En reiterados artículos venimos reafirmando que la democracia burguesa ya les resulta una cáscara vacía a las clases dominantes. A la natural y creciente necesidad de concentración del capital de parte de los monopolios, conlleva, irremediablemente (entre otros múltiples factores) a que estos terminen apoderándose de los Estados Nacionales, como así sucedió. Así es donde surge la gran contradicción entre sus necesidades y las propias leyes y constituciones de las Naciones que las mismas clases dominantes pergeñaron, en un tiempo donde los negocios hoy hay que hacerlos ya, rápidos; donde las planificaciones estratégicas chocan con las necesidades inmediatas del gran capital.
La voracidad es tan grande que se terminan mordiendo entre ellos, y sus propios marcos jurídicos y legales pasan a ser más un problema que una solución.
Pero lo que los termina haciendo vulnerables es el esencial trasfondo: la lucha de clases, pues es la que les reduce sus maniobras de engaños, y termina mostrando el verdadero rostro político de la explotación del hombre. Por lo tanto, confluyen en el despotismo y el autoritarismo.
Cuando Marx afirmó estupendamente que “la violencia es la partera de la Historia”, no fue una agitación verborrágica, sino que a lo largo de la Historia fueron las clases dominantes que recurrieron a la violencia cuando los pueblos se plantearon los cambios revolucionarios, para lo cual es impensado, como irreal, que pueda haber un cambio revolucionario triunfante que no le de respuesta a la acción violenta de la burguesía en contra de la revolución. Ellos lo saben, los revolucionarios lo sabemos.
El problema nuevo que surge es que la democracia representativa a ellos ya no les sirve, y su propia legalidad la trasgreden sistemáticamente porque se le transformó en una carga muy pesada. Las leyes hacen que sus negocios se les vuelvan lentos y sinuosos, y esto explica por qué se la pasan de reformas en reformas justificándolas con la “modernidad” cuando en realidad son todas medidas para avanzar en la obtención de cada vez mayor ganancias con mayor súper explotación y sometimiento.
Y ahí volvemos al terreno de la violencia, pues esta dinámica adoptada también se traduce en el terreno militar, en un supuesto aggiornamiento del Estado represor, donde necesitan que la violencia institucional tenga una nueva cobertura institucional. En otras palabras, cuando hablan de “modernizar” el Estado están planteándose hacer constitucional lo que otrora para la burguesía era un delito; el famoso: “dentro de la ley todo y fuera de la ley nada” se lo cuestionan públicamente, y no solo eso, sino que arriesgan a hacerlo un debate público intentando ver de qué manera auto justifican desde la “legalidad” las futuras escaladas represivas.
Días pasados (17 de marzo) un notable intelectual burgués, Rosendo Fraga, publicó una nota de opinión en INFOBAE aplaudiendo los nuevos conceptos de “modernización” en materia de defensa (Fuerzas Armadas) que se propone el gobierno de Macri, de la cual citamos algunos extractos que no tienen desperdicio:
“…El replanteo de la política de defensa de la administración Macri introduce el concepto de ‘guerra hibrida’ como el nuevo tipo de conflicto en el cual deben enfrentarse las Fuerzas Armadas en el mundo.
Se trata de la agresión que se genera en función de una combinación de fuerzas irregulares o milicias, fuerzas regulares encubiertas, y agresión cibernética (uso de la web, drones, etc,). Los tres elementos se combinan para alcanzar su fin.
Es en este marco que las Fuerzas Armadas Argentinas asuman la preparación para las ‘guerras híbridas’ en el marco del replanteo de la política de defensa, parece acertado y adecuado a los tiempos…”
Algunas fuentes periodísticas europeas han hecho público este “nuevo” concepto de “guerra híbrida” afirmando que fue acuñado en 2009 por el periodista norteamericano Frank Hoffman: “…es tan antiguo como la propia guerra. En todo caso no entra en la definición de guerra: la convencional (entre Estados), y la asimétrica (un ejército contra una guerrilla). Se trata de una fusión de soldados con y sin uniformes, paramilitares, tácticas terroristas, ciber defensa, narco conexiones, insurgencias urbanas, y fusiles AK47”.
Y si escarbamos un poquito, Feliz Arteaga, investigador de seguridad y defensa del Real Instituto Elcano (una fundación privada al servicio de los monopolios cuyo presidente honorario es el Príncipe de Asturias) le termina poniendo la frutilla al postre del concepto: “Es una combinación de medios e instrumentos de lo previsible y lo imprevisible. No hay fronteras entre lo legal y lo ilegal, entre la violencia y la no violencia. No hay una distancia real entre guerra y paz”
Señor Rosendo Fraga, si nos guiáramos por la Constitución burguesa que nos rige lo suyo es una nueva apología del terrorismo de Estado, donde, según la Constitución que defiende los intereses de su clase, Ud. debería ir preso porque (para que Ud. lo sepa) ese famoso concepto de “guerra híbrida” ya se aplicó en América Latina en general, y en nuestro país en particular con la última Dictadura (e incluso antes, con un gobierno constitucional con la Triple A, el CNU, etc.), y ahora resulta que con un disfraz de “modernización” a la europea Ud. saca del placar la justificación de la reforma en materia de defensa hacia el futuro con el concepto de las “guerras híbridas”.
Tal es el grado de aventurerismo de los monopolios, hoy personificados en el actual gobierno. Por un lado mientras los pueblos del mundo no confían más en la democracia representativa, ustedes especulan como solución política darle a las necesidades de la súper ganancia de los monopolios una salida militar. Sin ninguna duda, señor, se tendrá que admitir que tenía razón Carlos Marx.