Los políticos del sistema representan a los grandes empresarios y sólo les interesa hacer negociados.
Ellos dicen que gobiernan para el pueblo, pero se cansan de meter la mano en nuestro bolsillo. Cada peso que recaudan va primero a sus cuentas y las de sus socios de los grandes grupos económicos. Si sobra, nos dejan unos centavos para nosotros.
Ellos piensan asegurar los cargos de sus amigos y parientes, con sueldos gigantes. Pero para nosotros, ofrecen una migaja de aumento en cuotas para todo el año.
La plata está. Lo que tienen para hacer sus chanchullos, serviría para que las escuelas, los hospitales, las viviendas, y los salarios de los empleados públicos estén mucho mejor.
Este terremoto en el gobierno nos ofrece una nueva oportunidad para conseguir lo que siempre anhelamos. Todos podemos lograr que la riqueza que generamos como pueblo vaya a nuestras necesidades.
El primer paso es juntarnos con nuestros compañeros de trabajo, de estudio, con nuestros vecinos. Cara a cara decidimos cuáles son los temas más urgentes.
El otro objetivo es unirnos con otros sectores, para reclamar entre todos. La movilización cotidiana, en cada lugar, es la herramienta.
Ese es nuestro poder, sin cabezones que quieran ponerse por encima y con los intereses de los trabajadores en el centro.
Contra el gobierno de los corruptos y los explotadores, levantamos la democracia desde abajo. Allí están las verdaderas soluciones a nuestras aspiraciones.