Nuestro partido impulsa un eje de movilización política para llevar adelante en el seno de los trabajadores: romper el techo paritario del 15%.
Esta iniciativa tiene como objetivo inicial apuntar contra una de las bases del plan del gobierno de los monopolios; dicho plan apunta, en lo general, a aumentar el deterioro de las condiciones de vida de la población vía el aumento de los bienes y servicios esenciales de consumo. En lo particular, y como parte de lo anterior, impedir que los aumentos salariales excedan el techo del 15% impuesto por el gobierno.
Esto acompañado de modificaciones en los convenios colectivos que, a falta de una ley de reforma laboral que el parlamento burgués no garantiza, son modificados a la baja en “negociaciones” sector por sector o aplicándose de hecho, con el fin de aumentar la productividad aumentando ritmos de producción, eliminando conquistas que atañen a la organización de la producción; en resumen, aumentando la explotación.
En este contexto, la imposición del techo paritario apunta a cumplir con un aspecto central del plan de los monopolios para adaptarse a la competencia intermonopolista mundial y conseguir sostener la tasa de retorno de sus negocios.
Al mismo tiempo, la burguesía monopolista se propone el disciplinamiento político de la clase obrera; aceptar que los salarios son parte indispensable del ajuste estructural de la economía implica acatar que la clase obrera debe aceptar mansamente el plan de la clase dominante y el papel que ésta le tiene asignado en dicho plan.
Para ello cuenta con la inestimable colaboración de las dirigencias sindicales/empresariales que, como lo han repetido en otras etapas de la historia, firman acuerdos a la medida de las necesidades del capital.
Pero también como en otras etapas de la historia, y tal vez como nunca antes, las nombradas dirigencias reúnen el repudio y el rechazo de las bases trabajadoras.
Y ello se traduce en innumerables organizaciones de base que emprenden su construcción en respuesta a esta realidad en la que las organizaciones sindicales tradicionales dejan librado al desamparo más absoluto a sus bases.
Podemos afirmar que estamos transitando una etapa de la lucha en la que este proceso no tiene retorno; las bases seguirán impulsando organizaciones propias y continuarán un proceso de búsqueda para la mejor defensa de sus intereses reivindicativos.
Es éste un proceso objetivo, que se manifiesta como parte intrínseca de la lucha de las clases.
Sobre esta base material los revolucionarios debemos actuar y proponer iniciativas que ayuden a que los trabajadores en general, y la clase obrera en particular, comiencen a ver la lucha y la organización de sus fuerzas desde una perspectiva política.
Queremos decir que desde el punto de partida que significa la organización y la lucha por los reclamos y reivindicaciones más inmediatas, debemos contribuir a elevar el enfrentamiento al plano eminentemente político; un enfrentamiento en el que la clase revolucionaria comience a asumirse a sí misma como tal y comience a emprender el conflicto y la organización del mismo con la perspectiva de que se debe presentar batalla al plan de la burguesía en su conjunto, y ya no sólo a la burguesía que nos toca enfrentar cada día en tal o cual empresa.
Con este objetivo es que lanzamos la iniciativa de romper el techo paritario del 15%. Porque no se trata de la lucha por un porcentaje que hoy puede ayudar a paliar la situación pero que en poco tiempo ya no lo hará. Se trata de organizar nuestras fuerzas en cada lugar concientes que estamos apuntando a golpear al corazón del plan de la clase dominante; el mismo plan que ataca las condiciones de vida de la población en general y que, por lo tanto, debemos enfrentar superando los límites de una lucha sectorial.
La iniciativa busca introducir en el seno de la clase obrera la necesidad de un debate y acción política que unifique las fuerzas para pelear contra la burguesía y su proyecto de país.
De allí que lo que estamos impulsando es un amplio movimiento político de lucha que unifique las fuerzas obreras que aun están dispersas y que sea un instrumento de unidad con los demás sectores de nuestro pueblo afectados por las políticas del enemigo.
Porque lo que necesita la lucha de clases en la Argentina es que la clase obrera, como clase de vanguardia del resto de las clases populares, se ponga el traje de dirigente política de toda la sociedad.
Y a resolver ese objetivo es donde apunta la iniciativa. Que no será la única, sin lugar a dudas; que no comienza ni termina ahora, sino que es un proceso que se debe alimentar cotidianamente; que implica un debate abierto y franco con la amplia masa de trabajadores para asumir que los problemas de la clase obrera son los problemas de todo el pueblo, y viceversa, y que es la clase obrera la única capaz de levantar un proyecto para las mayorías por su peso en la economía, en la producción y en la sociedad toda.
El proceso revolucionario necesita en forma imperiosa que la clase obrera intervenga en la lucha política nacional para dicho proceso comience a adquirir una impronta clasista auténtica y genuina que nuclee a todas las demás capas de la población y confronte palmo a palmo la dirección política de la sociedad a la burguesía monopolista.
Ese es el reto que debemos asumir los revolucionarios y que debemos contribuir a que asuma la clase obrera en su conjunto.