A partir del primero de enero se puso en marcha el decreto 962/2017 firmado por el gobierno el 28 de noviembre del pasado año, que permite la importación de combustibles en el país.
Ese decreto reafirma el papel del Estado y su intervención en decisiones estratégicas. De ninguna manera el Estado mira “para otro lado”, o podemos afirmar una “ausencia del Estado”.
Este decreto -que pasó desapercibido para la gran mayoría de nuestro pueblo- se lo siente a la hora de cargar combustible y que esos precios se vean reflejados en una inflación que no tiene techo.
El aumento de las naftas de esta semana nos permite analizar la etapa del capitalismo cuando los monopolios se apoderan de las instituciones “representativas”.
Aranguren, “nuestro” ministro de energía ejercía un cargo dirigente (CEO) en Shell previo a su nominación en el gabinete. Desde las formas, renunció a ese cargo empresarial pero al ocupar una silla en un puesto de decisión política garantizó a un sector petrolero la puesta en marcha de un gran negocio.
Se trataba que el “sector comercial” altamente monopolizado comenzara una batalla con otros sectores monopolizados de los combustibles, que habían realizado ganancias fenomenales durante largos años de subsidios del Estado monopolista.
¿Por qué decimos sector comercial entre comillas? Porque estas empresas altamente concentradas que se benefician con el decreto presidencial son algo más que importadoras de combustibles. En ellas se concentran negocios en nuestro país y en el mundo en los sectores de la producción, comercialización y las finanzas. Van muchísimo más allá del ya jugoso negocio “importador” de combustibles.
Veamos: cuando Aranguren está sentado en la mesa del gabinete político es el vocero de éstas empresas, él es el representante de esos intereses, que llega a esa posición gracias a la “democracia representativa” que expresamente dice en nuestra Constitución Nacional que “el pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución”.
Esas empresas (entre otras), que deciden las políticas en el gabinete, tienen nombre y apellido y están sentadas en las más altas esferas del Estado:
Trafigura, pertenece a Shell y logró importar el 40% de combustible del total de lo ya importado. Tiene atado negocios con Bolivia y Uruguay utilizando barcazas y remolcadores. La firma es dueña de la marca Puma Energy.
Vitol, transporta no solo combustibles sino minerales. Esta empresa para operar en Argentina compra combustibles en alta mar a buques petroleros y aquí se ocupa de comercializarlos. Dispone de una base de datos en tiempo real que le permite saber dónde se encuentra cada cisterna en cada punto del planeta. Almacena en depósitos ubicados en el puerto de Buenos Aires y desde allí lo distribuye a distintas industrias. Factura globalmente u$s 250.000.000, opera con una red de 250 buques cisternas y tanques de almacenamiento en los cinco continentes.
Glencore, es una de las tres mayores mineras del mundo. Es propietaria en Argentina de emprendimientos agroindustriales Oleaginosa Moreno, posee puertos en Santa Fe y Buenos Aires. Gran peso en nuestro país desde los biocombustibles. En minería está en La Alumbrera, el mayor yacimiento de oro del país. Extraerá cobre en el proyecto Pachón en San Juan. Factura anualmente u$a150.000 millones a nivel global.
Gunvor, que si bien viene detrás de las otras, en nuestro país compró parte de OIL.
Estamos hablando de multinacionales que controlan puertos, mares y que necesitan poner sus representantes directos en los niveles de control político. No se trata ya de “burguesías” nacionales y de Estados que conviven con esas viejas problemáticas. Por el contrario, el Estado “nacional” es el instrumento directo de dominación en manos de lo más concentrado del capitalismo en plano mundial.
En su fase imperialista, los Estados “nacionales” se subordinan a los monopolios, que de hecho han creado nuevos centros de decisión política bien concentrados pero que en la puja interimperialista no logran amalgamar los intereses en pugna.
Son centros a los que les pesa su propia “democracia representativa” y tienden al autoritarismo, llevando a la humanidad a los umbrales de guerras mundiales.
En el planeta se suceden masivas expresiones democráticas de los pueblos, se han intensificados las luchas políticas y reivindicativas de las masas explotadas y oprimidas. Son inmensas fuerzas que están en búsqueda permanente de expresar en forma directa sus aspiraciones democráticas, denostando la democracia “representativa” y tejiendo lo nuevo y embrionario que subyace. En un período histórico en donde los pueblos aspiran a más democracia y a más libertades, que el sistema capitalista en su fase imperialista no puede materializar.