Si la inflación es la suba generalizada de precios a excepción del salario, la suba exclusiva del salario debería ser antiinflacionaria.
Lo escrito anteriormente tiene una lógica incuestionable…
Es que todo producto contiene en sí mismo, una parte compuesta por el capital constante (todas las materias incorporadas al mismo incluidos el desgaste de las maquinarias, edificios de las plantas industriales, energía, materias primas, insumos, etc.), otra parte compuesta por el salario y otra, por la plusvalía que constituye la ganancia del burgués.
Si el precio final aumenta sin que el salario varíe, es que han aumentado los otros componentes, es decir el capital constante y la ganancia del burgués. Si ese incremento se da en forma generalizada en todos los productos de un país, aumento generalizado de precios, a eso se le llama inflación. Lo que no es más que la expropiación del salario.
Es lógico y comprensible que si la cosa ocurre a la inversa, si aumentan generalizadamente los salarios y los demás componentes no se alteran, lo que ocurre es que se incrementa el salario o el poder adquisitivo y bajan relativamente los precios. ¡Por supuesto que también baja la ganancia de la burguesía!
La sola afirmación de esta sentencia, bajo el prisma del razonamiento burgués, parece absurda. Pero, de hecho, esta situación se ha dado por fuerza de la lucha de clases[1].
Desde la óptica de la realidad material de la producción tiene gran sentido, y por esa misma razón es que choca con el sin sentido del capitalismo y de la relación social entre el trabajo asalariado y el capital.
Así queda expresado con sencillez que el impedimento del aumento generalizado de salarios está dado por el interés burgués de sostener sus ganancias. Y que también el aumento generalizado de precios no es más que el sostenimiento o incremento de altos porcentajes de ganancias, basadas en la expropiación del salario o del esfuerzo del trabajador a favor de quien no trabaja.
Nunca el salario o aumentos salariales generan inflación, la inflación no es más que la intención del burgués de sostener o incrementar sus porcentajes de ganancias.
No hubo gobierno que no haya repetido hasta el cansancio que la suba de salarios genera inflación. Todos sin excepción: liberales, progresistas, populistas, dictatoriales militares, han coincidido en esa mentira total, y han hecho lo posible por frenar esa aspiración de los trabajadores.
Es que todos siempre han velado por sostener o aumentar las ganancias de la burguesía, porque si el salario aumenta, disminuye la ganancia. Esta es la base argumental por la cual hay que lanzarse sin duda a la lucha por aumentos salariales llevándose por delante a esos intermediarios que intentan frenar o complicar la misma (la mayoría de los popes y estructuras sindicales, la CGT y otras organizaciones pro empresarias). Hay que avanzar sin demora, desde las bases, organizando y generando un movimiento que obligue al sindicato o salte por encima de éste para lograrlo.
Es que la esencia de la producción burguesa no es el mejoramiento de vida de los productores (obreros y trabajadores en general), sino la ganancia burguesa. Y esa ganancia está en relación inversa al salario. La ganancia burguesa expropia al trabajador disminuyendo su salario.
¿Será posible la producción de bienes y servicios que necesiten las mayorías populares para vivir y ordenar su futuro mediante un fondo nacional de previsión y desarrollo? Claro que sí, con una economía centralizada en el poder de un Estado distinto al actual, un Estado que se organice con democracia proletaria y popular, democracia directa, desde los centros de producción, con participación asamblearia de trabajadores, quienes no sólo opinen sino decidan sobre los planes y destino de dichos bienes, en las escuelas, en las barriadas, con la intervención directa de quienes conocen a fondo los vericuetos de la producción, del conocimiento, la investigación y la vida misma, en suma de quienes trabajamos y producimos todos los días.
Para ello, la propiedad de todos los centros fundamentales de producción en la ciudad y en el campo, deben pasar a ser de propiedad social tal como es la producción en sí misma. Pues así como no existe la producción individual, el producto de ella tampoco debe ser individual sino social. Una producción en la que cada trabajador debe tener derecho a participar individualmente en ese producto social. Cada uno tiene que llevarse una parte de ese producto social mediante un mecanismo de distribución adecuado según su trabajo. Y otra parte debe destinarse al fondo de previsión y desarrollo productivo y social.
Esta producción se basa en la propiedad social de los medios de producción y del fondo de reserva y desarrollo, y en la propiedad privada, generada por el trabajo, que le toca a cada trabajador. Totalmente distinta y opuesta a la propiedad capitalista basada en la propiedad privada de los medios de producción y del fondo de reserva y desarrollo, que en realidad constituye un fondo de acumulación de capital, y en la expropiación de la propiedad individual generada por el trabajo del obrero y el trabajador.
Cada producto de la propiedad socialista ya no tendrá en sí mismo tres componentes sino dos: la parte del producto social y la parte individual correspondiente a cada trabajador.
Habiéndose eliminado la ganancia burguesa y el salario sujeto a expropiación, no habrá más antagonismo. La inflación, o sea el crecimiento generalizado de los precios en desmedro del salario, quedará arrumbada en un rincón ingrato de la historia. Por eso cada lucha por conquista salarial, política o social tiene que estar en el camino de este objetivo mayor.
[1] Claro que cuando las circunstancias se lo permiten, la burguesía no duda en recomponer sus ganancias volviendo a aumentar sus precios para ganarle al salario.