Si quisiéramos hacer un mapa de las luchas y movilizaciones que se fueron dando a lo largo y a lo ancho del país durante este 2017 que termina, podríamos nombrar un sinnúmero de experiencias y movilizaciones de todo tipo, que tuvieron como protagonistas a la clase obrera y al pueblo, donde entró a calar fuertemente, en la conciencia política de las masas, la idea y la acción de profundizar tanto la unidad como la organización y la lucha de todos los estamentos populares, que se fueron construyendo en el proceso de confrontación a las políticas nefastas del gobierno de los monopolios, y que tuvieron un punto de inflexión en las masivas jornadas del 14 y del 18 de diciembre.
Éstas fueron precedidas por miles y miles de experiencias: “pequeñas” y “grandes”, “largas” y “cortas” en tiempo de resolución, “espontáneas” y “organizadas”, con resultados “favorables” y “otros no tanto”. Pero es innegable que en cada una de ellas, el sentimiento obrero y popular, que lleva consigo la práctica de luchar por una vida digna, puso de manifiesto la profunda crisis política de la burguesía, su ingobernabilidad, y la necesidad de construir una alternativa revolucionaria que se oponga firmemente a las medidas y a las políticas de la oligarquía financiera.
Las masas vienen emanando desde los poros la necesidad de la unidad política, la necesidad de ir construyendo las herramientas para luchar por el poder, la necesidad de crear un poder popular que sea el verdadero opositor a la clase dominante.
El estado deliberativo, asambleario y una naciente institucionalidad «del pueblo de a pie», ha sido el camino que el pueblo movilizado ha tomado en nuestro país y en el mundo, donde en muchas casos, la burguesía quedó tambaleando con todas sus instituciones putrefactas y en descomposición.
Está situación desenmascara el engaño de la democracia representativa y todas sus trampas. Vivimos una época en donde las masas populares no dejan que los gobiernos burgueses manejen la situación como lo venían haciendo, y ponen en ejercicio la decisión y la resolución de los problemas en sus propias manos.
Esta es una de las bases en las cuales radica que la dominación de la clase burguesa esté totalmente cuestionada. No hay ninguna posibilidad que el pueblo vuelva a confiar en las instituciones burguesas. Existe un profundo quiebre en el seno de las masas que va mucho más allá de la falta de confianza en el Estado burgués para que resuelva los problemas del pueblo.
Por eso, estamos seguros que el año que se inicia será de mayor confrontación, donde el peso de la organización política de la clase obrera y el pueblo junto a la construcción de la alternativa revolucionaria serán determinantes para dar un paso más en el proceso revolucionario de nuestro país.
Es un momento inmejorable para incrementar la propaganda y la agitación con las ideas revolucionarias, y probar fuerzas en acciones que pongan al enemigo fuera de combate, ya que gobiernan para los monopolios y no para las necesidades de nuestro pueblo.
El 2017 termina candente como nunca y la burguesía está herida políticamente y jugando sus pocas fichas. Tienen miedo, están débiles y con un pie pisando la última piedra del abismo.
2018 debe ser un año de construcción de poder obrero y popular para la revolución. Estamos en un momento de gran ebullición de nuestra historia, porque cuando la lucha y la movilización son masivas la burguesía y su gobierno quedan acorralados y aumenta la posibilidad de la organización independiente del pueblo trabajador para luchar por el poder.