchas veces lo hacen en soledad. En cambio en donde no hay referencias pero sí disposición a organizarse hay que crear esas organizaciones de base llámense agrupaciones, o adquieran otro tipo de denominación, pero lo sustancial es que cobre cuerpo, se identifiquen, comiencen a ocupar el espacio necesario para una mayor acumulación de fuerzas. Son fuerzas que deben robustecerse hacia abajo, con identidad propia y desde el inicio mismo fundarlas con claros objetivos políticos capaces en lo fundamental de dar batalla a la idea de unidad por arriba patrimonio del poder burgués y acorde con la idea de la democracia representativa que propone que el “pueblo gobierna a través de sus representantes”.
En ese andar de la unidad por abajo con organizaciones que se perfilen con ese contenido y desde cada lugar fortalecido incorporar al proceso unitario a compañeros y compañeras que hasta ahora han sido usados fundamentalmente por las fuerzas electoralistas.
La revolución requiere que éstos compañeros se adueñen de ´las tareas unitarias con sus pares de otras de otras empresas, barrios, escuelas, son tareas de muchos son tareas que permitirán masificar las fuerzas unitarias.
No hay que esperar a “mejores momentos”, a “mejores grados de conciencia”, ya hay un piso de que se sabe lo que no se quiere y deberemos confiar ciegamente en ello, confiar en nuestro pueblo que necesita una propuesta revolucionaria que lo involucre en las grandes tareas que depara la lucha y la movilización para enfrentar al poder burgués.
Desde ésta concepción unitaria garantizamos la más amplia unidad política por abajo, a la vez que recorremos el necesario camino de la lucha política e ideológica contra quienes desde una “vulgaridad unitaria” sostienen el sistema. Parecería ser que de ese tema no se habla ni se debe hablar y mucho menos preparar las fuerzas necesarias, organizaciones de nuevo carácter cuya principal matriz en la hora actual es sostener una unidad que desde abajo quiebre el actual plan de los monopolios y se perfilen en el tiempo por el robustecimiento del camino revolucionario.