Por estos días los medios informan sobre el encuentro anual del Foro Económico Mundial, que se realiza en Davos, Suiza. Allí se reúne lo más granado de la oligarquía financiera mundial representada por gobernantes, monarcas, empresarios de las trasnacionales. ONG’s y funcionarios de toda laya en una especie de aquelarre en el que los criminales le muestran a sus víctimas lo bien que la pasan explotando irracionalmente a miles de millones de seres humanos y a los recursos naturales del planeta; de paso, nos dejan algunas palabras de ocasión respecto de la desigualdad en el mundo.
Sin embargo, año tras año, este encuentro lo único que viene a confirmar y a certificar es que la humanidad está presa de un modo de producción que a lo único que aspira es a intensificar la explotación y la opresión de un puñado de capitalistas, que siguen acrecentando sus fortunas a costa del hambre, la miseria, la marginación y la pobreza material y espiritual de la inmensa mayoría de los habitantes del planeta.
Como todos los años la organización Oxfam ha dado a conocer datos absolutamente escandalosos sobre el nivel de concentración de la riqueza en el mundo.
El 1% más rico del planeta concentró el 82% de la riqueza mundial en el último año; también durante ese período, la riqueza de ese puñado de capitalistas aumentó en 762.000 millones de dólares; Entre 2006 y 2015, los salarios en el mundo aumentaron un promedio de 2% anual y la riqueza de los multimillonarios aumentó un 13% por año; ese 1% sigue acumulando más riqueza que el 99% restante de la humanidad; las personas que poseen la misma riqueza que los 3.700 millones de personas más pobres del mundo no deja de achicarse año tras año: En 2014 eran 85, en 2015 eran 62, en 2016 eran 61 y en 2017, solamente 42.
Los datos del informe son además elocuentes acerca de la desigualdad entre los sexos, el trabajo esclavo, el trabajo infantil y otros tópicos que ponen blanco sobre negro que el sistema capitalista mundial es una maquinaria siniestra de cometer injusticia tras injusticia y que está llevando al mundo hacia situaciones de pobreza y miseria extremas.
Sin embargo, el título del citado informe merece ser mencionado. El mismo se titula “Premiar el trabajo, no la riqueza”, lo que es una contradicción en sí misma. La riqueza monumental que la humanidad genera a través del trabajo es la causa de la riqueza del selecto grupo capitalista que el informe denuncia. Porque no hay riqueza sin el trabajo mancomunado de miles de millones de seres humanos y, precisamente, la causa por la que esa riqueza se concentra cada vez más es porque el fruto de ese trabajo no queda en manos de la clase productora sino de la clase poseedora de los medios de producción que se apropia del mismo.
Lo que se devela es que el modo de producción capitalista, en su anárquica e irracional carrera por la máxima ganancia, nos está conduciendo a un presente y un futuro que nos retrotrae a situaciones de esclavitud y explotación que se seguirán agravando en la medida que siga existiendo dicho modo de producción.
Esto también lo sabe el presidente Macri que se pavonea en Davos mendigando inversiones con el supuesto fin de generar trabajo para terminar con la pobreza… Claro que lo sabe y tan claro lo tiene que acaba de declarar a los empresarios: “Nosotros cortamos el pasto, ustedes hagan los goles”. Tan claro lo tiene como que es parte de la clase explotadora.
A aquellos que todavía manifiestan, con aires de grandes analistas y hablando en tono grave para parecer más serios, que “el capitalismo ha triunfado” les decimos que disfruten todo lo que puedan de ese supuesto triunfo y de las prebendas que el sistema les proporciona porque la humanidad será implacable contra los explotadores y contra los que comen de su mano. La lucha de clases atraviesa a los pueblos del mundo y éstos, con proyectos revolucionarios que se irán construyendo, encontrarán la forma de romper los diques para que la masa de explotados y humillados por el capitalismo se rediman para terminar con él y con la prehistoria del ser humano.