La situación de crisis política que vive hoy la burguesía monopolista en Brasil empuja necesariamente a un análisis político que si no está parado desde la lucha de clases, por un lado, y la agudización de la disputa de intereses, por el otro, partiendo desde lo general a nivel planetario y desde lo particular en Brasil, nos llevaría sin dudas a caer en la sensiblería vulgar de ver solamente el fenómeno: la detención del ex Presidente Lula.
Por un lado, y como venimos reafirmando en nuestras notas, los pueblos en el mundo ya no aceptan vivir como se vive; le dan la espalda y rechazan la democracia burguesa, no creen en la justicia, y se indignan por las guerras. Están despojados de fanatismo, por más intentos que haga la burguesía de dividir a toda costa, ya sea a través de disputas políticas inter burguesas, ya sea vía el racismo o las religiones. Los pueblos intuyen la necesidad de cambios profundos, y lo hacen notar.
Las burguesías acusan el golpe, y recurren cada vez más a todo su repertorio en lo que refiere a sus conductas de clase, con el afán de poder seguir engañando y sosteniendo (desde el populismo hasta el despotismo y/o autoritarismo) para seguir sosteniendo su dominación.
Por otro lado, el capitalismo se expresa cada vez más anárquico: los monopolios se apoderaron de los Estados Nación y están en una verdadera lucha por la concentración económica para ver quién se queda con la plusvalía que genera la humanidad laboriosa.
Y tal disputa alcanza a todo el planeta, trasladándola a la lucha política para ver qué facción de los poderes económicos mundiales se hacen dueños de los gobiernos de turno y así tomar medidas acordes en lo inmediato a sus negocios en cada país. Pero una cosa es muy clara: son los poderes económicos triunfantes los que imponen las políticas en los países.
Planteado así, el diversionismo ideológico, por acción u omisión, nos hablan de guerras comerciales «entre naciones» Por ejemplo: Estados Unidos vs. China; o Rusia vs. Estados Unidos y Europa; cuando en realidad son los mismos monopolios enfrentados que tienen intereses fronteras adentro de cada Nación, ya sea en las mismas potencias o en los países periféricos. Todo está cruzado, mezclado, y ayuda a que todo se aprecie como una gran confusión, pretendiendo esconder que tales guerras “comerciales” no son inter monopólicas sino «entre naciones».
A su vez, las democracias burguesas y sus Constituciones (en semejante disputa de intereses por un lado, y las demandas de los pueblos por otro) se les volvieron ya una contradicción insalvable que los empuja irremediablemente a actuar por fuera de su propia legalidad, desembocando en el autoritarismo. Actitudes que van en su naturaleza y razón de ser: la obtención de la ganancia cada vez mayor en menos manos y la explotación del hombre.
Los sucesos de Brasil son un claro y fiel reflejo de lo que afirmamos. Las disputas inter monopólicas y el proceso de concentración económica en Brasil no es la excepción. Entre el “Lava Jato” y el plan de “Ajuste Levy” intervinieron grandes Bancos e intereses petroleros mundiales, donde los actores internos en disputa fueron -incluso en un período- del mismo equipo político: tanto los “golpeados” como los “golpistas”.
Pero la agudización de la crisis política vio la luz por la lucha de las masas, que ya en 2012 y 2013 hicieron sentir su voz en una oleada de protestas por la situación económica, con multitudinarias movilizaciones estudiantiles y huelgas obreras, en respuesta al “Ajuste Levy”.
Tales movilizaciones agudizaron la crisis política y apareció la operación “Lava Jato”, con el afán de dejar contrincantes en el camino, haciendo eje en la corrupción (como si esta no fuera inherente al capitalismo): destituyeron a Dilma Rousseff con la bandera de la anti corrupción para que el presidente Temer pudiera intentar implementar la reforma laboral y previsional, que fracasó por la enérgica lucha del pueblo y de los trabajadores de Brasil.
Esto los perdió por completo, y los empujó a elevar políticas cada vez más autoritarias y represivas, más por impotencia que por fortaleza. Así recurrieron al camino del miedo y con las masas en alza no tuvieron empacho en 2 años de asesinar con armas de fuego a 36 concejales (de 17 de 26 Estados) y a un sinnúmero de activistas de Derechos Humanos. Esto no es un plan sistemático de gobierno sino una situación provocada mas por facciones de la burguesía, producto del desgobierno y la propia anarquía de la clase dominante.
El crimen político de la concejal y defensora de los Derechos Humanos de la mujer y los niños, Marielle Franco, se constituyó en la gota que rebalsó el vaso. Las masas salieron multitudinariamente a la calle. No pudieron amilanarlas y la respuesta del pueblo fue contundente.
La crisis política hizo estallar miles de contradicciones que desencadenaron más crisis, y el pueblo trabajador de Brasil no aflojó: no solo tiró la reforma laboral y previsional sino que agudizó el Lava Jato en la lucha inter burguesa metiéndolo preso a Lula (quizás para meterle miedo a la población y encontrar así una base de apoyo en sectores de masas pequeñoburgueses pretendiéndole darle sustento a la futura represión), pues en el fondo, en la esencia, las medidas de reformas que necesitan los monopolios hasta ahora no las pudieron aplicar.
Aquí lo trascendental (que obviamente no es tapa de los grandes medios):es la lucha de clases la que puso todo en cuestionamiento, el pueblo no cree ni en victimarios ni en víctimas.
La mejor demostración es que la CUT (Central Única de Trabajadores) con 20 millones de afiliados, y cuya estructura responde a su máximo líder, Lula, ni siquiera atinó a una huelga general en su defensa. ¡Ojo! ¡Aquí no hay un “17 de Octubre”! ¿Será acaso -como en nuestro país- que toda la superestructura mira a la clase obrera y al pueblo desde una cima muy alta, que hace inalcanzable el protagonismo y sentir de las masas?
Por eso, a la burguesía le queda el gran interrogante y le falta ganar la madre de las batallas: disciplinar a la clase obrera y al pueblo. Después, si Lula está preso o libre no pasa de ser una expresión más de la crisis inter burguesa, producto de la lucha de clases.