¿Cómo seguir sosteniendo este saqueo y el sistema representativo burgués que lo sustenta, si el rumbo está abonado por más ajustes, más inflación, más achique de los salarios, que los monopolios y el gobierno saben, empeorarán las condiciones de vida de millones y promoverán más volumen de rechazo y mayor calidad de enfrentamiento desde la clase obrera y el pueblo?
Frente a ello “la zanahoria electoral” del 2019 se desvanece y “la continuidad del rumbo” ratificada ayer por el macrismo está condicionada por la lucha de clases. La crisis política aflora minuto a minuto. La superestructura monopolista y el gobierno, atenazados entre la “continuidad del rumbo” y “la zanahoria electoral”, sucumbe frente a las propias condiciones económicas y políticas que fomentó su propio gobierno.
Las advertencias de los propios núcleos del capital financiero que han aparecido en los medios especializados en estos días apuntan a que también la continuidad de sus negocios futuros está afectada por la crisis.
La anarquía imperante hace desfilar a todo el arco de gurúes al servicio de los monopolios para intentar acomodar los melones de sus intereses particulares, para que la situación no determine un colapso definitivo.
En auxilio de ello, los popes del capital monopolista (los mismos que promovieron esta situación) salen a reclamar un acuerdo político que viabilice una salida a la encrucijada. Esto no significa ninguna solución para nuestro pueblo, por el contrario. Si sus juagadas están determinadas por la ganancia y los negocios a costa de la explotación y el saqueo, sus soluciones están en consonancia con ello. Por lo tanto, ni la ayuda internacional, ni el ahorro fiscal, ni las metas inflacionarias, ni…ni…ni… aliviarán en absoluto las condiciones económicas de nuestro pueblo. Si no los hacemos retroceder, se profundizarán. La crisis es tan aguda que volvemos a la pregunta que inicia este artículo.
La “iniciativa” del escamoteo del debate parlamentario sobre la cuestión tarifaria es todo un síntoma de debilidad, ya que lo que allí se enfrenta no es precisamente el clima parlamentario en el recinto sino, el escenario de hartazgo de nuestro pueblo en la calle y masivamente. Todo ello, al mismo tiempo que se para el tarifazo en subtes y se profundiza la lucha salarial, cuestionando el techo del 15%, de la mano del quiebre que conquistaron los trabajadores aceiteros.
Este escenario expone como ningún otro el cuadro de debilidades en las que está sumergida la superestructura y, aunque ni los especializados medios al servicio del capital financiero mundial ni los mismos profetas del gobierno lo digan, el problema central es precisamente cómo siguen haciendo negocios frente al carácter político y masivo que asume la lucha de las masas enfrentando todo esto.
Esta preocupación es la base real de toda su crisis. Los poderosos están reconociendo con esto que, frente a sus desastres sociales económicos y su impunidad como clase, son débiles.
Que frente a la fuerza de nuestro pueblo movilizado y frente a la clase obrera organizada, frente a la acción política de millones, esa debilidad y su crisis se agudizan exponencialmente.
Ello significa que a nuestro enemigo de clase declarado, despótico, explotador, inhumano y asesino hay que frenarlo y barrerlo, y que esta necesidad es la que converge con el camino hacia una vida digna.