Más allá de su empantanamiento en lo político, la burguesía y su gobierno son conscientes del nivel de conflictividad que se dio cerrando el año 2017 y lo que les depara para los primeros meses del 2018, donde los trabajadores y el pueblo estamos dispuestos a ir por más y a no permitir que avasallen nuestras conquistas. Por eso, la burguesía intenta en forma permanente combatir cualquier embrión de verdadero cambio y el fenómeno de unidad que se va gestando en esos «rincones» de cada centro industrial. Saben que allí está su sepulturero.
Intenta combatirlo a través del silenciamiento de los conflictos; con aprietes y buscando el disciplinamiento, extorsionando con despidos y condiciones laborales a la baja. Es por eso que los trabajadores en lucha tenemos que crear todas las herramientas necesarias que rompan esa lógica que busca encorsetarnos en su institucionalidad, para no quedar aislados y para que se avance materialmente en esa unidad y acción que se está gestando desde las bases, mostrando claramente cuál es el objetivo político de ese unidad.
También -como lo viene haciendo desde su existencia-, la burguesía pone a jugar a las fuerzas reformistas que siempre le son tan funcionales, y en ese sentido tenemos que ser tajantes: las instituciones burguesas no representan en lo más mínimo las aspiraciones revolucionarias de nuestra clase obrera y de nuestro pueblo. La alternativa a este sistema es revolucionaria, todo lo demás son fuegos de artificios que ayudan a la burguesía a retrasar su caída definitiva.
El breve análisis que describimos al inicio es un piso en el cual estamos parados en la lucha de clases, la base material sobre la cual nos paramos para desplegar todo el accionar que sea necesario para avanzar en la lucha por el poder.
Este piso, es el cual nos permite reafirmar que si en las calles, en los barrios, en las escuelas, en las fábricas, en los hospitales y en todo ámbito social donde estén las masas luchando, se intensifican las ideas, la acción y la organización revolucionarias, podremos decir que se producirá un salto en calidad en la conciencia política de nuestra clase obrera y el pueblo. Porque a esa conciencia intuitiva de las masas que se traduce en acción, se le suma un proyecto, se empieza a vislumbrar una salida revolucionaria y a comprender cuáles son los principales objetivos inmediatos y estratégicos en la lucha política.
El camino por donde debemos avanzar los revolucionarios, es el camino de la lucha por el poder, la lucha política, donde el peso de la ideología de la clase obrera debe jugar el papel preponderante.
Planteamos esto en un escenario político en donde, lo que está determinando toda esta etapa de contradicciones en el seno del poder, es el recalentamiento de la lucha de las clases. La disputa entre las facciones de la burguesía se hará cada vez más virulenta debido a que ninguna facción consigue disciplinar a los trabajadores.
No nos cansaremos de señalar que la organización independiente de los trabajadores es el camino que debemos seguir profundizando como garantía de la defensa genuina y real de nuestros intereses y derechos.
Ese es el pilar del cambio que se está gestando y tanto necesitamos. La clase obrera con su voz y su acción, sostenida por un poder organizado de la clase desde las bases, con masividad y participación activa de los trabajadores en las decisiones y acciones a llevar adelante.