La ejemplar lucha de los trabajadores del INTI contra los despidos, además es una lucha contra las intenciones que comienzan a conocerse de parte del gobierno nacional y el proyecto que el mismo tiene para entregar el Instituto a los monopolios.
Tecnalia Corporación Tecnológica es la mayor empresa del rubro en España y está entre las cinco más importantes de Europa. Con sede en el país vasco, es un conglomerado de centros de innovación tecnológica compuesto por una dirección de 44 integrantes, de los cuales el 75% son del sector privado, representantes de empresas multinacionales, como por ejemplo su presidente Emiliano López Atxurra que es a la vez directivo de Petronor, filial de Repsol con refinerías en el norte de España.
El “modelo de negocios” de esta empresa es el de orientar las investigaciones y la tecnología que de ella derivan hacia las necesidades de las empresas que la componen y los negocios que las mismas puedan acordar con Estados y gobiernos que, de esa manera, entregan al capital financiero la potestad de determinar qué se investiga, quiénes lo harán y, fundamentalmente, para qué intereses serán beneficiosas esas investigaciones.
El desembarco de Tecnalia en el INTI significará no sólo el desmantelamiento de ese organismo público, que cumple una importantísima función para las necesidades de la producción y los servicios en nuestro país, sino que también profundizará el papel de los monopolios que, dominando sectores claves del aparato estatal, buscan la concreción de negocios que, además de aumentar sus ganancias, agudicen la centralización y concentración de los capitales y de la economía.
De allí que la pelea en el INTI, y así lo entienden sus trabajadores, va mucho más allá de lograr la reincorporación de los despedidos. Ese logro implica la defensa de una institución con 60 años de historia que nuclea a técnicos, investigadores y científicos que resumen el conocimiento y la experiencia de generaciones enteras que pusieron y ponen a nuestro país, a pesar de las políticas en contra implementadas por los distintos gobiernos, entre los más importantes poseedores de esos recursos humanos.
Precisamente, el objetivo de estas corporaciones también es el de apropiarse de los mismos para su exclusivo beneficio.
El carácter político de la lucha toma así mayor relevancia y confirma una vez más la capacidad y la tradición de lucha de nuestra clase trabajadora, que junto al resto de nuestro pueblo, han sido los artífices fundamentales para derribar este tipo de planes pro monopolistas.
Hoy la historia se vuelve a escribir con esa misma conducta y ese mismo carácter: los trabajadores y el pueblo son los únicos capaces de frenar las embestidas del poder y construir una alternativa de vida digna para las grandes mayorías.