En un encendido discurso en Davos, “nuestro” presidente afirmó que la Argentina dejó atrás su “experimento populista”. Literal. Lo que no dijo Macri es que el capitalismo en su fase de capitalismo monopolista no puede abandonar las dos formas de dominación a través del Estado burgués: el engaño o la represión en sus variadas formas.
“Nuestro” orador se puso a tiro con la idea globalizada de la burguesía monopolista de poner el salario en la Argentina a la chatura que exija el sistema. Repitió en casi todo la postura del presidente de Francia, Macrón, sobre “el futuro del trabajo” y el “trabajo del futuro” para afirmar la idea que la sociedad humana es una mercancía. A partir de esa premisa aparece toda la charlatanería posterior sobre la “potencialidad” de nuestro país, la posibilidad de dar de comer a 400 millones de seres, etc… en un país que a diario saca por sus fronteras $460 millones en concepto de deuda pública. (El Cronista, 26/01/18). Tras cartón, el FMI advierte sobre la inflación y ataca la negociación paritaria.
Hablar hoy de populismo o neoliberalismo es hablar de las contradicciones interburguesas que se presentaron en Davos. Es ir detrás de lo que los intereses monopolistas nos intentan imponer para encubrir las atrocidades del sistema capitalista. Este “buen” señor siente el sudor que provoca la lucha de clases en nuestro país e intenta combinar mentira, engaño o “populismo”, como les gusta decir, con un estado represivo que garantice el llevar adelante los negocios globalizados. Desterrar cualquier embrión político independiente que pretenda imponer la clase obrera y el pueblo es parte de un todo.
Para nuestra clase obrera y nuestro pueblo hay varias consideraciones a tomar en cuenta para los días que vienen. La población está viviendo el apriete económico, la asfixia se está haciendo sentir y hay signos expresos y de los otros, aquellos que pesan por sus silencios en sí mismos, que los tiempos de espera a “mejoras” en las condiciones de vida están tocando su techo.
Los meses de marzo y abril serán movidos; enero y febrero son la antesala de lo que vendrá, los reclamos por pérdidas o conquistas no se detendrán pero hay que advertir que cuando la clase dominante tiene crisis política estructural dada por la lucha clases, los saltos cualitativos en la historia sorprenden incluso a las clases en pugna.
No es un momento muy claro de cómo este proceso transitará un camino plagado de vallas. No es tarea de los revolucionarios tampoco “adivinar el futuro” y es por estas mismas razones que las tareas políticas revolucionarias permanentes hacia la lucha por el poder tienen más importancia.
Las tareas políticas de los revolucionarios deben centrar su esfuerzo en oponer sistemáticamente la fuerza de la Democracia Directa que se está haciendo, hacerla consciente ante las masas y contra la democracia burguesa, oponerse a la frase vacía de respeto al “Estado de Derecho”, expresión reaccionaria de la democracia representativa, que es engaño tras engaño para sostenerse como clase dominante.
No hay tiempos cortos o largos para éstos procesos revolucionarios lo que si debe haber es timón firme para las tareas inmediatas, para las políticas inmediatas que engrosen las fuerzas de revolución. ¿Cuáles son esas políticas?
En cada lugar concreto empujar a la clase dominante al terreno donde nos encontramos las mayorías explotadas y oprimidas, en donde somos fuertes, en donde conocemos de lo que se trata y no dejarlos gobernar, que no puedan hacer pie con sus leyes votadas n el fraudulento parlamento. Hay que castigarlos abajo, en donde está el dolor, en cada establecimiento productivo, servicios, facultades, escuelas, hospitales, en los barrios. Es allí en donde la historia se hace los “huecos” cualitativos que sorprenden a los que dudaron o a los que confiaron en salidas dentro del propio del sistema democrático burgués.
En ese castigar constante para no dejarlos gobernar hay que generalizar la idea de que el aumento salarial no provoca inflación y actuar en consecuencia. Seguir reafirmando las nuevas metodologías democráticas, asamblearias de nuevo tipo que se vienen desarrollando por años y en todo el territorio, afirmar a cada paso organizaciones de las más variadas para ir unificando y centralizando ese salto político necesario hacia la lucha por el poder.
En ese andar que se da la unidad política desde abajo, desde ese enfrentamiento a las políticas del Estado de los monopolios, no caben las “grietas” que nos quieren imponer. Serán meses muy decisivos para el devenir de nuestra revolución y hay que afirmarse contra viento y marea.