La violencia que el sistema capitalista genera es tan grande y profunda que se necesitarían varios libros para enumerar no solo ejemplos, sino efectos desencadenantes violentos para lo cual sería prácticamente imposible tremenda tarea.
Hasta 1983 nuestro país se caracterizó por tener regímenes políticos esencialmente violentos alternados por la democracia burguesa, pero lo predominante eran los golpes militares, recursos a los que recurrían las clases dominantes con el objetivo de frenar la lucha del pueblo, esto claro está con la connivencia de los partidos políticos burgueses. Es decir reinaba la violencia política.
Pero tal violencia política les fue vedada como recurso político para gobernar producto de las libertades políticas conquistadas por nuestro pueblo, (la caída de la última dictadura fue letal para la burguesía nunca más la pudieron remontar) siendo confundidas en lo formal tales conquistas con el trillado concepto de democracia representativa que solo gobierna con el poder del dinero y la mentira, para incrementar y acumular ganancias para la oligarquía financiera a costa del sacrificio de nuestro pueblo. Lo demás no le importó nada.
De tales políticas los resultados ya los conocemos y padecemos, solo trajeron sufrimiento, incertidumbre, indefensión e infelicidad, y con ello la instalación de una violencia social descomunal que hace que la vida de todos los argentinos se haya transformado en un tremendo flagelo, hambre, miseria, marginalidad, inseguridad, mortalidad infantil, drogas…y la lista sigue, donde todo esto solo puede reducirse en una contundente definición: VIOLENTO ES EL SISTEMA.
Pero tal definición no es una generalidad conceptual que se esfuma en una abstracción, muy por el contrario, es material y objetiva, tiene una clase dominante que la alimenta día a día y dicha clase tiene un Estado que se encarga de “administrar” y alimentar tal violencia a través de los gobiernos de turno, que aunque sea una obviedad, tiene presidentes y ministros bien concretos de carne y hueso, y toda una superestructura política al frente del gobierno o en el banco de suplentes (oposición) para poder en definitiva ejercer la dominación de clases. Es decir para la burguesía la violencia es parte de su naturaleza, y la necesita para apropiarse de las riquezas que le pertenecen a todo un pueblo.
Pero a tal apropiación la clase obrera y el pueblo a lo largo de la historia han buscado, buscan y buscarán despojarse de sus ladrones organizándose y luchando, como diría Santucho “con avances y retrocesos pero en espiral ascendente”. Tal es el motor de la Historia: la lucha de clases.
Pues precisamente al aspirar a mejores condiciones de vida impone a los pueblos enfrentar cada vez más contundentemente, de forma directa y sin intermediarios institucionales al poder dominante.
La violencia política, económica y represiva del poder al agudizar las condiciones de explotación y opresión a la clase obrera y al pueblo, conduce a niveles extremos la lucha de clases y la burguesía se desenmascara mostrándose tal cual es.
Sin aditamentos ideológicos y carcomidos por la crisis política, la burguesía no oculta el carácter opresivo y reaccionario de su dominación de clase, por el contrario, lo expone abiertamente con el afán de amedrentar a las masas con el objetivo de acobardarlas y disciplinarlas.
Estas son las razones de fondo desde las cuales debemos pararnos para poder mirar sin pruritos, con firmeza y serenidad los últimos sucesos represivos, tomando en cuenta que la lucha revolucionaria es para la toma del poder y la destrucción del Estado burgués y ahí aparece la lucha política y todo está supeditado a la política y su interrelación con la organización, movilización y lucha de las masas. Es decir las políticas revolucionarias para que sean tal están supeditadas a un claro interés de clase, donde la política oriente y ayude a quebrantar las correlaciones de fuerza a su favor.
Hoy la lucha de clases puso en un nuevo apriete a la burguesía colocando a este, su gobierno de turno, en un dilema de difícil resolución, que en sus necesidades de concentrar mas y mas riqueza necesita avanzar en medidas contra el pueblo y no le alcanza con la mentira y tiene que optar, intentar abrir un nuevo proceso político sostenido en la violencia política y avanzar en sus medidas con lo cual queda expuesta al aislamiento total, y por su fragilidad o la caída del gobierno o repiensa sus planes y retrocede. Todo esto en un contexto de alzas de la lucha de las masas, donde el único aliado con que cuenta es la ausencia de una alternativa revolucionaria que hoy sea visualizada por las más amplias mayorías.
Si bien es cierto que ellos no van a entregar nada mansamente en el plano estratégico. ¿Con que fortaleza política se encuentra la burguesía para imponer a sangre y fuego sus objetivos inmediatos? Esta pregunta estaría bueno que se las hagan las clases dominantes, pues si tomamos en cuenta que a dos meses de un triunfo electoral de parte de una facción de la burguesía (la gobernante) la prensa burguesa descorchaba champan, incluso hablando de reelección para el 2019, cuestión que ellos mismo ya dudan; ni hablar del desprestigio internacional (léase los mercados como ellos dicen) con la gran preocupación de los monopolios del recambio de figuritas que tendrán que reinventar mediáticamente y no tan solo eso, con el gran problema de fondo que los monopolios no pueden ni van a resolver los males que nos aquejan.
Los hechos violentos del día 14 y el 18, mas allá si se iniciaron producto de una provocación o no, la burguesía intentó tomarlo como lo objetivo y absoluto y es con lo que se quedaron todos los medios propagandistas del régimen, para tratar de tapar las tremendas movilizaciones (la del 18 cuatro veces superior a la del día 14). Los intelectuales del sistema hicieron que las pedradas fueran más importantes que 500.000 manifestantes, y por si fuera poco el pueblo contraatacó por la noche con los cacerolazos en cientos de esquinas en los barrios capitalinos, que les dolieron hasta el alma y no lo pudieron tapar.
Visto por arriba este escenario, que les parecía un paseo, encierra un trasfondo de la lucha de clases que se les transforma en un infierno para los planes de los monopolios, pues les trae ingobernabilidad y con ello el tema de la productividad como ellos quisieran, vuela por los aires, con un despertar de la clase obrera industrial que ya preanuncia las batallas por venir en el terreno salarial y de las reformas que ellos pretenden
Por esto mal haríamos en quedarnos solamente con el debate de la violencia a secas. Sería una mirada totalmente defensiva, cuando en realidad ese es un problema político que tienen ellos, cuando la cuestión esencial en que hay que centrar todas las miradas y esfuerzos es en la conducta y conciencia de la clase obrera y el pueblo y su ejercicio de la democracia directa que, como venimos afirmando, se da en los más variados rincones del país, fábricas, escuelas, barrios, localidades. La lucha de clases no espera, lo que se trata es que se exprese organizada y ese es el desafío revolucionario. Luchas van a ver cada vez mas y nuestro pueblo aspira a ser protagonista y no a ser convidado de piedra, ni de las mentiras de la burguesía, ni de los oportunistas quintas columnas de la burguesía que blanden trapos de lucha para terminar en las urnas. Por eso hoy más que antes la propuesta revolucionaria en estos momentos tensos y claves pasa por darle todo el fuego y protagonismo a las masas en el ejercicio de la democracia directa, donde las masas opinen, decidan y actúen, así las luchas inmediatas serán invencibles.