La conferencia de prensa de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, acompañada por el ministro de Justicia, Germán Garavano, fue una exhibición de cinismo, mendacidad y apología del delito y del mundo del revés, características propias y expresivas de un capitalismo decadente, podrido hasta los huesos y pletórico de odio esencial a oprimidos y explotados, es decir, a las mayorías populares sobre cuyas vidas se yergue su poder.
La propia legalidad burguesa ha sido revertida en cada palabra dicha. El famoso principio “In dubio pro reo” (en caso de duda, a favor del reo) sobre el que se asienta el sistema de justicia vigente se transformó en “In dubio pro asesino”, al decir la ministra que la prefectura no tiene que justificar nada y que no puede dudarse de la mencionada fuerza de seguridad que mató a un joven por la espalda, hirió a otras dos personas y metió presos a niños y madres que se encontraban en las tierras “ocupadas” por sus ocupantes naturales. Por su parte, la vicepresidente Gabriela Michetti, declaró en el mismo sentido mostrando cómo piensa el gobierno.
En ese reino del revés, los muertos y heridos son los violentos, y los asesinos, los pacifistas; los que generamos todas las riquezas somos los pobres, y los ricos, los zánganos; los trabajadores son a quienes hay que educar en la cultura del trabajo, y los burgueses que viven sin trabajar, son los que dictan los cursos; los invadidos son los ocupantes ilegales de tierras, y los invasores son a quienes hay que defender; los corruptos son los protegidos por las leyes, y los honestos son los sospechosos y perseguidos; los pagadores de impuestos somos los que carecemos de recursos, y los dueños de toda la riqueza, son los que se eximen de dicho pago; los bancos ayudan a los empresarios monopolistas y le quitan recursos a la población; el gobierno vulnera la Constitución y el pueblo debe respetarla; la burguesía expropia a los trabajadores y al pueblo, y dice defender la propiedad; los dueños son los que nada compraron, y los carentes son los que todo deben comprar; y así podemos seguir en una retahíla de contradicciones interminables que nos ofrece este sistema capitalista escandalosamente insostenible.
Si ellos, la burguesía monopolista y su gobierno, con todas las instituciones de este Estado corrupto, defienden este mundo del revés y violan su propia legalidad, pisoteando la Constitución que ellos mismos aprobaron, burlándose del más elemental sentido de vida social, los trabajadores y pueblo laborioso tenemos no sólo el derecho sino el deber de poner de pie lo que está de cabeza atacando esa “legalidad” mentirosa.
Su gobernación es nuestra perdición. No dejarlos gobernar, es nuestra posibilidad de debilitarlos en su poder. Oponernos con la acción diaria y decidida en cada iniciativa que abunde en sostener sus privilegios de clase y lesionar nuestros intereses e integridad, luchando, uniendo voluntades y organizando una fuerza nacional que los haga retroceder hasta vencerlos con todos los métodos a nuestro alcance, es el único horizonte de un mejor presente y camino hacia un porvenir luminoso.
Como pueblo no aceptaremos nunca sus malolientes “principios” invertidos, nuestro criterio de legalidad y justicia es muy distinto al de ellos, pues se basa en el trabajo, la producción, la solidaridad popular, la expectativa de construcción de una sociedad en la que podamos vivir todos con dignidad. Ellos, por el contrario, pretenden el sometimiento, la indignidad de la explotación, el crimen y el sostenimiento de este sistema que no nos deja vivir, y todo con el solo fin de proteger sus ganancias y privilegios.