Con el aumento de las naftas en enero, más el resto de aumento que se vienen en febrero, los analistas económicos comienzan a advertir que la inflación en el primer trimestre de este año llegaría al 6%. Es decir que entres meses se estaría alcanzando casi la mitad de la meta de inflación que anunció el gobierno del 15%.
Ese anuncio, como ya lo hemos planteado, más que una meta de inflación es un techo a los aumentos salariales que se negocien en las próximas paritarias.
Así lo confirmó una vez más, por si hiciera falta, el ministro Frigerio. Ayer hizo declaraciones en las que por un lado dice creer en las paritarias libres, y a renglón seguido afirma que es necesario que en las negociaciones es necesario “tener en cuenta” el objetivo de bajar la inflación. Y remata: “Hoy necesitamos el apoyo de todos los sectores». Si bien el ministro habla en español, es necesario traducir esta última afirmación; el apoyo de todos los sectores es que los trabajadores aceptemos sin más la rebaja salarial que el gobierno propone.
En ese marco, en Mar del Plata, un sector de la CGT encabezados por Moyano y Barrionuevo se reunió y emitió un comunicado que, en apariencia, sale a confrontar con el gobierno. Mientras que en las jornadas del 14 y 18 de diciembre, cuando se trataba la reforma previsional en diputados, uno estaba festejando la copa obtenida por Independiente y el otro atendía sus florecientes negocios gastronómicos, casi un mes después estos dirigentes encabezan un realineamiento de un sector del sindicalismo con el que intentan, por un lado, ponerse al frente de una nueva etapa de conflictos que se viene abriendo, en el que los trabajadores muestran un alto grado de combatividad para luchar contras las políticas y medidas anti obreras del gobierno y, por el otro lado, cierran filas denunciando persecución sindical.
Los viejos maniobreros del sindicalismo argentino saben perfectamente que la extorsión que les aplica el macrismo amenazando sus negocios y sus fortunas tiene una base sólida en la que apoyarse; no es ninguna novedad que la gran mayoría vive como magnates. Las zancadillas y “pases de facturas” entre gobierno y sindicalistas son parte de las contradicciones que anidan en el seno de la clase dominante. De allí a que estos pseudo dirigentes adopten una conducta de confrontación consecuente con el poder, hay un inmenso mar de distancia. Se muestran los dientes en una disputa entre vampiros que, en última instancia, se cuidan de morder el cuello de su contrincante a sabiendas de los negociados y chanchullos que cada uno conoce del otro.
Lo que está determinando toda esta etapa de contradicciones en el seno del poder es el recalentamiento de la lucha de las clases. La disputa interburguesa se hará cada vez más virulenta debido a que ninguna facción consigue disciplinar a los trabajadores.
El camino de la organización independiente de los trabajadores es el camino que debemos seguir profundizando como garantía de la defensa genuina y real de nuestros intereses y derechos. Allí está la base del cambio que debemos seguir gestando para que la clase obrera tenga, de una vez por todas, una voz verdadera que la represente. Una voz y una acción que esté sostenida por el poder organizado de la clase bien desde abajo, con la masividad y participación activa de los trabajadores en las decisiones y acciones a desarrollar para enfrentar un nuevo intento de la oligarquía financiera de hacernos pagar el costo de su crisis.
Hoy más que nunca está a la orden del día la necesidad y la posibilidad de la construcción de un gran movimiento sindical revolucionario que exprese genuinamente el sentir y la aspiración de las amplias masas laboriosas. Una organización que debe surgir desde la sección de cada empresa o lugar de trabajo para desde allí avanzar como una ola organizando al conjunto de los trabajadores; tenemos por delante el desafió de luchar contra el ajuste salarial que se nos quiere imponer, en una lucha que impida a los de arriba gobernar contra nuestros intereses y demandas. En esa pelea los intermediarios que se propongan para negociarnos a nuestras espaldas están llamados a ser arrojados al tacho de basura de la historia, mientras escribimos una nueva historia con nuestras propias manos y nuestra propia inteligencia colectiva.