La propaganda política burguesa destaca que el mundo está surcado por la guerra comercial desatada por Trump a partir de su política arancelaria. Guerra que en efecto no es novedosa y es ineludible en la puja que las diversas facciones del capital monopolista asociado en acuerdos, en carteles, en trust, en diversas expresiones supranacionales llevan adelante por la concentración y centralización del capital y las ganancias en su etapa imperialista.
La guerra intermonopolista es de larga data, existe y existirá de forma cada vez más aguda en la medida que recrudecen las condiciones de anarquía, en la medida que la lucha por la apropiación de los recursos, los medios de producción, la plusvalía, y las contradicciones se hacen más virulentas producto de la inconsistencia de este sistema.
Pues la guerra intermonopolista es la coronación del estancamiento de las fuerzas productivas en las condiciones de este régimen, solo alienta la profundización de la explotación y el sometimiento de los pueblos a las ambiciones de ganancias del capital monopolista, expresándose en los ataques despiadados a las condiciones laborales y sociales y a las propias condiciones políticas de la democracia burguesa y su representatividad institucional.
Es decir, solo busca sostener relaciones de producción que caducan y refrendar las condiciones laborales y sociales paupérrimas, superadas por la historia y la lucha de los pueblos.
Todo esto muestra en forma de clara señal, que la profundidad de la crisis sobre la que está montada esta guerra no tiene retorno y que el mismo régimen ya es inviable frente a las aspiraciones de vida digna de los trabajadores y los pueblos del mundo.
La burguesía monopolista es cada vez más reaccionaria y no puede evitar el desborde que la lucha de clases expresa frente al contenido de las relaciones de producción que ya son una traba a todo desarrollo humano.
Aunque ello no se expresa aun todavía en una lucha a fondo contra el sistema capitalista, expresa sin lugar a dudas la condena y un veredicto a estas condiciones de vida.
El recrudecimiento de sus políticas de explotación y la imposición despótica de las políticas del capital monopolista tiene como contrapartida la respuesta inmediata del enfrentamiento de masas. En este escenario el espacio para el parlamentarismo y la democracia representativa es cada vez más escueto y reducido, cada díamás cuestionado.
Del mismo modo que los medios destacan que “los poderosos se disputan sus negocios mundiales en guerras«, casi como única cosa importante, que con sesgo ideológico insisten en comunicar que ellos, los exitosos, los grandes empresarios y magnates son los hacedores de la historia, ocultan que también el mundo está surcado por luchas que recrudecen y se extienden en oleadas que se ensanchan de forma permanente.
El denominador común es precisamente en enfrentamiento contra los ataques a las conquistas laborales y sociales. Las masas populares responden casi de inmediato a las iniciativas del capital monopolista y determinan incluso la prosecución de sus planes de sometimiento y en esta marcha dan nueva forma al enfrentamiento y a la resolución de sus propias iniciativas como pueblo. La democracia representativa adolece de fundamentos frente a las oleadas que demandan y enfrentan los dictados del capital.
Las huelgas y movilizaciones en Francia abiertamente en contra de la modificación de los convenios salariales y laborales en los ferrocarriles -que se hace extensiva a las demás ramas de la producción-, sacude los cimientos de esa representatividad institucional que es la democracia burguesa francesa y desnuda su contenido. Los paros laborales en España -con los mismos condimentos que en Francia-, en empresas como Amazon que pretende diezmar y llevar a la practica la formulas aplicadas en china 9-9-6-. Las masivas movilizaciones y paros por el 8 de marzo, y los cuantiosos paros que de diversas expresiones se materializan diariamente allí. Las contundentes movilizaciones en Brasil frente a la militarización y asesinatos contra la dictadura de Temer.
El miércoles pasado miles de estudiantes de EE.UU salieron a las calles para enfrentar las políticas de promoción y adquisición de armas buscando impedir que se apruebe la nefasta ley que, los monopolios de la mano de Trump, impulsan para fomentar este negocio sacudido por una superproducción que no encuentra demanda. No solo exigen paz sino la derogación total de una serie de leyes cuyas consecuencias no son otras que las matanzas que periódicamente se llevan la vida de muchos jóvenes EE. UU y que “casualmente” son las que sustentan el fomento de las leyes que los monopolios promueven.
Las recientes movilizaciones en Chubut por la falta de pago de salarios y por despidos. Cuyos propiciadores -pasando por arriba de toda ley- arremeten contra los trabajadores del Estado con el mismo carácter que las políticas del gobierno Macrista. El paro de tres empresas de transporte en la zona sur de Bs. As. en el marco de la guerra entre Mercedes Benz y otros grupos monopolistas, no deja lugar a dudas. Las consecuencias de esta guerra dejan el tendal de choferes desocupados, un transporte obsoleto y una situación de estancamiento. En medio de ello, la institución sindical con Fernández a la cabeza opera como un gerente de los monopolios. Frente a ello, la iniciativa es el enfrentamiento, como quedó expresado en la medida de ayer.
En este marco, donde recrudece la desesperación de los monopolios por los negocios, sus guerras, más que amedrentar a los pueblos y a los trabajadores, los impeles a la acción masiva.
Las conductas del capital monopolista, sus dictados despóticos, lejos de contribuir a sostener su dominación despiertan en las masas populares más rebelión. A medida que más concentra el capital, más se ensancha la escala del enfrentamiento. A medida que desata más guerras por la dominación y el control, más se les escapa de las manos el control y la iniciativa de los pueblos, que en la búsqueda de salidas, implementa metodologías directas de acción. Es decir, la instrumentación de formas democráticas que nada tiene que ver con toda esta vetusta y perimida democracia de los explotadores. Algo está cambiando en el mundo y viene de la mano de los trabajadores y el pueblo.