Las movilizaciones y enfrentamientos contra las políticas de los monopolios que se dieron en las jornadas de diciembre desde la clase obrera y el pueblo se han constituido como un punto de inflexión en la lucha de clases. Han significado una expresión masiva de rechazo a toda la política de los monopolios y el gobierno a su servicio, a su institucionalidad, a la llamada democracia burguesa, desnudando al mismo tiempo que ésta no es más que la forma engañosa que asume la dictadura del capital monopolista.
Esas movilizaciones han corrido el velo que disimulaban el carácter de clase del Estado burgués y su gobierno, obligándolo a jugar como tal – como órgano de represión y sumisión de la mayoría a la minoría- como Estado de la clase explotadora al servicio de sus intereses.
Corrido el velo y expuesta como clase, acosada por la crisis política y de representatividad, por el avance de la movilización y la irrupción de la clase obrera desde un mayor grado de organización de las bases, con el consecuente ejercicio de la democracia directa, la burguesía hace lo único que está en condiciones de hacer como clase en el poder para sostener su dominación, profundiza su dictadura. Es decir, ataca más despiadadamente aun, las condiciones económicas y las condiciones de vida de millones de trabajadores y el pueblo, amparada en la dominación del Estado y en la propiedad de los medios de producción. Busca sostener desde sus condiciones económicas, su dominación política. Es decir, desde los ajustes, los tarifazos, los despidos, la reducción salarial, la superexplotacion, la inflación, las condiciones de trabajo, etc., acelera su locomotora de explotación, saqueo y represión llevando la lucha de clases a una mayor agudización, lo que inevitablemente conduce a enfrentamientos más virulentos, porque desde abajo no hay predisposición a dejarse avasallar por sus dictados.
Apenas transcurrió una semana del 2018 y la secuencia de enfrentamientos que recorren la geografía de nuestro país va en aumento. La pueblada de Azul, el paro y los cortes de los trabajadores petroleros, las marchas y movilizaciones de los trabajadores estatales frente a los despidos. El estado asambleario en centros de trabajo y en fábricas, la lucha y reincorporación de trabajadores despedidos en diversas empresas, la toma de empresas frente al desguace y las trampas de las patronales, la lucha frente al incumplimiento de los convenios salariales, son apenas algunos ejemplos del estado de situación. Agregando los cortes de calles por falta de luz, en barriadas de Capital y provincia de Buenos Aires y otras localidades, las asambleas barriales que se van conformando frente a la inseguridad, las injusticias de todo tipo que, en tropel, aplastan las condiciones de vida.
Todo ello en pleno periodo de vacaciones y descanso, todo ello al calor de la movilización y el enfrentamiento impulsados desde las bases. Impulsados desde el hartazgo por todo lo repudiado que han venido implementado los monopolios y el macrismo, y por lo que ya está anunciado y quieren implementar. La paz social si es que existió en algún momento, ha quedado atrás.
La burguesía extrema sus medidas de ajuste, extrema, como consecuencia de ello el empeoramiento de las condiciones de vida, no se toma descanso, la lucha desde las bases tampoco. Ésta es una situación objetiva que implica doblegar la política revolucionaria en el seno de nuestro pueblo. Organizar, organizar y organizar la amplitud de la acción política de las bases en el seno de la clase obrera, en el seno de nuestro pueblo, profundizando el carácter del poder local para no dejarlos gobernar. Para los futuros choques, la locomotora revolucionaria debe acelerar sus motores de la mano de la lucha de clases, pero necesariamente con el horizonte en la lucha por el poder.