Como lo venimos expresando en varios artículos, la causa de la agudización de la crisis política económica y social a nivel mundial es la lucha intermonopolista por la concentración y los negocios a escala planetaria.
Sin embrago esta situación, que es condición objetiva y producto de su desarrollo histórico, por lo tanto ineludible del propio sistema capitalista, donde el entrelazamiento de las diversas facciones del capital monopolista hoy devenido en imperialismo, asociado en bloques financieros, comerciales, militares, en trust, y otras formas de entrelazamiento por la concentración de los negocios, al mismo tiempo que están asociados entre si están en guerra y dispuestos a todo por obtener la mejor tajada.
Ello expresa que las propias condiciones de la lucha interimperialista se han desenvuelto en un marco de contradicciones estructurales insalvables dentro del capitalismo, y al mismo tiempo, han contribuido a la exacerbación de las mismas, agudizando a un grado extremo el rasgo destructivo del capital monopolista.
Esta situación, basada en la propia anarquía imperante y en la crisis política, no sólo alienta el aventurerismo de sus exponentes más descabellados, sino que desencadena las más atroces consecuencias, al viabilizar y darles un “marco de legalidad” -según T. May- a los crímenes más ruines de que son capaces. O sea que la llamada guerra asimétrica como le dicen es ni más ni menos que una expresión de esta exacerbación de su crisis terminal.
La dominación de los monopolios y la supervivencia de sus negocios descansa en la prolongación de la explotación de millones y el sumergimiento de pueblos enteros. Sin embargo, la rebelión y el cuadro de enconadas luchas cada día más masivas que crecen aceleradamente, es el factor que más agudiza sus contradicciones.
De allí que, en su decrepitud, en su desesperación, el capital monopolista insiste en soluciones como las que ocurren en Medio Oriente, donde se ventilan sus guerras, sus lecciones de moral y su inhumanidad de forma extrema. Esa región se constituye en un formidable exponente del negocio armamentístico del capital monopolista, que en los hechos significa quema y destrucción de fuerzas productivas humanas y materiales.
Grupos monopolistas de los más poderosos entrelazados y al mismo tiempo en guerra. Donde se entrecruzan intereses inmediatos y estratégicos en la disputa por el control del petróleo y el gas, por los territorios, por los recursos marítimos, donde la inestabilidad política y el negocio, están pulsados por control que pretenden las facciones monopolistas en disputa.
Lejos de converger hacia soluciones viables, todo este caldo de intereses en pugna embarra aún más la situación llevando a un callejón sin salida la vida de millones que son víctimas directas de todas estas sanguinaria políticas. Con ella, con su falta de soluciones, ventilan sus posiciones de dominación en el mercado, con ella le dan aire al armamentismo mas desmedido. En 2017 la producción de armamentos creció un 10%, acicateado por la conflictividad fomentada en esa región. Con lo cual, queda más que en evidencia que junto a las disputas por la dominación, el control de los recursos y la ganancia, la venta y producción prolífica de armas sigue un curso acelerado a la par de la apropiación de regiones enteras.
La hipocresía de los Macron, los Trump, las May, los Putin, los Assad… crece en la misma proporción de los crímenes que cometen. La prensa a su servicio se encarga después de darles aire de estadistas, o de situarlos en el mundo “civilizado” de hoy. Tratando de encubrir con ello que detrás de estos mal llamados estadistas está el poder monopolista pergeñando sus aberrantes políticas. Frente a ello están los pueblos con sus luchas para enfrentarlos y exponerlos.
El ataque a Siria, las masacres en Yemen, el genocidio en Palestina, las aberraciones en todo África, las matanzas en las fronteras de México, las de Honduras, Guatemala, sumados a los aberrantes asesinatos en Brasil, la militarización de Colombia, etc. todos confluyen como las expresiones de la agudización de la crisis capitalista y la guerra intermonopólica.
Los gobernantes de turno, al amparo del Estado -totalmente subsumido al control del imperialismo- se permiten los más descabellados crímenes, invasiones, bombardeos, ocupaciones, genocidios como jamás hubiese pasado en toda la historia de la humanidad. Bajo el amparo de una operación “legal” se echa por tierra toda la legislación internacional, todo respeto a los derechos humanos. Todo el concurso de las leyes internacionales pisoteadas con igual ignominia conque son ninguneadas las leyes constitucionales en cada país y se concretan las más nefastas políticas de “Estado” en favor del capital monopolista. Ello no hace más que encender la respuesta de millones que están diciendo basta a la barbarie capitalista.
Transquibimos a continuación un comunicado de una organización popular norteamericana, la Coalición Nacional Unida contra la Guerra de EE. UU (UNAC) que se ha convocado a manifestarse a calles junto con cientos de personas en diversas ciudades de ese país, durante dos jornadas consecutivas.
Movilizaciones masivas que ya están dando su veredicto a tanta ignominia. «Sin autoridad legal y en clara violación de la ley internacional, la Administración Trump ha comenzado su ataque criminal contra el pueblo de Siria con la fuerza de tarea más grande de la Marina de los EE.UU., incluyendo portaaviones nucleares estadounidenses y submarinos nucleares, desde el ataque a Irak en 2003 Trump y el ataque criminal del Pentágono contra Siria nos ponen en peligro a todos»… «Es hora que todos nosotros expresemos nuestra firme oposición al bombardeo de los Estados Unidos a Siria y a las interminables guerras de los Estados Unido que lleva al mundo a una catástrofe”.
Los pueblos infinitamente más sabios que los más insolentes burgueses al servicio de las ganancias.