Desde diciembre de 2017 el gobierno nacional viene a los tumbos y, lo que es peor, tira trompadas al aire intentando recuperar iniciativa política logrando nuevos y peores tropezones. Lo último fue el cobro de aranceles en salud y educación a los extranjeros provocando el rechazo de gran parte de la bancada de la UCR en la Cámara de Diputados, aun cuando un gobernador del propio riñón de ese partido (Gerardo Morales, Jujuy) fue el que tiró la primera piedra.
Los diputados que responden a los gobernadores peronistas que apoyaron la reforma previsional en diciembre, agrupados en el Interbloque Federal, reclamaron que Macri dé a conocer cuál va a ser el plan económico para este año; como si no supieran que va a ser el mismo que el de años anteriores… Pero bueno, se posicionan ante la baja de las expectativas económicas.
Lo mismo hizo ayer Alfonso Prat Gay al declarar que al gobierno le falta un “director de orquesta” (acierta el que piense en su autocandidatura) y que existen dudas sobre la gobernabilidad.
A ello se suman las críticas de la Unión Industrial Argentina (UIA). Luego de su última reunión el pasado martes 27, el titular de esa entidad (Miguel Acevedo, presidente de Aceitera General Deheza, una de las empresas más beneficiadas por las políticas del gobierno) debió expresar las quejas de los representantes sectoriales que, desde todas las regiones del país, alzaron la voz ante el avance incesante de las importaciones y la caída ininterrumpida del cosumo.
El frente burgués muestra fisuras profundas que ya no pueden ser ocultadas. La burguesía monopolista no cuenta con ninguna facción que pueda disciplinar y alinear al resto de su clase.
Mientras tanto, el único “logro” que puede presentar el gobierno no es más que pan para hoy y hambre para mañana. En efecto, el cierre de paritarias a la baja con porcentajes del 15% o menos con la complicidad de los sindicatos amigos es levantado como la “ofrenda” que el gobierno puede ofrecer a la burguesía monopolista porque delata la intención firme de achatar los salarios. Mientras la tasa de interés del Banco Central roza el 28%, las colocaciones de deuda ofrecen “cláusula gatillo” para garantizar la rentabilidad de los que compran los bonos, la devaluación del peso llegó al 20% desde diciembre y la carrera de los precios se acelera cada día está más que claro que la apuesta del gobierno es que los salarios sean la única variable de ajuste.
Esto implica que las condiciones de vida de las masas ya se ven deterioradas sensiblemente y seguirán por ese andarivel. Y se debe prever que esta situación va a recalentar la lucha de clases.
Los acuerdos salariales por arriba comenzarán a hacer agua más temprano que tarde; el deterioro del nivel de vida se empieza a sentir en la economía cotidiana de las masas populares y esa realidad es la que ya se está manifestando en luchas, movilizaciones y hasta en los cantos contra Macri en los estadios que tanto preocupan al gobierno.
Por lo tanto hay que prever que el proceso de luchas seguirá en ascenso. El enfrentamiento se masificará y acentuará en forma sostenida y, en ese escenario, los revolucionarios debemos redoblar la actividad política y organizativa para orientar el proceso hacia la construcción de la alternativa revolucionaria.
Desde cada trinchera de lucha hay que trabajar para unificar políticamente los reclamos de los trabajadores y pueblo en general. En el terreno concreto la unidad debe ser amplia, con decisión y participación lo más masiva posible, haciendo que la organización se consolide y continúe sumando fuerzas materiales a la construcción de las herramientas de lucha. Las organizaciones en marcha deben estar preparadas para abrir las puertas de par en par a la creciente voluntad de lucha y organización que, sin lugar a dudas, se está manifestando y se multiplicará con el correr de los días, semanas y meses por venir.