El gobierno de Macri sigue avanzando sobre los derechos políticos y económicos de nuestro pueblo, lo cual provoca un inmediato deterioro de las condiciones de vida. Un gobierno que ha abierto varios frentes de enfrentamiento y ha dado un primer golpe.
Del otro lado de la barricada, es decir, la gran mayoría de explotados y oprimidos, se nos abren dos caminos fundamentales: por un lado resistir las embestidas en el plano económico en cada lugar en que se encuentre la avanzada e intentar desde allí una unidad capaz de poner una barrera a un despido, a una condición de trabajo perdida, etc. Por otro lado, aprovechar al máximo la lucha por todos los derechos políticos que nos quieren seguir arrebatando.
Este plano político del enfrentamiento adquiere una fundamental fuerza, ya que la misma está atravesando a todos los sectores de la sociedad afectados por medidas que tienden necesariamente a una concentración de poder.
La lucha política abrirá las compuertas de la acumulación de bronca existente por abajo. Han tocado a los jubilados, han tocado la educación, la salud, se han metido con los Derechos Humanos, con el arte, la cultura, el deporte, etc. Pretenden ir por todo en un año no electoral, preparando un 2019 en donde desplegarán todo tipo de populismo, dependiendo obviamente del devenir de la lucha de clases.
La lucha económica de nuestro pueblo no se detendrá, está en condiciones de resistir, aunque las dificultades se sostengan por un tiempo. Sin embargo, el eslabón débil de ésta administración fraudulenta es el plano político y es por allí por donde se los debe erosionar, picotear y quebrar.
Muchísimos años de conquistas políticas que nuestro pueblo supo poner sobre la mesa, nadie nos dio nada y es justamente desde ese concepto por el cual la lucha política se transforma en arma letal.
No nos quedemos en la superficie de los hechos cotidianos: si vemos solamente cuando ellos golpean muchas veces, nos quedamos con la mitad de la verdad. Es decir: golpean, desconciertan, pero no convencen, agudizan en todo caso que el papel de las instituciones de la democracia burguesa y representativa va a tono con el interés de unas pocas transnacionales. Para llevar a cabo las medidas económicas sus instituciones deberían ser muy fuertes y “respetables” y ese es el punto político de disputa.
Las movilizaciones de diciembre son una muestra fiel de la lucha política y es en ese sentido que la paciencia no se acaba; es en ese sentido que hay que asimilar que -aunque difusa aún- una salida política convocante va incrementado las condiciones por las cuales se produjeron aquellas movilizaciones.
Se intuye que hace falta más y ese “más” es en el que hay que persistir en la amplitud que adquiere la lucha política en todos los planos antes mencionados. Es por esa veta que no tendrán la paz de los cementerios, la veta por donde se le colarán los odios acumulados y la impotencia ante la injusticia y la violencia al sistema.
El ejercicio consciente e inconsciente de la democracia directa por parte de nuestro pueblo en un abanico muy amplio de su aplicación práctica, tiene mucho que ver con la preparación de las fuerzas políticas y orgánicas de este proceso ya iniciado. Todo es embrionario pero se sucede a lo largo y lo ancho del país, el repudio a las instituciones del Estado incentiva aún más el verdadero debate en disputa.
El punto de apoyo político del gobierno para asestar estos golpes tan concentrados es muy frágil y expuesto a infinitas contradicciones que vive la burguesía monopolista en el planeta. Para ellos se trata de no perder el rumbo, pero de un rumbo de negocios, de hora por hora. De nuestro lado se trata de avanzar en la movilización política, de la defensa y conquista de derechos políticos que intentan ser pisoteados.
Su populismo y electoralismo los condiciona pero lo negocios no esperan, y ciertos sectores del poder lo saben y van anárquicamente por lo suyo. La inestabilidad del dólar, la inestabilidad de las tasa, los vaivenes de la bolsa, las idas y vueltas en el gabinete… son expresiones esencialmente políticas de un futuro inmediato incierto, en el que aún el veredicto de nuestro pueblo está en gestación.